—Por favor... escúchame.Estaba desesperada. Traté de agarrar el brazo de Gael mientras caminaba a paso rápido a través del aparcamiento, pero tiró de él tan bruscamente, que casi caigo de cara al suelo.—¡Déjame en paz! —gritó con molestia, sin voltearse a verme.—Gael. Perdóname mi amor, puedo explicarlo.Mis manos temblaban, al igual que lo hacía el timbre de mi voz con cada palabra que decía. Fui tan ilusa, nunca debí de dejar que Daniel me besara. Nunca debí de haber correspondido a su beso. Ahora, gracias a esa idiotez estaba a punto de perder al chico que amaba.—¿Puedes explicarlo? —Rió, pateando la llanta de su auto—. ¿Qué maldita excusa vas a tratar de darme, Fanny? ¿Acaso te forzó? ¿Hiciste algo para detenerlo? —gruesas lágrimas bajaron por mi rostro. Él me veía con una furia incontenible, sacudió su cabeza sin dejar de reír—. Sí, eso imaginé —soltó, antes de abrir la puerta de su au
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