FANNY—Has sido muy valiente —me sonrió el hermano de Audrey, justo cuando dejó la máquina en la mesa de al lado de la camilla.Hice una mueca, al sentir un dolor desgarrador provenir de mi espalda. El que no me haya quejado, ni tampoco gritado, no quería decir que no me haya dolido. Había olvidado lo doloroso que era, inclusive, estuve a punto de hacerme pipí en los pantalones.—Duele hasta el alma —dije, suspirando pesadamente.El chico se echó a reír, sacudiendo la cabeza.—Por supuesto que lo hace; pero he tatuado a otras chicas que no dejan de gritar, y que incluso, no dejan que termine de hacer el tatuaje.Ladee la cabeza, viendo los rasgos de mi tatuador. Era la copia de Audrey, solo que en versión cinco años mayor. Su cabello era castaño y alborotado, sus ojos negros y su piel blanca (la poca piel que le quedaba libre de tinta).—¿
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