Qué m****a hiciste, mía! – grita Paolo mientras lo veo caminar por toda la habitación. - ¿Qué necesidad de meter esa m****a? - ¡Esto me hace olvidar! Tú no tienes ni la menor idea de cómo me siento. - Pues dímelo, te estoy dando la oportunidad. - Me siento atrapada, maltratada y humillada. Yo pensaba que las cosas iban a cambiar, pero me equivoqué. Tú nunca vas a cambiar, siempre serás el mismo demonio. Yo tenía, por así decirlo, una buena vida hasta que te conocí, Paolo. Definitivamente, todo lo que tocas lo pudres. Me acabaste, Paolo. – Varias lágrimas caen de mis ojos, sintiendo cómo el dolor acumulado sale por todo mi cuerpo. - ¿Sabes cuánto he sufrido estando aquí? ¡Mucho! Me has pegado, me has violado. ¡Dime qué más quieres hacer! – Paolo está estático por primera vez en mucho tiempo, no hace nada, solo se queda quieto. - ¡Ahora te quedas callado, maldito! Te odio, te odio con todo mi ser. – Grito como una loca hasta que Paolo toma mis brazos y me pega a él dándome un abraz
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