Dos días sin Cuchufleto, cuando se lo llevaron, no tuve más ganas de divertirme, regresamos a casa en silencio, un silencio demasiado doloroso. Contuve mis ganas de echarme a llorar. Daniel, solo condujo y cuando llegamos, los dos nos metimos a la ducha en silencio, no dijimos nada. Estoy demasiado aburrida, sus pisaditas nos se escuchan. Y el dolor me apuñala de nuevo. Ya son las 4 de la tarde. El proyecto de Daniel ya está en marcha, por eso tiene que irse desde muy temprano, yo voy al instituto, que por cierto casi nadie se me acerca por ser la Luna de la manada, no tengo amigas, ayer salí a dar una vuelta por la manada y conocí a un par de niños que me robaron el corazón. Daniel construyó las casas de la manada, todas iguales, pero no se dio cuenta de que hay niños, estaría bien poner juegos, es un tema del que voy a hablar con Dani. —Hola, hola.—me saluda Daniel. —Daniel— corro hacia él. Me abrazo a su cuerpo, y me siento chiquita con él, p
Leer más