Mis hermanos hacen un semicírculo enfrente de mí. No lo había visto para nada, desde que casi muero, no he podido venir, y la verdad es qué tampoco quería. Me da mucho gusto poder abrazarlos y más a mi hermano preferido, ya es un niño menos tímido, si James me hubiera echado la mano para salir de mi pozo de timidez seguramente sería una persona diferente.
—¿Cómo has estado, cielo? —le pregunto a Franck.
—Muy bien, Eli. Te he extrañado mucho. —me abraza y me da un pequeño beso en la mejilla.
—Yo igual, pequeño. —se me nubla la vista.
—¡Elizabeth! —grita Melany en cuanto me ve. Quita a Franck de un empujón y se me cuelga del cuello. Sonrío incómoda, Melany es la más extrovertida de los cuatro, ¿cómo es qué no salí como ella?
—Melany—miro a Franck que está con la cabeza gacha. A mi niño no le gusta compartir.
Mi papá, Bárbara y Daniel miran la escena, el único que falta es Larry, que últimamente ha tenido problemas de conducta
Domingo no me gusta nada. Principalmente, porque Daniel no está en la cama, de seguro fue a correr, y sin mí. Ruedo en la cama para llegar a su lugar, para obtener su aroma. Me levanto de la cama y voy directo a la cocina, saco de la alacena de la cocina, en recetario de comida fácil de preparar, creo que soy capaz de seguir unos cuantos pasos. (Bueno eso es lo que digo) —Buenos días.— la voz desanimada de Daniel, me distrae de mis labores, pero sin que se dé cuenta, sigo como si nada. —¿Ya se te pasó el enojo?— busco algo inexistente en el cajón de los cubiertos. —¿Podrías dejar de hacer eso?— se toca las sienes con los dedos. ¿Le duele la cabeza o solo es irritación? —¡¿El qué?! — alzo la voz. —De abrir y cerrar puertas y cajones. —se queja. —Perdóname, estaba tratando de hacer algo de desayunar.— contraataco. —Eli, no estoy tan feliz, pero por favor compórtate bien.— me deja sola y desubicada. —Ve
Estoy a punto de colpasar, han pasado más de tres horas y ni Daniel ni Connor, han regresado, ya es casi de noche, y mi miedo es gigantesco, no quiero irme a casa, no quiero hasta que él éste junto a mí, hasta que lo escuche.—Vamos mi niña, ve a tu casa, esperalo ahí y descansa. —Me pide mi suegra.—No puedo.—Mi mente está casi en blanco.—Ven te llevo, Daniel se sabe cuidar muy bien, además, recuerda que está con Connor, no creo que les pase nada.—Me consuela.—Bueno, creo que tiene razón, iré a la casa.—En un sólo segundo he cambiado de opinión, la verdad es que estoy un poco cansada y decaída, necesito animo, y Técito está solo.—¿Quieres que te acompañe?— Pregunta.—No gracias, no es necesario, puedo irme sola, además oa casa no está tan lejos.— Comento con una sonrisa falsa.—Bueno hija, ve con cuidado.— Salgo de la casa y me encamino a la mía.
Sentía un olor a podrido, un olor asqueroso, podía oler la adrenalina, mi corazón latiendo a velocidades increíbles, tenía ganas de gritar para que me ayudaran, conocía la casa como la palma de mi mano, el temor escondió a mi loba, ¿por qué no pude ser más valiente? ¿por qué fui cobarde? Ahora estoy presa, en una nube imaginaria llena de maldad y odio. Z A C KElizabeth había desaparecido, pero había olores muy familiares, pero no los pude distinguir, no los podía recocer. Basta decir que Daniel literalmente está loco, quiere destruir, pero pude tranquilizarlo, mi gran amigo del alma estaba desesperado hasta el punto de casi llorar, Elizabeth es todo para él, y que ella no éste es lo peor que le pueda pasar.—Vamos Daniel, vamos a encontrarla...— le digo.—¿Y si no es así? —Daniel es conocido por su positivida
ZACKSeguí a Daniel, no tengo el valor de dejarlo solo. Quiero ser testigo de lo que pueda pasar en aquella casa dónde nos había pasado de todo, aquella significaba nuestro sucio pasado.—¿Pero que hacen aquí? —Pregunta Matthew sorprendido.—Necesito de tu ayuda —Le responde Daniel sin pausas. La casa está igual que siempre.—Dime Daniel, ¿para qué te soy bueno?—Necesito armas con balas de plata. —Dice sin más. Miro a Daniel como alguien diferente, alguien del pasado más bien.—Armamento pesado entonces,mira Daniel, te ayudaré, solo necesito saber para que las quieres. —Dice aquél apoyándose en su asiento de cuero café.—Para salvar a mi mate, a Elizabeth Kelley. —Las palabras de Daniel casi son inaudibles.—Oh ya veo, la chica que estaba en una de las fiestas que
Unas manos frías me toman de las muñecas, jalan de las cadenas y buscan el cerrojo, me toma del cabello y me levanta del suelo. No puedo ver su cara, pero lo único que hago, es con una agilidad increíble que ni yo sé como es que lo logro, lo ataco, empiezo a arañarlo, a patearlo, recuerdo mi entrenamiento, éste me agarra con demasiada fuerza del cabello, y me avienta contra la pared rasposa, mi mejilla se raspa levemente.—Vamos puta.—Esa voz. Esa voz. Como si alguien manejara mi memoria, los recuerdos de aquél taxista guapo que me llevó a mi y a Cuchufleto aquella vez a casa, es él. Cuando se trata de acercar a mí, le doy una patada en las piernas, se flexiona un poco y eso me da la oportunidad de derribarlo. Salgo corriendo, el pasillo se me hace casi infinito, no veo algún indicio de salida.Estoy perdida, me siento como en un laberinto, como los que soñaba cuando era pequeña.—¡Ayuda!—Abro y cierro puertas, ninguna
—Hola, mi pequeña. —Susurra con cariño mi abuela, toma uno de mis alocados mechones y lo deposita con demasiada delicadeza detrás de mi oreja. —Ya es hora.—No quiero irme.—Replico triste, no he dejado de admirar el paisaje que ahora se me hace muy familiar.—Es hora de regresar, piensa en tu mamá, en tu papá, en James, en tu mate. Piensa en ellos.—Ese es mi problema, Lala.—Mi niña, aún te acuerdas de cuando me llamabas así...—Comenta con ternura.—Lala, ¿crees que pueda verlo igual después de todo?—pregunto mirando hacia la ventana de nuevo.—No, cariño. Acuérdate que tú huiste, saliste despavorida, no le diste la oportunidad de explicarte las cosas al muchacho. Mira, cuando yo era joven, en todas las manadas había enfrentamientos así, muerte sangre, balas, peleas, todo. Era normal, el mate de mi hermana mató a su beta, porque él no le era leal. Tú te podrás imaginar las cosas, por eso Elizabeth, necesitas ver las cosas nítidas, así
Soy Elizabeth Kelly, un licántropo, es decir un hombre lobo y no, no me sale pelo en la piel descontrolamente, simplemente cambio de forma a un lobo, más bien cambiaré, porque aún no me puedo convertir porque aún no cumplo los 17 años. Gracias a esta transformación podré encontrar a mi mate, mi compañero de vida, que me protegerá y me querrá por sobre todas las cosas. Llevo una vida discreta, ya que mi personalidad no me permite desenvolverme como todos y mucho menos como Stefany mi peor pesadilla, se ha encargado en hacerme la vida imposible junto con su primo Andrew Jackson Williams, los he tenido que soportar desde que empezamos el colegio. Tomo una liga y me sujeto el cabello en una coleta, tengo el cabello largo y negro, soy morena y tengo los ojos verdes, soy delgada y casi me considero una mujer hecha un tablón, casi no tengo atributos, aunque tengo la esperanza de ser diferente después de mi transición. Desde hace tiempo no llega nadie nue
El regreso a clases no me emociona mucho, tener que soportar a gente tan idiota como Stefany y Andrew en serio me estresa, todo lo malo se me olvida al saber que falta un día para mi transformación, en cualquier momento mi loba tendrá comunicación conmigo lo cual significa que ella me dirá quien es mi mate y lo mejor es que me hará compañía y básicamente tendré con quién pasar el rato. Tengo la esperanza de volverme muy fuerte, mental y físicamente. Me levanto de la cama y voy directo hacia el baño a tomar una ducha, la cual estoy segura me relajará. Estoy enfrente de mi closet con el cuerpo envuelto en una toalla mirando mi ropa, no sé qué ponerme. Tomo una falda larga hasta los tobillos color negra con flores rojas y una blusa negra. Me pongo mi ropa interior cero sexy, pero cómoda para después ponerme lo que elegí. Este outfit está perfecto para llevarlo con botines, mis botines favoritos. Aquí viene el dilema, ¿cómo me maquillo? No sé maquillarme muy