El día siguiente fue una completa tortura, entre planos, papeles, juntas, firmas y agendas apretadas no le era posible dejar de pensar en la menor de los Dunhee, tan atractiva con aquel vestido blanco a la luz de la noche, arrebatándole la conciencia con todo lo que hacía. Reproducía la escena del auto en su mente una y otra vez, la manera en la que besaban, tocaban y apaciguaban la furia con cada caricia.Lían tomó la palabra en la enorme mesa de juntas, expresando su posición ante el posible diseño que podría llegar a tener el complejo deportivo Benner. Él ni siquiera sabía si estaba a favor o en contra, después de todo, la imagen de Emily no era algo fácil de despejar, era insano y perturbador. Estaba actuando como un loco. –¿Qué piensas tu Drew
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