XI Tenía que aguantar. No podía darse por vencida, ni siquiera en ese momento ni más adelante. La vida golpeaba con fuerza, pero no lo suficiente como para matarla. En su niñez lo había soportado y, sobre todo, afirmado al igual que en parte de su adolescencia. Nunca pensó en rendirse, ¿por qué lo haría esa noche, cuando apenas llevaba catorce años de casada? Claro que no, aún no se rendiría, lo haría por ella y su familia, lo haría por el recuerdo de su madre, quien aguantó hasta ofrecer lo mejor a su esposo. Y si a ella todavía le faltaba demasiado para lograrlo, entonces no existía tiempo para pensar en rendirse y tirar todo lo logrado a la basura.Los golpes dolían, pero no la matarían, de eso estaba segura. ¿Y qué hay de tu hija? Bueno, pues ella no lo resistió: era débil y a causa de es
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