Esta vez, viéndola bailar con Sebastián, Ángelo logró dejar sus celos a un lado. Primero porque la expresión de Malena era alegre y divertida, por completo carente de la sensualidad premeditada con que había logrado subyugar a Vicenzo Fiori, y en segundo lugar porque desde la noche anterior, de alguna manera, sabía que las respuestas de su cuerpo eran solo suyas.
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