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Todos los capítulos de Bailando con Malena (2do Libro): Capítulo 11 - Capítulo 20
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CAPÍTULO 12
 ¿Qué diablos era aquello? Ángelo cerró los dedos con furiosa incredulidad sobre los brazos del asiento cuando vio a Malena bajar la escalera, encantadora y misteriosa, mientras decenas de personas se apartaban para dejarla pasar.En la pista de baile la esperaba Vicenzo
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CAPÍTULO 13
  Malena se dejó arrastrar hasta el medio de la suite sin ofrecer resistencia. Hablar con Ryan después de más de diez días y saber de Samanta le agolpaba las lágrimas en el pecho y le quitaba las fuerzas para rebelarse. Y encima estaba la ira funesta de &Aacu
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CAPÍTULO 14
 — Entré en la Academia Nacional de Danza de Colombia a los siete años. — murmuró Malena, dejándose caer  al otro lado de la puerta.— ¿Entonces de verdad eres colombiana?

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CAPÍTULO 15
  El abrazo de Sebastián fue más que sincero cuando recibió a Ángelo cuatro horas después, y Malena pudo ver por qué la gente decía que tenían tan buena química en las carreras de rally. Sebastián era varios años meno
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CAPÍTULO 16
 Malena sintió el movimiento, imperceptible primero, y luego la intuición del peligro la hizo reaccionar.— Johny, Kurt, tenemos algunas aves de rapiña en la entrada oeste. Uno tiene el uniforme de seguridad del hotel y la otra va vestida de camarera. Vayan a saludar.Leer más
CAPÍTULO 17
 Esta vez, viéndola bailar con Sebastián, Ángelo logró dejar sus celos a un lado. Primero porque la expresión de Malena era alegre y divertida, por completo carente de la sensualidad premeditada con que había logrado subyugar a Vicenzo Fiori, y en segundo lugar porque desde la noche anterior, de alguna manera, sabía que las respuestas de su cuerpo eran solo suyas.Leer más
CAPÍTULO 18
  Malena sintió que el calor de aquella mano sería capaz de fundir su piel, y las piernas le temblaron de tal manera que Ángelo se sintió plenamente justificado para envolverla entre sus brazos.

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CAPÍTULO 19
  — ¡Dios, es tan pequeño! — no pudo evitar decir Ángelo.Leer más
CAPÍTULO 20
    

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CAPÍTULO 21
 — Hola, preciosa. ¿Es que no piensas despertarte? — la voz dulce y risueña de una mujer la arrastró a la realidad como si hubiera sido un lazo en torno a su conciencia, y cuando abrió los ojos, la imagen de una señora regordeta y alegre, que debía rondar los sesenta y cinco años, la hizo sonreír.Leer más