Esta vez, viéndola bailar con Sebastián, Ángelo logró dejar sus celos a un lado. Primero porque la expresión de Malena era alegre y divertida, por completo carente de la sensualidad premeditada con que había logrado subyugar a Vicenzo Fiori, y en segundo lugar porque desde la noche anterior, de alguna manera, sabía que las respuestas de su cuerpo eran solo suyas.
Malena sintió que el calor de aquella mano sería capaz de fundir su piel, y las piernas le temblaron de tal manera que Ángelo se sintió plenamente justificado para envolverla entre sus brazos.
— ¡Dios, es tan pequeño! — no pudo evitar decir Ángelo. — Hola, preciosa. ¿Es que no piensas despertarte? — la voz dulce y risueña de una mujer la arrastró a la realidad como si hubiera sido un lazo en torno a su conciencia, y cuando abrió los ojos, la imagen de una señora regordeta y alegre, que debía rondar los sesenta y cinco años, la hizo sonreír. A Malena se le habían llenado los ojos de lCAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
— ¿Cuánto ha pasado ya, un mes y medio? — preguntó Lía, ayudándola a sentarse en una de las banquetas de la isla de la cocina.— Sí — contestó Malena — ya debería estar completamente recuperada, pero la verdad es
Malena estaba sentada en el sofá del salón, tranquila y vestida para salir cuando sintió que Ángelo abría la puerta principal. Apenas estaba amaneciendo, pero una hora antes ella había metido su pequeña maleta en el Fiat. Había llegado con poco y con poco se iría. Cuatro meses después…— ¿Qué tan grave es la situación? — la voz de Ian era tan preocupada que Ángelo se vio tentado a abrir los ojos y decirle que no ibCAPÍTULO 25