Propuesta Indecente en Navidad
Para Esmeralda solo existía esperanza esa Navidad. Se había preguntado por dos días que premio podría haber ganado y estaba ansiosa por descubrirlo.
La cita en el hotel más lujoso de la ciudad, creyó que podría cambiar su vida y no se equivocaba.
Para Kenton Gilmore solo sería una cena con una hermosa mujer soltera. ¿Quien no mataría por tener esa oportunidad? Además la noche podría cerrarse con broche de oro.
Cuando vió a Esmeralda llegar se sintió afortunado y sintió una oleada de deseo recorriendo su cuerpo. Se sentía realmente afortunado.
Para ellos nada saldría como se esperaba...
La cena fue incómoda y Esmeralda no encontraba tema de conversación. Kenton era su jefe. Él esperaba que ella estuviera embelesada y a sus pies, algo que no ocurríría.
-Señor, no pretendo ser maleducada, pero ya hemos cenado y realmente no logro visualizar lo que gané- Rompió el silencio ganando una mirada cargada de incredulidad del CEO
-Una cena conmigo, cualquier mujer se sentiría afortunada- Con pasos felinos y una sonrisa que bajaría las bragas de cualquier mujer se acercó- Además podríamos pasar la noche juntos
-No es gracioso, señor Gilmore. Exijo saber cuál es el dichoso premio- Ella se sentía furiosa y humillada, colérica
-¿No lo crees suficiente? Muy bien, podemos negociarlo. Quédate conmigo y tendrás además de una maravillosa experiencia una suma de dinero para nada despreciable- Se acercó más creyendo que eso cerraría el trato
-Es usted despreciable- Lo apartó dándole un fuerte empujón- Tenga usted una feliz Navidad
Para Kenton no existía una mujer que lo rechazara y para Esmeralda no habría hombre capaz de comprarla.
Ella no era consciente de las artimañas que su jefe usaría por lograr su cometido, pero su vida cambiaría para siempre.