De novia abandonada a amada del magnate
El amor verdadero de mi prometido tenía una enfermedad terminal, y me hizo una petición:
Que ella fuese quien se casase con él, ya de por si la boda estaba planeada, y que yo fuese en cambio la oficiante en su ceremonia.
La vi usar el vestido de novia que confeccioné con mis propias manos, lucir las joyas que elegí con tanto cuidado, y caminar del brazo de mi prometido hacia el altar que debería haber sido mío. Por compasión a su condición terminal, me aguanté todo esto.
Pero fue demasiado lejos cuando intentó quitarme el brazalete de perlas que heredé de mi madre fallecida. ¡Eso era el colmo y la gota que reboso el vaso de mi paciencia!
En la subasta, mi ex prometido, protegiéndola, siguió aumentando las ofertas hasta llegar a 2 millones de dólares. Mi familia me había dejado sin recursos, así que solo pude ver con dolor cómo esta reliquia familiar caía en manos de esa pareja traicionera...
De repente, una voz elegante y serena resonó: —3 millones.
Todos quedaron atónitos.
El misterioso y reservado heredero de la familia Montero, Lucas, sorprendió a todos diciendo:
—El artículo es para la señorita Navarro.
Recuperé el brazalete y le agradecí: —Señor Montero, le devolveré los 3 millones lo antes posible.
Lucas Montero preguntó suavemente: —María, ¿no te acuerdas de mí?
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