RAYO DE LUZ EN INVIERNO
Cerró la puerta con mucha fuerza y el sonido retumbó en el despertar de las aves y de los rayos de luz del sol que se colaba entre la maraña de nubes grises. Sus pasos estremecían su corazón y removian todo su ser, ese corazón que latía cada segundo por él cada vez mas fuerte. Se detuvo. No la animaba mucho ir a trabajar un domingo a
la oficina, estaba en invierno y el clima era muy fuerte, pero menos la atraía quedarse en casa rumiando las dudas y la aflicción de la actitud
que su novio le producía. El corazón llegó hasta su garganta, y el amargo sabor de la bilis la instó a continuar hacia la parada, Asustada con lo que no quería saber pero necesitaba descubrir, se fue a donde cogería el tranvía que la llevaría al centro de Helsin.
Quiso olvidar el Temor.
Quiso no sentir Dudas.
Quiso Evadir El Miedo.
Quiso seguir pensando que el lo era todo en su vida y que lo necesitaba como el aire para respirar.
Se bajó del transporte, y el dobladillo de su falda le impidió avanzar con soltura, como una
premonición. El olor a turba retozaba en el aire. El aliento del estío rozaba sus cabellos, se
introducía por su cuello y descendía por su pecho. Se estremeció. El recuerdo de unos besos que mimaban con ternura y adoraban cada centímetro de su cuerpo descendió como espirales de aire por su columna vertebral y envió espasmos a su vientre, haciéndola sentir viva y enamorada de una forma que no sabía que existía era un se sentimiento inexplicable.
Estaba profundamente enamorada. Enamorada de verdad.
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