La Mujer del Italiano
Desde que tengo uso de razón me han puesto mil y una etiquetas ¿Casada? ¿Soltera? ¿Viuda? ¿Mala copa? ¿Pervertida? Sí, todo eso y más es lo que soy, una chica que se ama, no debe dejar que un hombre le diga que hacer o que no, por eso amo lo que soy, pero ese bombón Italiano ha llegado a sacarme las canas verdes, moradas y hasta azules, además de unos cuantos orgasmos que tenía pendiente por unos meses.
No cabe duda que el desgraciado sabe lo que tiene, sin embargo, eso no es suficiente para que este bombón americano se someta a todos sus caprichos. Llego el tiempo de enseñarle que no todo puede marchar a como él quiere, aunque me cueste la vida sacrificándome por uno que otro orgasmo y duchas de agua fría «nada será más placentero de ver lo bueno que está el condenado»
Ya sé que mis hormonas no serán las mejores consejeras esta vez, pero nadie podrá quitarme el gusto de borrar esa sonrisa del millón de dólares de su cara, cada vez que fastidie su vida. No sabe con quién se está metiendo, puedo parecer una chica tímida e inocente, la locura la llevo por dentro y cuando se alborota es mejor correr que quedarse esperando lo que pueda soltar.
Y es que si señores, mi boca a veces no se conecta con mi cabeza y suelta lo primero que se le viene a la mente; ya después veo cómo diablos lo arreglo. De que lo arreglo, lo arreglo así me lleve unos meses en el proceso y unas cuantas mentiras más para solucionarlo.
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