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Oscuridad y Dolor

“Porque después de pensar que había ganado todo, me di cuenta de que no tenía nada.”

ATT: LA esperanza

Oscuridad.

Una palabra, nueve letras, miles situaciones para usarla, un significado, dos sentimientos.

De qué sirven tantos colores y sensaciones si los humanos solo son capaces de identificar un puñado limitado de colores y emociones.

¿Qué es esa sensación tan fría?

¿Qué era ese sentimiento tan parecido al miedo?

Pero no lo es.

De eso estaba segura, porque sentir miedo solo significaría que ellas han vuelto que han despertado y ella sabía que no era así.

Que estupidez, después de tantas décadas esperando ese momento, en el que su alma por fin descanse de toda esa soledad que atormenta su alma.

¿Pero?

¿Así es como acabará todo?

Apuñalada por la espalda por un cobarde que no fue capaz de mirarla a los ojos para clavarle aquella daga.

Cometió un error.

Ella no era capaz de ver como los humanos, no debió de abrir los ojos para tratar de verlo a Él con aquella mirada de esperanza.

¿Por qué?

¿Por qué quiso vivir como un humano con motivo?

¿Acaso no fue suficiente castigo tener que alejarse de ellas y tener una aparente vida humana?

Al parecer no.

Su vista estaba igual como si no estuviera dejándose desangrar, dejando aquella herida abierta para así talvez poder dormir junto a ellas, pero pudo ver la silueta de alguien observándola, escucho su voz, pero se nego a prestar atención y dejo que el sonido de su voz fuera solo un susurro lejano, su boca pronunció una palabra no sabría decir que dijo, pero tengo la certeza de que esas palabras fueron ignoradas por todo lo alto y las decisiones de aquel humano fueron las que la llevaron a esta situación casi seis mil años después, seguía igual con los mismos pensamientos anhelando el día en que ellas volvieran junto a ellas.

Espero las llamas del infierno, ya que no era bienvenida en el cielo, pero se encontraba en una especie de inconsciencia, consciente de sus largos pensamientos y su cuerpo incluso sentía como el tiempo pasaba a su alrededor, el calor de aquel regalo de Isiti e incluso los murmullos de aquellos seres mortales en tantos idiomas.

Se tomó el tiempo de meditar y hundirse un poco más en aquella oscuridad que conocía tan bien, se tomó el tiempo para extrañarlas, para desear estar con ellas, desear poder soñar, poder ser una mortal más y con eso poder soñar, poder verlas, tratar de volver el tiempo atrás, de sentir la risa infantil de Zalem cuando juega con sus creaciones, de los berrinches de Aqua por el calor insoportable de Isiti, de escuchar las largas charlas de Santrasa con Itiqam de ver la cegadora sonrisa de Isiq, de sentir los temblores causados por Terra al crear y destruir alguna escultura, de estar bajo la mirada atenta de Otsuj y Lam.

 Se dio el tiempo de extrañarlas, de desear estar a su lado, y luego se arrepintió de sus actos, se arrepintió de no estar más tiempo con ellas, de ser siempre la hermana responsable, se arrepintió de no verlas más, y así como la oscuridad lo sintió, sintió aquello que sienten los humanos ante una perdida, lo sintió como quien siente las garras de alguna bestia aferrarse a su carne, le hubiera gustado sentirlo en la carne y no en su ser, supo que hasta la misma muerte sintió aquello, lo supo porque al enfocar su vista a un costado de aquel pútrido callejón la vio en una esquina rodeada por sombras que se retorcían entre ellas vio como sus huesudas manos sostenían la túnica en el lugar donde debería haber un corazón.

Recordó lo que solía susurrar Santrasa cuando pensaba que nadie la escuchaba:

“Córtenme, clávenme los puñales que esconden tras la espalda, desmiembren cada parte de mi cuerpo, el dolor es lo que nos mantiene vivos.”

Dolor…

Una emoción tan adictiva que cuando nos damos cuenta de sus garras ya nos tiene atrapados en su hermoso bucle lleno de sufrimiento y esperanzas, al pendiente de la más mínima felicidad esperando la cumbre más alta para tirarnos al inevitable vacío, donde se repite la agonía una y otra vez.

Dolor…

Una emoción muy especial y con tantas formas de causarlo que resulta imposible de creer que hasta la más mínima variable puede dañar tanto el cuerpo y alma.

Dolor…

Es lo que ahora la consume, tirada aun en ese fétido lugar escuchando los murmullos de tanta gente, su mente la traiciono y volvió a pensar en ellas, al recordar a su madre aquello solo se hizo más fuerte deseo que todos lo sintieran, que sintieran cuan mal estaba su alma quiso desgarrar su carne y dejar que la sangre de ese cuerpo mortal en el que la han encerrado, quiso sacar sus entrañas y así talvez desnudar su alma, quiso causar en su piel tanto daño que reflejara el dolor que cargaba su alma.

Y sintió envidia de ellos niños, mujeres, hombres, ancianos, solo son almas a la espera de la paz que le fue negada por él…

Dolor…

Que saben los mortales de eso si sus ojos lloran para demostrarlo, que sabrán ellos si sus vidas son cortas e insignificantes, que sabrán del dolor que estaba sintiendo si sus ojos lo demuestran, en los suyos no había nada, solo un blanco que causaba más miedo que ternura, todo en ella se negaba a demostrar el dolor que la consume.

Dolor…

Ella lo conoce bien como una madre reconoce a un hijo entre una multitud, conoce el dolor que crea el tiempo en soledad, el dolor de querer sacar tu alma de tu cuerpo para que al fin pueda desahogarse, cuanta envidia sentía de aquellos que cortan su carne y liberan poco a poco las lágrimas ocultas por la piel y cuanto dolor le causaba el ver sus muñecas tan intactas sin aquellas cicatrices que demuestren lo mal que estaba.

—¿Qué esperaba? —Mi voz sale con aquel tono frío que acostumbra.

Palabras.

Es lo único que tenía para aliviar ese sentimiento, y de nada le servía si no tenía a nadie que la escuche.

Y ese es el verdadero dolor, el querer sentir el corazón latir, el sonido de tus pulmones tratando de respirar, el murmullo de tu boca tratando de encontrar las palabras para expresarte.

Eso es dolor, tenerlo todo y no desear nada porque luego de tanto tiempo el dolor se aburre de torturar tu cuerpo y mente y clava sus garras en tu alma.

La eternidad es mucho tiempo para ser torturado por viejas ilusiones del pasado.

Estoy segura de que así fue cuando se rindió, estoy casi tan segura como si de mi propia muerte se tratase.

Y así fue como terminó todo, Con una traición de alguien quien al día de hoy debe estar muerto ya, fue así como se rindió con el calor de Isiti en su cuerpo.

Con el palpitar fantasma de un corazón que desde el día de su nacimiento no estaba en su cuerpo, con el oxígeno entrando y saliendo de sus pulmones, con el recorrido de la sangre por las venas que ella había anhelado que aquel día dejara de circular.

Porque ese día.

Fue su muerte.

El final y el inicio.

De todo.

El dolor.

La oscuridad.

La luz.

El odio.

La tristeza.

La soledad.

Todas ellas emociones que la hubieran vuelto loca por no tenerlas a ellas.

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