Capítulo 25
Tras tres días de ensueño en las cristalinas aguas de Bahía Solara, regresaron a Vesperia.

Angelo les ofreció quedarse en su casa. Marco e Isabel aceptaron, ya que no querían que los niños estuvieran lejos de su padre.

El chofer de Angelo los recogió en el aeropuerto. Durante el trayecto, un silencio acogedor envolvió el vehículo, mientras los gemelos dormían, rendidos por el viaje.

El coche se adentró en una exclusiva zona residencial, pasando por grandes casas hasta llegar a una mansión imponente.

'¿Esta es la casa de Angelo?', se preguntó Jenna.

El jardín, que parecía un paraíso de rosas rojas perfectamente cuidadas, se extendía hacia el horizonte, en un vasto espacio abierto. Jenna imaginó cuán felices se sentirían los niños corriendo entre sus flores.

Angelo despertó suavemente a los gemelos: "¡Niños, ya llegamos!"

Los pequeños frotaron sus ojos, aún adormilados, y preguntaron: "¿Esta es tu casa, papá?"

"Nuestra casa", les corrigió él.

"¿De verdad, papá? ¡Es tan hermosa y grande!"
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