3

El mal tiempo no hacía las cosas más fáciles.

La tormenta de lluvia era muy fuerte y traía consigo un viento gélido que se metía en el cuerpo y no dejaba parar de temblar a uno.

El sonido de las cenizas y chispas que soltaba una pequeña hoguera hacía que la situación pareciese más reconfortante y llevadera.

Ésta hoguera estaba situada bajo un gran puente, que conectaba las distintas carreteras de la ciudad. Alrededor de ella se encontraba un pequeño grupo de personas formado por dos chicos y una chica. Uno de ellos, que llevaba una sudadera bastante sucia pero que antes era muy colorida, se dispuso a echar agua en una pequeña cazuela. Tenían planeado cocinar algo para intentar llenar sus estómagos.

El agua comenzó a hervir y la chica que se situaba justo delante de él empezó a echar unos polvitos de un paquete. Se trataba de una sopa instantánea que se cocinaba en tan sólo unos minutos. Rápido y fácil de hacer; eso ponía en el sobre.

Si no fuese por la luz que emanaba del fuego, el lugar estaría completamente a oscuras, puesto que era de noche y el cielo estaba cubierto de millones de estrellas. Algunas brillaban más y otras menos.

—No nos quedan muchos sobres de estos, pronto habría que ir a buscar más comida. — dijo la chica de melena rubia.

—Pues ya me dirás quien va a buscar algo con este tiempo, y encima hay que guardarle algo a esa. — contestó el chico que se sentaba al lado del de la sudadera sucia que antes era colorida.

Al terminar de decir la frase los tres giraron sus cabezas y anclaron los ojos en la tienda de campaña que se encontraba a tan solo 4 metros.

—Mañana distribuiremos algunas tareas, es lo que hay que hacer si no queremos morir de hambre y sed. — volvió a añadir la chica.

Los otros dos asintieron con la cabeza dándole la razón.

La noche fue menos complicada de lo que se esperaba. La lluvia cesó y con la salida del sol el frío ya no era tan molesto como antes.

Al abrir los ojos la luz la volvió a cegar del mismo modo en el que lo hizo cuando salió de su casa por última vez para buscar a su madre. No se acordaba de absolutamente nada y se encontraba algo desorientada. ¿Dónde estaba? ¿Qué era ese lugar? Todo parecía muy extraño.

Intentó levantarse de la mejor manera que pudo, aunque el sentimiento de mareo estuvo presente en todo momento. La falta de equilibrio hizo que tuviese que sujetarse a un palo de metal que sujetaba una, ¿tienda de campaña? Eso la desorientó aún más.

Abrió la puerta de tela plasticosa que estaba unida a otra mediante una cremallera. Al salir se encontró con la sorpresa de que se encontraba sola, pero si era así, ¿cómo había llegado hasta ese lugar? Un recuerdo se le vino a la mente, no podía entender bien que era pero sabía que le había hecho daño, puesto que tenía alrededor de su cabeza unas vendas. Se llevó la mano a la parte superior de su cuerpo pero con tan solo tocar un poco un profundo dolor hizo que soltase una mueca de dolor.

El sonido de unos pasos la puso en alerta. Se escondió detrás de la tienda de campaña. Cada vez se escuchaban más y más cerca. A lo mejor venían a salvarla o llevarla a su casa. Se escuchó un silbido.

—¡Ey! No hace falta que te escondas, ya te hemos visto. — dijo una voz masculina.

La chica salió de detrás de la tienda de campaña y pudo ver que la persona que había dicho eso no se encontraba sola. A su lado estaba otro chico y una chica que llevaba una melena rubia muy bonita en forma de trenza.

—Toma. — volvió a hablar el mismo chico mientras le entregaba un trozo de pan. — Menos mal que has despertado o te ibas a morir de hambre.

—G...gracias pero no puedo tomar algo de un desconocido.

—Es mejor que lo cojas, luego lo agradecerás. — añadió la chica de la melena rubia.

No entendía nada. ¿Quiénes eran esas personas? ¿Por qué estaba ella allí con ellos?

—¿Puedo preguntar quiénes sois y por qué estoy aquí? — preguntó mientras le daba un bocado al trozo de pan.

—Te vimos en la calle. Estabas en el suelo siendo aplastada por una rama de un árbol, por eso la venda de la cabeza. Parecía que estabas muerta pero seguías teniendo pulso. Gracias a Dana — comentó mientras señalaba a la chica — estás hoy aquí. Fue ella quien propuso traerte con nosotros.

—G...gracias.

—Yo soy Alan — dijo estrechándole la mano. — y ese de ahí es Colin.

—Yo soy Alice. — dijo mientras le devolvía el saludo. — ¿Por qué estamos precisamente aquí?

—Bueno, tú no estás enterada de nada porque estabas inconsciente, pero estas últimas horas fueron como el mismísimo infierno. El terremoto comenzó a volverse cada vez más y más violento. No paraba de temblar. Nosotros somos compañeros de piso, bueno, éramos porque ya no existe tal piso, así que decidimos refugiarnos en una tienda que nos pillaba cerca mientras estábamos en la calle. Tú no lo has visto pero cerca del centro de la ciudad hay una grieta enorme y profunda en el suelo. Se ha comido, literalmente, a varios coches en los que en algunos iban montadas unas cuantas personas. Fue un horror. Al salir de la tienda para buscar un lugar mejor y algo de comida te encontramos a ti. Y pues aquí estamos.

—Todo esto es un infierno. — dijo en voz baja Alice.

—Sí, es lo que dije hace un momento.

Había un poco de tensión en el aire. No era algo fácil de asimilar. A pesar de no conocer muy bien al grupo, Alice decidió quedarse con ellos porque no sabía que más hacer o a donde ir.

Tras el golpe no podía recordar casi nada.

Entre todos decidieron repartirse algunas tareas. La principal era conseguir algo de comida y sobre todo agua potable. Dana y Alice se quedaron por la zona de la tienda de campaña para cuidar de las pertenencias que tenían ahí, mientras que Alan y Colin fueron a dar una vuelta por si encontraban algo que les pudiera servir para cocinar.

La noche volvió a caer sobre la ciudad, y el gélido frío comenzó a volver a molestar. Al volver, Colin y Alan trajeron consigo un par de sobres de sopa más que consiguieron robar de una tienda que estaba cerca. También trajeron un par de botellas de agua.

—Deberíamos de buscar algún otro lugar, estar aquí en la intemperie con tan sólo una tienda de campaña no es nada cómodo, y como somos más, hay que buscar una alternativa mejor. — dijo Alan mientras ponía a calentar agua en una cazuela.

—¿Y a donde vamos? — preguntó Dana.

—Aún no lo sé, pero mañana temprano recogemos todo y nos ponemos en marcha. No podemos quedarnos debajo de un puente para siempre. Además, si vuelve el temblor toda la estructura podría caer encima de nosotros. Es muy peligroso seguir aquí — continuó dirigiendo la mirada a Alice — ¿Y tú? ¿Sigues sin recordar nada?

—Por más que lo intento no lo consigo. No sé cómo llegué a parar ahí. Supongo que a medida que pasen los días los recuerdos volverán a mí.

—Seguro que sí. — dijo Dana mientras le lanzaba una sonrisa de compasión.

Todos terminaron de comer la sopa de sobre que habían preparado y se repartieron por turnos para que mientras unos dormían, otros se quedarán a vigilar la zona.

La noche pasó muy deprisa y nada más salir el sol todos empezaron a recoger las cosas para emprender un camino hacia algún lugar que aún no sabían cual era.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo