En la villa, Fernández Isabella se sentó en la sala de estar. Sus rasgos faciales exquisitos y perfectos revelaban un rastro de frío cortante.

Darío tragó saliva, había pasado mucho tiempo desde que vio a Isabel a revelar esa expresión.

Casi no podía recordar cuando Isabella había estado tan enojada la última vez.

Se dio la vuelta y quiso escapar.

"Señor Jiménez, ¿por qué no sabía que era subordinado de Sebastián?"

"Jefa, escucha mi explicación". Las comisuras de la boca de Darío se curvaron en una sonrisa incómoda.

"No es así…" Isaac y yo estábamos confabulados con el señor Gallardo.

"Vosotros todos trabajáis juntos adentro, Isaac y yo trabajamos juntos afuera"

"Todos vosotros me mantuvisteis en la oscuridad". ¿No es muy interesante?" "Darío, hoy trabajas con él para Sebastián". ¿Significa que mañana podrás cooperar con otros y luego venderme?" Isabella arqueó las cejas y se burló.

"Jefa, como la situación era urgente, cuando el señor Gallardo me pidió que cooperara, tenía miedo de