Capítulo 4: "Party"

—Esto esta de puta madre— comenta mi amiga al bajar frente la nueva discoteca del pueblo.

—¿De quién es esta disco?— preguntó con curiosidad, aquí muy pocos tiene buena posición económica.

—¿De verdad no sabes de quién es?— pregunta mi amiga arreglando su vestido— Eres una pésima acosadora amiga mía.

—¿Esta disco es de Axel?— replicó confundida, soy muy buena acosadora así que dudo que este lugar sea de él.

—Obvio que no cariño, esto es de su hermano menor.

—Bueno, Perla yo acoso a Axel no a su hermano— me defiendo con obviedad.

Mi amiga ríe y comienza a caminar en dirección a la entrada donde hay una larga fila.

—Buena noche, señoritas— saludo el guardia de seguridad, que por cierto está muy guapo— ¿Están en la lista?

—Soy Perla Benson— contesta mi amiga enseñando una pequeña hoja que trae en su bolso.

—Bienvenidas, disfruten la noche— dice el chico levantando la cinta que nos dejará entrar.

La música se puede escuchar claramente afuera, así que imaginen adentro. Luces de colores alumbran la pista donde todos bailan, meseros bien y van con bandejas llenas de tragos que van dejan en el camino. El lugar está de lujo, pero es bastante caro se los aseguro.

—¿Qué quieres de tomar?— me pregunta Perla cuando nos paramos frente a la barra.

—No sé pide lo que quieras.

No soy de salir mucho, ni de beber mucho. Así que ni idea de que pueda pedir que no sea vodka o whisky.

—Pon dos martinis y dos chupitos— le pide al barman que nos alcanza las bebidas en menos de dos minutos.

—Esto está buenísimo— digo al probar el Martini que está adornado con unas aceitunas.

—Es mi trago favorito— comenta ante de tomarme por el brazo y salir para la pista con los tragos en mano.

—Sabes que no bailo— hablo sobre su oído para que logre escucharme.

—Pues hoy bailaras, vinimos a olvidar a ese idiota y que mejor que bailando.

—Bueno vale, solo una canción.

—Solo una canción— asiente mi amiga levantando su mano en el aire para empezar a mover sus caderas como una profesional y yo intento seguir sus movimientos pero creo que no soy ni la mitad de buena que ella aunque aún así sigo bailando como si nada porque ya tengo alcohol en vena; algo que ayuda mucho.

X'

Unas horas después ya no soy consciente de lo que hago o digo, el alcohol es dueño de mi sistema por completo y bailo al ritmo de la música junto a mi amiga que está igual de peda que yo.

—Necesito coger un poco de aire— susurro en el oído de mi amiga.

—Sal por aquella puerta que da a la calle de atrás, ¿quieres que te acompañe?— se ofrece señalando el lugar por donde debo salir.

Niego dando un beso en su mejilla—No, yo iré sola.

—Vale, no tardes.

Comienzo mi camino empujando a las personas que tengo en medio, mis pies caminan en zigzag, mi cabeza palpita, pero pide más alcohol(masoquista) y los ojos me están a punto de cerrarse. Si no cojo un poco de aire creo que moriré.

Suelo exagerar.

Al abrir la puerta que me indico mi amiga salgo a la calle que ella me dijo, uso unas cajas que hay cerca de la puerta como asiento y froto un poco mi cabeza, el aire le viene bien al pedo, pero me saca más las ganas de vomitar obligándome a ponerme de pies para alejarme a un lugar más apartado.

Con solo poner un pie firme en el suelo he intentar dar un par de pasos un mareo revuelve mi estómago por completo y cuando estoy a punto de caerme de boca contra el suelo unas manos rodean mi cintura.

—¿Estás bien?— pregunta el chico de pelo castaño y ojos negros que me está sujetando.

—No estoy segura, pero necesito ir a casa— susurró dejando mi cuerpo descansar en sus brazos.

—¿Vienes sola?— inquiere mirando a mi alrededor.

Su cara me parece muy conocida, pero el alcohol que tiene mi sistema no me permite deducir de donde lo conozco con exactitud porque como ya les dije estoy muy mal.

—Ando con una amiga que esta más ebria que yo— confieso encogiéndome de hombre algo avergonzada por la situación.

—Bueno dime su nombre y le avisará que yo te llevaré a casa— se ofrece el chico amablemente.

—No puedo dejarla sola— hablo soltándome de su agarre para salir a buscar a mi amiga— Jamás la dejaría sola.

—Bueno vamos a hacer algo. Yo te llevaré a ti y uno de mis guardias la llevarán a ella— propone, pero no me convence de todo la idea. Estoy borracha, pero no loca— Te lo prometo, nunca dejo de cumplir mi palabra.

Por alguna estúpida y extraña razón mi subconsciente me dice que confié en el chico y yo como siempre le hago caso.

—Vale— asiento finalmente, ya no puedo aguantar más estas horribles ganas de vomitar así que necesito llegar a mi casa.

—Maikol espérame con el auto en la entrada y dile a Gustavo que busque a la amiga de la chica— le pide a su guardaespaldas de tres pies de altura.

—¿Cómo se llama la amiga?— pregunta el hombre.

—Perla Benson— respondo llevando una mano a mi cabeza que me acaba de dar una fuerte punzada.

—¿Estás bien?— pregunta el chico rápidamente preocupado.

—Sí, solo me duele la cabeza— respondo aún frotando la zona.

—Maikol que esperas aquí, tengo que darte una orden dos veces— espeta el chico furioso a su guardaespaldas que entra rápidamente al lugar.

El chico pasa mi mano por sus hombros y me apoya completamente sobre su cuerpo, gracias a dios soy delgada y no será muy difícil para el llevarme hasta la entrada. Su olor a Ck One de Calvin Klein es intenso, pero agradable, muy pocas veces he olido esa fragancia y una de ellas es Axel, es su olor característico cada mañana.

—Hueles muy bien— admito rozando mi nariz con la mejilla del chico.

—Gracias— responde amablemente alejando su rostro— Tú también hueles muy bien.

Río con la poca fuerza que me queda— No mientras, debo oler a Martini y chupitos.

—¿Ligaste bebidas?— inquiere con el ceño fruncido.

Me encojo de hombro y hago una mueca con mis labios— Sí— asiento.

—¿Cómo es que te llamas?

—Emerald un placer y ¿tú?

—Escucha Emerlad, ligar bebidas es muy malo y más cuando no estás acostumbra a beber.

—Fue mi amiga la que me dio eso a beber— protesto con una niña chiquita— No me culpes.

—No te culpo Emerald, solo te digo que es malo— pasa una mano por mi cadera y me acerca más a él— Eres muy linda y pueden aprovecharse de tu estado para hacerte cosas malas.

Su cercanía me asusta y ya estoy dudando de si hice bien el hacerle caso a mi conciencia y debería salir corriendo ahora mismo antes de que sea demasiado tarde. Pero mi estado no me permitiría correr ni media cuadra así que mejor sigo manteniendo la calma.

—Para la próxima beberé menos— aseguro alejándome un poco de él, ya que estamos parados esperando el auto.

—Es bueno saber que te vas a cuidar.

—Jefe— llama un hombre desde un carro negro que si no me equivocó es una merced Benz 4x4.

—Vamos, dame tu mano— pide el chico acercándose cuando le extiendo mi mano para subir al auto.

Me deja en la parte trasera del auto mientras que él sube al asiento de copiloto junto al chófer que maneja.

—¿Dónde vives?— pregunta después que arrancamos.

—En el edificio Pedigrí— contestó con las pocas fuerzas que me quedan.

El sentarme en un auto creo que agudizó mucho más mi situación, los ojos se cierran solos, las piernas me tiemblan y dejo que mi cuerpo termine tirado sobre el asiento completamente.

X'

Al abrir los ojos estoy cargada en los brazos del chico que me ha ayudado toda la noche, conozco perfectamente el lugar donde estamos aunque mis ojos me pesan y me piden seguir durmiendo. Al sentir el pequeño ruido del elevador que avisa que hemos llegado a la planta marcada intento bajar de los brazos de él.

—Tranquila, te dejaré en la puerta de tu casa— susurra el chico— Descansa.

Hago casos a sus palabras y vuelvo a cerrar mis ojos recostada en sus brazos dejando que su olor a perfume entre por mis fosas nasales y llegué hasta mi cerebro.

—¿Qué haces con ella en tus manos?—  es la pregunta que me saca de mi sueño y me obliga a abrir los ojos completamente.

—Está ebria y la estoy trayendo a casa— responde el chico que me sujeta.

—Bájame por favor— pido mirando al hombre enfurecido que tengo en frente.

Al poner un pie en el suelo mis pies flaquean y casi me caigo, pero por segunda vez el buen chico salva la noche.

—Gracias muchacho, ya te puedes ir— digo amablemente mirando a Axel que tiene el ceño fruncido y las manos cerradas en un puño.

—Si hermano ya te puedes ir— replica Axel mirándole con mala cara.

Ahora entiendo de dónde conozco al muchacho que me trajo, es Alexander el hermano menor de Axel y el dueño de la discoteca.

Mi mirada va de uno al otro, su parecido es muy grande, Alexander también tiene los ojos negros aunque lo de él lucen más felices que los de Axel, su pelo es un poco más claro, pero igual de desordenado, su postura firme es idéntica, sus narices perfiladas y sus labios voluminosos no se diferencian en nada. Sus padres lo hicieron con muchas ganas, tengo pruebas y ninguna duda.

Ambos se están mirando como si quisieran matarse y sé que si no hago algo para que se vaya Alexander esto no terminada nada bien. Axel nunca ha tenido cercanía con su familia y con este hermano mucho menos, no sé por qué, pero él decidió alejarse de ellos y renunciar a su fortuna y todo hace más de tres años.

—Axel, puedes llevarme hasta la cama— le pido al chico que está más tenso que nunca, sus músculos se ven contraídos bajo la tela de su camiseta y eso asusta.

—Si ven conmigo— me toma por la cintura alejándome de su hermano y pegándome a su cuerpo.

Después de lo que paso hoy sé que no debería ni hablarle, ni mirarlo, pero no puedo dejar que estos dos se agarren a golpe frente a mi puerta. Sería una vergüenza para mí con los vecinos que nunca han tenido quejas mías, además que mancharían mi alfombra de piel de tigre que compre hace dos semanas.

—Gracias por todo Alexander— le agradezco al chico que aún me mira— Disculpa la molestia.

—Tranquila no es nada, cuídate mucho— dice antes de darse la vuelta— Dice mi hombre que tu amigo llegó sana y salva a su casa, puedes llamarla si quieres.

—Confío en ti tranquilo, muchas gracias por todo. Descansa.

—Igualmente— se despide haciendo un gesto con su mano ante de que Axel cierre la puerta con genio.

No dice una palabra en todo el camino hacia mi habitación y eso me alegra, no aguantaría tener que mandarlo a volar a esta hora de la noche con este pedo que traigo. Aunque ya se me ha pasado un poco con todo este show de hermanos.

—¿Quieres algo?— pregunta dejándome sobre mi cama.

—No gracias estaré bien— aseguro sosteniendo mi estómago con una mano para aguantar las ganas de vomitar que regresaron.

—Estás pali...

No dejo que termine su palabra cuando salgo corriendo para el baño y meto la cabeza en el retrete dejando que todo lo que tengo contenido hace un buen rato salga. Sudor se desliza por mi frente y mis piernas están temblando, pero siento que me estoy quitando un peso de encima y me alivia un poco el malestar.

—Déjame ayudarte— se ofrece sujetando el pelo para meter mi cara debajo del grifo del agua— Creo que debes bañarte o al menos quitarte esa ropa— sugiere señalando mi vestido que está lleno de vómito.

Que asco.

—No puedo hacer eso sola— confieso pasando una mano por mi nuca— Mejor me cambio mañana.

—Nada de eso, no dormirás así.

—¿Y piensas que te dejaré bañarme?— pregunto levantando mi ceja y cruzándome de brazo— Tu hermano me dijo que podían aprovecharse de mi estado, pero jamás pensé que tú pudieras hacer eso.

—¿Desde cuándo eres tan buena amiga de mi hermano?— replica con sarcasmo— Mejor no me digas, yo sé la respuesta.

—¿Qué repuesta Axel?

—Desde que te lo follaste ¿no?

Sin pensarlo dos veces mi mano se estampa en su cara sacando toda la ira que provocaron sus palabras dentro de mí. Me mira sorprendido, pero me importa un bledo lo que piense ahora mismo, pero jamás le permitiré hablar mal de mí, no soy una ramera y eso debe tenerlo claro.

—¡Lárgate ahora mismo!— exclamó irritada evitando mirarle a los ojos— ¡Lárgate Axel!

Sin decir una sola palabra su cuerpo pasa por mi lado y desaparece cerrando la puerta de mi habitación. Lágrimas caen de mis ojos y es la segunda vez que Axel me hiere con sus comportamientos y lo que más me duele es que me está decepcionado de la peor manera que podría hacerlo. Yo siempre he tenido clara la idea de que no tengo que gustarle, pero al menos podía ser amable, aunque la mayor culpable soy yo por ponerlo en un pedestal que nunca se ha ganado.

Es que a veces nos creamos tantas ideas únicas con personas tan comunes que cuando te das cuenta de que no podrá suceder nada eso ya es demasiado tarde y tu corazón está hecho pedazo por tu culpa, porque nadie más tiene la culpa que yo tenga tantas esperanzas en Axel.

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