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Capítulo 2: "Vecinos"

—Perla ya me voy— aviso desde el elevador.

—Tranquila yo cierro todo, hasta mañana— me tira un beso y sigue mirando su ordenador.

Al llegar a la planta baja todo está vacío, solo queda la muchacha de la recepción y el señor que vigila el edificio en la noche.

—Hasta mañana señorita Emerald— se despide Ruby.

—Hasta mañana.

Salgo lo más rápido que puedo y cruzo la calle para ir hacia la parada donde me toca esperar el autobús, respiro mientras froto mis manos pensando en que es otro día más terminado y otro día más sin confesar lo que siento a Axel.

Cinco minutos después que para mi son eterno llega el autobús, ya me duelen los pies como una loca de estos malditos tacones y muero del frío porque mi falda deja buena parte de mi piel descubierta, gracias a Dios aún es de día porque con la luna afuera el frío sería mayor. Subo y me quedó en los primeros asientos, por primera vez en toda mi vida no tengo ni fuerza para caminar hasta el final.

Una parada después sube él, su pelo está cubierto por un gorro negro que le queda supermono (como todo), su traje esta bajo un abrigo gris y sus pasos son más lentos que otras veces, parece que dudara de subir al bus.

Se preguntarán como es que lo veo todos los días y el problema está que como Broclkyn es un pueblo demasiado pequeño solo hay un autobús que recorre nuestras rutas así que siempre coincidimos o mejor dicho, yo desde que tengo once años hago lo posible por cruzármelo en mi camino.

—¿Puedo sentarme aquí?— me pregunta señalando el asiento vacío que hay a mi lado.

Por un momento me quedó hipnotizada mirando su nariz enrojecida y sus ojos ligeramente achinados. Es que les juro que es tan lindo aun cuando tiene frío.

—¿Puedo?— preguntada una vez más.

—Sí, si claro— levanto mi bolso del asiento he intento respirar un par de veces ante de verlos sentarme a mi lado y escuchar mi corazón latir desesperadamente.

—Ya he llamado al hombre del edificio, mañana comenzaré a ser tu vecino— mi corazón acaba de dejar de latir ante esas palabras— Será bueno vernos un poco más después del autobús.

¿Qué le digo?

No soy buena usando las palabras y mucho mejor con la noticia que me acaba de dar él. Además que ha dicho que será bueno vernos un poco más ¿por qué quería verme más?

—Oh si, que bueno— digo lo primo que viene a la mente— Felicidades.

—¿Cuál es tu apartamento?

—El 45.

—Seremos más que vecinos, viviré en frente de tu apartamento— dice en un tono alegre— Que bueno tener una cara conocida.

—Si muy bueno— respondo cortante.

No crean que no quiero hablar con él o que no me gusta ser su vecina, al contario me encantaría traerlo a dormir a casa y pasarme todas las noches hablando, pero me acaba de dar una noticia que no sé si me debería alegrar o darme ganas de llorar. Será mi nuevo vecino, lo que quiere decir que si se busca una novia yo tendría que verlos, si se tira a una tía yo podré verlo y eso duele joder, sé que no es ningún santo porque Scott me ha contado que no para de buscar chicas nuevas. Y lo entiendo es guapo, hasta yo usaría mi belleza para ligar, lo que no tengo belleza que es ese el problema.

X'

Bajo del autobús y me encaminó a casa de Mencía mi hermana, hoy quedé en entregarle unas entradas para el concierto de los BTS, unos chinos que a ella le gustan mucho y creo que ni chinos son porque cuando le digo así se molesta, el otro día casi me mata con una escoba. Axel lo perdí de vista luego de quedarnos en la última estación y ahora mismo creo que es lo mejor, tendré mucho tiempo para verlo después de mañana.

—Buena noche, tía— me recibe la enana de mi sobrina— ¿Cómo estás?

—Bien cariño y ¿tú, cómo estás?— me inclinó para quedar a su altura y dar un beso en su frente.

—Bien, voy a llamarte a mamá que está en la cocina— dice contenta.

—Vale espero aquí.

La casa de mi hermana es pequeña, pero acogedora, somos las únicas de la familia que nos quedamos en el pueblo después de la tragedia que ocurrió con la familia Smith hace unos años, todos los demás viven él los Ángeles y New York. Mi hermana solo vive con Carla mi sobrina que tiene ocho años y su marido Guzmán de treinta años, es el dueño de la pastelería del pueblo y ella solo es amada de casa, siempre ha querido que viva con ellos, pero me gusta tener mis cosas, no me gustaría ser una carga aunque ella dice que no es así, yo me sentiría como una.

—Hola, hermana— me saluda Mencía con su alegría característica.

—Hola, Mencía— beso su mejilla y se sienta a mi lado— Traje tus entradas.

—Eres la mejor, por eso te amo— eso lo

dice siempre que hago lo que ella quiere.

—Gracias, gracias— dejo que me bese las mejillas y me pongo de pie— Ahora me voy que tengo ganas de darme una ducha.

—Mamá ha llamado— dice en ese tono bajito que usa cuando sabe que algo me puede molestar— Te extraña mucho.

—Yo también, pero no se ha molestado en llamarme señal de que no me extraña tanto— digo cortante.

—Vamos hermana, algún día tendrán que arreglarse.

—El día que ella decida darme la cara y contarme toda la puta verdad de una, ese día nos arreglaremos— mi voz casi se corta, pero respiró profundo y doy un paso hacia la puerta— Paso otro día por aquí.

—No te olvides del camino, te amo.

—Yo también te amo tía— dice la pequeña que viene de la cosa con las manos llena de harina.

Al salir a la calle ya la luna brilla en el cielo, el frío es aún mayor y mis piernas se están helando. Lo bueno de vivir en un pueblo es que todo queda cerca y con solo caminar una cuadra estoy frente a mi edificio.

Subo las escaleras para no tener que esperar el elevador, además de que entro a calor y en menos de dos minutos estoy en la tercera planta. Scott está ya en casa porque el sonido de la tele se escucha en el pasillo.

—Buenas noches, pulga— saluda Scott que está sentando en el sofá de la sala viendo uno de sus programas de televisión— ¿Qué tal tu día?

—No muy bien— me quejó sentándome a su lado para quitar mis tacones y desabrochar los primeros botones de mi camisa de trabajo— Pero bueno me paso algo bueno.

—Ah si y ¿qué paso?— baja el volumen de la televisión y se gira para quedar de frente a mí.

Don chismes le dicen.

—Lo vi y me habló— no tengo que decir nombres par que sepa de quién hablo.

—Que bueno, pensé que era algo mejor— se voltea y sube el volumen de la tele otra vez— Después me cuentas.

—¿Cómo que después te cuento?— replicó descolocada, él no es así cuando de este tema se trata, no entiendo su poca importancia— ¿Es más importante eso que yo?— señalo la televisión.

—No es eso pulga, este programa solo lo dan hoy— abre sus ojos como si quisiera decir algo, pero no puede— Más tarde me cuentas.

—Te iba a decir que lo vi hoy, que me habló, que me dio su número y será nuestro nuevo vecino— espetó molesta— Te iba a hablar del chico que me gusta, y tú sabes lo importante que es él para mí, pero ya veo que te da igual.

—¿Soy importante para ti?— preguntan a mis espaldas.

1…2…3...4…

Respira Emerald, respira…

No puedes morir ahora, no hoy.

Me volteo lentamente porque no es necesario mirar para saber que estará detrás de mis espaldas, lo ha escuchado todo, ahora es cuando digo: "ábrete cielo y déjame entrar en tus nubes celestiales".  Que mal le echo a este mundo para cargar con este peso, no había necesidad de que se entrara de esta manera.

—¿Soy importante o no?— pregunta nuevamente. Pero aún mi cerebro no reacciona.

Di algo.

No… No hablaba de ti— digo entre balbuceos lo poco que puedo— Estaba hablando de...

—Miguel, nuestro nuevo vecino— completa Scott la frase.

—Sí así es, hablaba de Miguel— intento hacer lo mejor posible mi papel de mentirosa. Pero yo no sé mentir.

Además que esta mentira es típica en las novelas y alguien tan listo como Axel me imagino que no se la va a creer tan fácil.

—Oh, pensé que hablabas de mí— se encoge de hombro y se acerca hasta donde estamos— ¿Qué veían?

Oh si se la trago muy fácil.

—Un programa de animales— responde Scott dejándome de lado y mirándome nuevamente la tele.

—Bueno, yo voy a bañarme— me disculpo y salgo directo a mi habitación.

Creo que acabo de dejar mis piernas en el sofá, no solo por la vergüenza, sino también por la imagen que tenía ante mis ojos. Su pelo estaba mojada y peinado hacia atrás, sus ojos negros se veían brillante, la camisa blanca era caí trasparente, los tatuajes de su mano derecha los pude ver con claridad, uno es un bosque y otro es como un lobo con sus cascotes, pero lo que más robo mi atención fue su pantalón de pijamas el cual marcaba su trasero y lo que no era su trasero también. Estaba hermoso como cada día, lo que aún no entiendo es que hace en mi apartamento.

—¿Pulga?— llama Scott a la puerta de mi habitación— ¿Puedo pasar?

—Sí, entra.

—Perdón por no avisarte que Axel se quedaría aquí— dice apenado— Sé que debe ser incómodo, lo siento pulga.

—Tranquilo, esta también es tu casa.

—Tenía problemas con su hermano y no tenía dónde quedarse, así que lo invito aquí.

—Ok, voy a bañarme después hablamos.

—Vale pulga, te amo.

—Yo también te amo tonto.

Luego de ver marcharse a mi amigo entro al baño para darme una ducha caliente que calmará mis calambres y todo tipo de cansancio que traigo acumulado.

X'

Vente minutos después estoy lista y con mi pijama puesta, preparada para cenar y dormir una larga siesta de reparación de belleza. Al salir de la habitación me encuentro en el pasillo a Axel, está mirando su móvil con el ceño fruncido como hoy en la mañana y está pasando una mano por su nuca frustrado mientras bufa por lo bajo.

—¿Todo bien?— preguntó al llegar a su lado.

—Algunos problemas personales, pero nada que no pueda resolver— responde frío.

Ya me habían dicho que podía llegar a comportarse como un idiota. No me sorprende su frialdad.

—Vale.

—Perdón por invadir tu casa, Scott fue él…

Le cortó y me giro para mirarle— No pasa nada, está tan bien es su casa— respondo ante de seguir mi camino.

La cocina tiene un olor delicioso, muchos platos están sobre la mesa y diría que Scott se esmeró hoy para cocinar, pero en realidad él cocina delicioso todos los días. Desde que vivo con él solo entro a la cocina para lavar los platos y prepararme sándwich o batidos de frutas.

—Esto se ve como el paraíso— le halago sentándome en la mesa a su lado.

—Eres el mejor en la cocina— le elogia Axel también— Que lindo se ve todo esto.

—Gracias, chicos— responde Scott apenado.

Mi amigo es muy penoso, la mínima cosa puede llegar a poner su cara colorada como un tomate. Pero es guapísimo con su pelo castaño oscuro peinado hacía un lado, sus ojos color miel son brillante, siempre carga una sonrisa hermosa que marca sus hoyuelos, además que tiene un cuerpo bien trabajado, y no solo lo digo yo porque soy su amiga, las chicas en la calle lo devoran con la mirada.

—Bueno chico, voy a dormir— se despide mi amigo después de comer toda la comida de su plato— Los dejo para que laven los trastes. Hasta mañana.

—Hasta mañana pulga— doy un beso en su frente y me acerco al lavadero para dejar los platos.

—Buenas noches, amigo— se despide Axel llevando la última cucharada de comida a su boca.

No entiendo cómo una persona se puede ver tan sexy hasta comiendo, sus músculos se contraen al subir la cuchara a su boca y se ve hermoso, sus labios están mojados del agua y dan ganas de besarlo. Creo que sí lo beso moriré al instante, pero moriré feliz y virgen para entrar al cielo y verlo desde allá.

Luego de terminar de lavar los platos y recoger la mesa, me dirijo a la habitación para poder tener mi sueño de belleza, mañana es otro día y tengo que estar impecable y sin ojeras.

Al pasar frente a la habitación donde dormirá Axel mi corazón se acelerará y pienso en que podríamos dormir los dos juntos si yo fuera más valiente, pero igual aunque fuera valiente jamás le gustaría así que elimino la idea de mi cabeza y continuo mi camino.

—¿Emerald?— me llama Axel cuando doy un paso y mi pulso se detiene por un  segundo.

—Si dime— contesto lo más calmada posible intento no morir en el intento.

—Entra un segundo quiero decirte algo.

Mi corazón se acelera como en una carrera de velocidad, mi respiración es un desastre. Mis pies no saben si están haciendo lo correcto, pero caminan y entran a la cueva del lobo.

La habitación está oscura, solo entra la luz de la luna por la pequeña ventana que tiene la cama a su lado y el olor de su perfume está impregnado por todo el lugar. Él está sentando en la esquina de su cama con un libro en su mano, pero no deja de mirar de esa manera que hace que mis mariposas aparezcan dentro de mi estómago.

—¿Necesitas algo?— pregunto desde la mitad de la habitación, no quiero acercarme más porque corro el riesgo de que sienta mi corazón alterado.

—No soy tonto— se pone de pies y se acerca a paso lento. Intento alejarme, pero no lo hago porque parecería que le tengo miedo y sería muy evidente.

—¿De qué hablas?— preguntó descoloca, no se a que se refiere.

—Sé de tu obsesión por mí desde que estás pequeña— susurra cerca de mi rostro y mi piel se eriza— No tienes que mentirme.

—Axel, creo que… — me interrumpe poniendo un dedo sobre mis labios.

1…2…3…4

Respira Emerald, respira.

Intento poner toda mi concentración en lo siguiente que diré, pero él no me deja de hablar y continúa acercándose más a mí.

—Sé que te gusto y no es malo, tú también eres muy bonita— susurra cerca de mis labios poniéndome más nerviosa.

¿Acaba de decir que soy bonita?

Me muero, aunque debería conseguirles un par de espejuelos.

—No te gustaría pasar una noche conmigo— propone bajando su mano por mi hombro— Solo una noche, sería algo divertido y mataría esas ganas locas que tienes por mí.

—¿Qué estás diciendo?— preguntó para asegurarme de que escuche lo correcto.

—Que podría cumplir todas tus fantasías, pequeña, cada una de ellas— asegura sobre mis labios.

—En tu vida vuelvas a tratarme como una cualquiera Axel, no soy una de las rameras que lleva a tu cama— espeto furiosa plantando la palmada de mi mano sobre su mejilla derecha— Hasta mañana.

Si me gusta mucho el chico, es guapo, está bueno. Pero no puedo dejar mi dignidad dentro de sus piernas. Es un idiota si cree que solo se acostara conmigo y se saldrá de mí como todas. Lo mío es todo o nada, no soy un paquete a medias. Y por más que me guste no soy una puta que se tira cuando dese.

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