El primer amor siempre nos marca.

Minutos después, ambos estaban frente a una puerta, y Ángel simplemente deslizó la tarjeta y abrió.

—¿Señor Rockefeller, no me diga que usted vive aquí? Me da mucha pena con usted. Melany dudó de si debía entrar, pero Ángel la condujo hasta el baño. —¡Te traeré una toalla, quizás te quede alguna de mis camisetas! Ángel le buscó algo en el armario; por suerte, su hermana le dejó algunas prendas. El joven se las dejó a un lado, luego volvió a su habitación y aprovechó el baño de su recámara y se dio una ducha al mismo tiempo que Melany.

Sin embargo, la joven duró un poco más, una vez que estuvo ahí, dejó salir sus lágrimas, lloró hasta que se sintió mucho mejor. Por un tiempo idealizo a su esposo, y este se cayó del pedestal donde lo tenía, las acciones de Fabricio y los malos tratos fueron matando lo que Melany sentía, y no solamente eso, dio paso para que alguien más se alojara en el corazón de la chica.

Sin darse cuenta, Ángel se convirtió en sus pensamientos, y esa tarde descubri
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