QUIERO EL DIVORCIO

Al día siguiente cuando desperté, me di cuenta que mi esposo me estaba mirando con el brazo apoyado en la almohada y con una hermosa sonrisa en los labios.

—Buenos días preciosa, me encanta ver cómo duermes—, dijo acercando sus labios a los míos, dándome un suave y delicioso beso.

—Buenos días mi amor, ¿ya se despertó la pequeña?—, pregunté.

—Sí, está en la cocina con Amelia desayunando—, me dijo.

—Bueno, creo que es hora de levantarse, Junior también estará por ordenar su desayuno— le dije.

Gerard se paró encima de mi cuerpo, lamiendo y mordisqueando mis pezones haciéndome gemir, sintiendo su miembro ya duro en mi entrepierna, abrí mis piernas lo más que pude para que mi esposo pudiera acomodar sus caderas, sintiendo después de unos segundos, como de cierto ataque, entró dentro de mí, agarrando mis caderas con sus manos para empujar cada vez más fuerte, poniendo mis manos en su pecho para alejarlo, Gerard permaneció quieto por un momento mirándome.

—No tenemos protección Gerard, por
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