UN VERDADERO AMIGO

Cuando bajé a la cocina saludé a Amelia que estaba haciendo unos bollos porque sabía que me gustaban mucho, puso mi vaso de jugo en mi mano, lo dejó sobre la encimera de la cocina y me senté en la silla.

 

—Amelia, ¿mi marido te dijo algo cuando se fue?—, le pregunté.

—No, Amanda, sólo lo vi pasar por la puerta de la cocina, pero sí noté que parecía bastante enojado—, me dijo.

 

No hablamos más y no le pregunté nada a Amelia. Después de beber el vaso de jugo en la cocina, me levanté de la silla y caminé hacia la sala. Me senté en el sofá con mi teléfono en la mano para llamar a mi amiga Eunice. , ella me respondió casi de inmediato

 

—Hola cariño, ¿cómo estás?—, preguntó.

—Muy preocupada Eunice, anoche esperé
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