capitulo 2

Por fin llegué, luego de varias horas de viaje, siento mi espalda dolerme y ¿saben por qué? Pues porque mi padre, en forma de castigo, me envió en un vuelo de clase turista, pero está bien, que se joda. Tomo mis maletas y salgo a la sala donde hay varias personas con letreros esperando a personas, así que me pongo a ver si hay alguno con mi nombre. Hasta que lo veo, pero me quedo pasmada al ver al hombre que lo tiene. Es un viejo, el señor alemán. Es un pinche viejo... Mataré a mi padre. Me acerco a él.

- Hola - este me sonríe.

- ¿Tú eres la señorita Connor?

- Sí, ¿y usted es el señor Stone?

- Oh no, el señor Stone no pudo venir. Tenía asuntos que atender. Igual que mi padre.

- Está bien, ¿cuál es su nombre?

- Me llamo Emiliano, a sus órdenes, señorita Connor.

- Dime Abril - le dedico una sonrisa sincera y este toma mis maletas, caminando hacia una camioneta bastante lujosa.

- ¿Estás cansada?

- Sí, fue largo el viaje.

- Si quieres, duerme y cuando lleguemos, te despierto.

- Buena idea, Emiliano - me acuesto en el asiento de atrás hasta que mi cuerpo cae en un profundo sueño. Escucho unas voces de fondo, pero estoy tan cansada que no quiero despertar.

- Está dormida, señor.

- Despiértala - dice una voz gruesa pero sensual.

- Señor, el viaje fue largo. Debería dejarla descansar.

- La vas a llevar tú a su cuarto?

- Yo no soy el fuerte, señor - escucho unas risas, pero sigo dormida hasta que siento cómo alguien me sacude con fuerza.

- ¡Despierta, niña! - al abrir mis ojos, me quedo sorprendida por lo que ven mis ojos. Creo que acabo de ver a un dios griego, pero me acaba de despertar de mala forma y eso me da mal genio.

- ¿Quién te crees para levantarme así? - respondo con altanería.

- El dueño de la casa y ahora responsable tuyo - m****a, él es el señor Stone.

- Así que usted será mi niñera por dos meses - cuando digo eso, este se pone tenso.

- Ya bájate - hago lo que me pide y veo que por unos instantes, este escanea mi cuerpo - te mostraré tu habitación - al entrar a la casa, me doy cuenta de que esta casa es mucho más moderna que la mía, pero igual de grande.

- Es muy linda su casa, señor Stone - le dedico una sonrisa, pero este ni me mira. Qué grosero. Subimos las escaleras y cuando este abre la puerta, juro que casi vomito por la decoración.

- ¿Le gusta su habitación?

- No. Es horrible.

- No se ofenda, señor Stone, pero esta habitación no es para nada de mi gusto. De solo ver su decoración, me dan ganas de vomitar - veo una pequeña sonrisa en su rostro, pero rápidamente vuelve a ponerse serio.

- Eso supuse apenas te vi. Solo que pensé que, como eras una joven y mujer, pues pensé que la decoración te iba a gustar. Pero si gustas, la puedes cambiar.

- ¿En serio lo puedo hacer?

- Sí, será tu habitación durante 2 meses. Es mejor que estés a gusto.

- Gracias, señor Stone.

- Dime, Bastian.

- Entonces, tú dime Abril.

- Te dejo para que descanses. Debes estar cansada. Mañana te explicaré las reglas de la casa - ¿Reglas de la casa?

- Está bien. Hasta mañana, Bastian - este se va, así que aprovecho para llamar a Leo.

- Pequeña, ¿cómo estás?

- Pues bien, Leo.

- ¿Qué tal el socio?

- Es todo un dios griego, pero demasiado frío para mi gusto - saco mi ropa y me cambio por una pijama corta.

- Ya te extraño.

- Yo a ti. Tienes que venir. Me lo prometiste.

- Sí, creo que en una o dos semanas, pediré que me den una semana y así iré a verte.

- Eres el mejor. Te amo.

- Bueno, ahora sí, te dejo descansar. Besos, hermosa - cuelgo la llamada y me tiro a la cama con tendidos horrorosos. Menos mal, mañana arreglaré todo esto.

A la mañana siguiente, me despierto a las 8 am. Me meto a la ducha y, luego de un largo baño, me coloco una ropa. Bajo las escaleras, pero no veo a nadie, así que voy a la cocina, encontrándome a una señora.

- Buenos días - esta se voltea y me sonríe.

- Tú debes ser Abril - yo asiento - yo soy Mirian, la que se encarga del cuidado de la casa y de cocinarles.

- Un placer, Mirian - se ve que es buena persona.

- ¿Qué deseas desayunar?

- Un cereal con frutas y un jugo de naranja.

- Perfecto. Vaya al comedor, yo se lo llevo - salgo de la cocina y ahí me encuentro al señor griego vestido con un traje elegante a su medida. Este, al notar que estoy ahí, vuelve a escanear mi cuerpo con la mirada.

- Buenos días, Abril.

- Buenos días, Bastian.

- ¿Ya pediste el desayuno?

- Sí - el desayuno llega para ambos, así que los dos nos sentamos en un silencio algo incómodo. Cuando terminamos, este se queda mirándome.

- Bueno, Abril, vamos a hablar de las reglas de la casa. Yo no soy como tu padre, tan condescendiente contigo. A mí me gusta llevar el control de todo y eso ahora te incluye a ti. - ¿Qué se ha creído este imbécil? Él jamás tendrá control sobre mí. - Vas a obedecer mis órdenes, nada de borracheras. Vas a conseguir trabajo. - ¿Qué? ¿Dijo trabajo? Calma, Abril, eso lo puedes hacer. - No quiero que me lleves la contraria ni me traigas problemas, Abril. Si cumples con todas mis normas, ten por seguro que tu estadía aquí será amena.

- Claro, Bastian, se hará todo lo que tú quieras. - Este, al notar mi tono sarcástico, aprieta un poco la mandíbula.

- No estás jugando, Abril.

- ¿Y quién dijo que yo lo estaba haciendo? Esas son tus normas, ¿ok? Las acepto. Hoy mismo iré a buscar un trabajo. ¿Contento? - Este acaricia su barbilla de una manera muy sensual que me emboba por unos instantes.

- Sabes, no tienes por qué ir a conseguir trabajo. - Genial, no tendré que trabajar.

- Trabajarás en mi empresa. - ¿Qué? M****a, m****a.

- No quiero molestar.

- Así te tendré vigilada.

- ¿Y dónde me colocarás? No sé nada de finanzas.

- Vas a colaborar en la parte publicitaria. - Este hombre está loco. Quiero matarlo... Calma, Abril.

- Perfecto, ¿cuándo empiezo?

- Mañana. Así hoy podrás hacer los cambios en tu habitación.

- Ok, si no hay más que decir, me voy a mi habitación.

Toda la tarde me la paso decorando y pintando la habitación hasta que por fin está lista. Aunque no hubiera podido terminarla sin ayuda de Mirian y Emiliano, son buenas personas.

- Quedó bien. - Digo emocionada.

- Sí, está muy linda la habitación, todo a su gusto señorita.

- Gracias a los dos por ayudarme, son los mejores.

- Usted dijo nada de rosa, pues ahí lo tiene.

- Lo sé, nos merecemos una rica limonada. - Cuando nos damos la vuelta, vemos a Bastian parado.

- Te quedó bien el cambio, justo como tú. - Nadie dice nada, así que reacciono.

- Este, gracias. Bueno, ¿bajamos por la limonada? - Le digo a Mirian y Emiliano.

- Claro, niña Abril. - Bajamos todos y veo que Bastian se entra a su despacho.

Bastian Stone

Debo tratar de que esa niña no me haga perder el control. Aunque no me puedo hacer el idiota, Abril es una chica bastante hermosa y seductora, pero no es muy joven. Además, ella está aquí para que yo le dé una lección. Necesito salir de aquí.

- Hola, Nico. - Llamo a mi amigo de toda la vida que también se vino a vivir conmigo a Alemania.

- Hey, Bastian, ¿cómo estás?

- Estoy necesitando una copa con urgencia. Nos vemos en el lugar de siempre. - Cuelgo la llamada y salgo del despacho escuchando la risa de Abril y de mis empleados. Al parecer, tiene buena relación con ellos.

- Me vas a decir qué te tiene así de nervioso. - Pregunta Nico al ver que estoy tomando como si se fuera a acabar el mundo.

- La hija de mi socio. No sé en qué momento me ofrecí a cuidar de ella, pero no contaba con que la condenada fuera tan hermosa y sensual. Solo lleva un día aquí y ya está haciendo estragos conmigo.

- Vaya, definitivamente tengo que verla. ¿Y por qué no te la tiras y listo? Tal vez lo que tienes es deseo sexual.

- No, ¿cómo se te ocurre? Es una niña.

- Ni tan niña, tiene 19.

- Por Dios, Nicolás, tengo 30. Soy un hombre hecho y derecho.

- Una follada no te quita el hombre hecho y derecho.

Llego a la casa bastante tomado, así que subo rápido a mi habitación. Pero las ganas de verla me ganan, así que voy a su habitación y la abro, dándome cuenta de que ella está dormida. Cuando me acerco más, me doy cuenta de que la condenada está durmiendo con una camisa de tiras y un short diminuto que deja poco a la imaginación. Siento cómo mi amigo comienza a despertar con semejante vista que puede matar a cualquiera, pero tengo que controlarme. Ella se da la vuelta y me pongo a observar cada tatuaje que tiene en el cuerpo. Nunca me ha llamado la atención las mujeres tatuadas. No sé qué me pasa con ella. Acercó mi mano a su rostro y con cuidado acaricio su mejilla, sintiendo la suavidad de su piel. ¿Así será de suave la piel de su cuerpo? M****a, no piensas en eso.

- Me volverás loco, Abril Connor.

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