capitulo 1

ABRIL CONNOR 

No puedo creer el maldito dolor de cabeza que tengo, pero definitivamente la fiesta estuvo buena. Lástima por Martín, o sea, mi padre, que vino a joderlo todo. No entiendo a qué viene ahora a hacerse el padre del año cuando ni siquiera ha estado para mí todos estos años, y ni hablar de mi madre. Ambos solo se concentraron en su trabajo y en sus amigos, pero a su hija la dejaron de lado. Ahora no entiendo por qué me trata así. En fin, no importa, él me gritará y me dirá de todo, pero luego se le olvidará y dejará de tirar m****a.

Bueno, ¿quieren saber cómo soy? Pues soy de estatura media, tengo el cabello completamente negro, ojos verdes y buenas curvas. Pero lo mejor de todo —y lo que más odia mi padre— es que gran parte de mi cuerpo está cubierto de tatuajes. Solo de acordarme de lo que dijo cuando me vio así, es imposible no soltar la risa. 

—¿ cómo te fue? —Ese es mi mejor amigo, Leo. Él es mi compañero para todo, siempre ha estado para mí. 

—Pues lo de siempre. Mi padre se enojó y me tiró m****a, pero estoy bien, a excepción del dolor de cabeza.

—Joder, yo estoy igual. Creo que nos pasamos ayer. 

—Lo sé, pero estuvo buena —Nos quedamos hablando unos momentos hasta que entra mi madre con una cara como si alguien hubiera muerto—. ¿Quién murió? —pregunto con burla. 

—Tu padre te necesita en el despacho. 

Me sorprende que no me grite ante mi comentario, así que decido hacer caso y bajar para ver qué quiere Martín. 

—¿Qué pasa, Martín? —Este suelta un suspiro. 

—Soy papá, no Martín —Siempre me dice eso. 

—¿Para qué me necesitas, Martín? 

—Como veo que no pondrás de tu parte para un cambio, tuve que tomar medidas. - —Levanto una ceja porque no sé a qué se refiere. 

—¿Qué quieres decir con eso?  -Este extiende un boleto de avión. 

—En dos días partes hacia Alemania.  —Espera, ¿qué dijo? 

—¿De vacaciones? 

—No. Vas a quedarte con un amigo mío y socio. Espero que con él aprendas a comportarte.  —Es un... 

—¡Claro! Como no pudiste criarme, vas y le pasas la responsabilidad a otro. 

—¡NO SÉ QUÉ MÁS HACER CONTIGO! No nos haces caso, estás fuera de control, Abril. Así que empaca tus cosas, porque en dos días te vas. Y pobre de ti si intentas algo. 

—Está bien, me voy, pero ten por seguro que le haré la vida de cuadritos a ese socio tuyo, tanto que me enviará de vuelta antes de lo previsto.  —Doy media vuelta y salgo del despacho. Veo a mi madre, que parece a punto de llorar. 

—Hija, es lo mejor. 

—¿Lo mejor para quién? ¿Para ustedes? Claro, se acaban de librar de su carga. 

—No digas eso, hija. Tu padre y yo queremos lo mejor para ti. 

—Sí, claro. Siempre dicen lo mismo. Mejor sigan dando su discurso de buenos padres en otro lugar, porque yo no les creo nada. 

No pienso quedarme en casa, así que tomo mi auto y conduzco hacia la casa de Leo. 

—Hey, ¿qué haces aquí tan temprano? 

No respondo nada, solo me tiro a sus brazos y comienzo a llorar como una niña pequeña. Leo es la única persona a la que permito verme llorar. 

—Nena, ¿qué pasa? 

—Me voy a Alemania con una persona que ni siquiera conozco. 

—¿Qué? No entiendo. 

—Como mi padre dice que ya no puede conmigo, me va a mandar a Alemania para que otro haga su maldito trabajo. No me quiero ir, Leo. 

—Quédate aquí, yo no dejaré que te vayas. 

Cómo desearía que fuera tan fácil, pero sé que mi padre me encontrará y me obligará a ir. 

—Sabes que mi padre me encontrará y me llevará.  —Ambos nos tiramos en la cama abrazados como un par de hermanos. 

—¿Cuándo te vas? 

—En dos días.  —Este se levanta de golpe. 

—¿Qué? Es muy pronto. 

—Lo sé. A mi padre le urge deshacerse de mí. 

—Bueno, entonces hay que aprovechar. Nos vamos de rumba hoy hasta perder la consciencia. 

Bueno, ya que me queda poco tiempo al lado de Leo, es mejor aprovechar al máximo. 

—¿Qué estamos esperando? 

Tomamos nuestras cosas y vamos a la disco donde siempre vamos. Aunque es algo temprano, no nos importó; como somos amigos del dueño, nos dejó entrar antes. 

—¡QUE COMIENCE EL DESCONTROL! —gritamos ambos. 

Despierto con un fuerte dolor de cabeza. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que estoy en mi habitación, pero no sé cómo llegué aquí. Cuando volteo, veo a mi padre sentado, mirándome con furia. 

—¿Cómo llegué aquí? 

—Estabas tan borracha, junto con tu amigo, que el señor del bar me tuvo que llamar para que fuera por ti, ya que pensabas irte en el carro. ¿ACASO ERES ESTÚPIDA?  —¡Joder! Nunca me había dicho así. 

—No exageres, Connor. 

—¡SE ACABÓ! 

Me toma del brazo con fuerza y me levanta de golpe, haciendo que todo me dé vueltas. Cuando miro bien mi cuarto, veo que hay tres maletas. 

—¿Qué es esto? 

—Hoy mismo sale tu vuelo.  —¿Qué?  —Si no hubieras hecho esa estupidez, todavía tendrías tiempo, pero ya se acabó. Hoy mismo te vas, así que báñate, porque nos vamos al aeropuerto. 

Me mete al baño de golpe y luego se va. 

—No... Leo...  —Salgo del baño y me pongo una sudadera. Antes de salir, llamo a Leo. 

—Pequeña, estoy muriendo. 

—Leo, ya me voy —digo casi llorando. 

—¿Qué? ¿Cómo que ya te vas? 

—Mi padre enloqueció y adelantó el vuelo. 

—Voy a ir. 

—Ya no hay tiempo. Prométeme que irás a verme. 

—Te lo prometo, preciosa. No te olvides de mí. Llámame cuando llegues. 

—Te quiero, Leo. 

—Yo a ti, pequeña. 

Llego al aeropuerto con todas mis maletas y mis padres a mi lado. Cuando ya voy a abordar, mi padre hace un amague de abrazarme, pero yo me echo para atrás. 

—Jamás les perdonaré esto —digo con una mezcla de odio y dolor. 

—Hija, es lo mejor para ti. 

—Claro, así no sienten tanta culpa de dejar a su hija a un lado para seguir con su vida social, haciendo creer a todos que tienen una familia perfecta. 

—Abril… —dice mi padre. 

—Me voy. 

Doy la vuelta y entro al maldito avión, esperándome lo peor apenas llegue a Alemania. Seguro me espera un maldito viejo panzón... 

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