capitulo 4

Al fin estamos en la casa luego de un día largo. Lo único malo fue que el hijo de puta me dijera que me iba a descontar el tiempo que no estuve en la oficina, ¿qué se ha creído?

—¿Quieres comer algo? —veo que él comienza a quitarse la corbata, dejando los primeros tres botones de la camisa sueltos. Joder, se ve muy sexy, muy caliente.

—No, estoy cansada, me iré a dar un baño y luego a dormir.

—Está bien, descansa.

—Lo mismo. —Subo a mi habitación y tomo una ducha larga. Luego me pongo una pijama que consiste en un short de satén y una blusa de tirantes de encaje. Me gusta que todas mis pijamas sean de satén.

Me tiro en la cama, cansada de mis pies, y a los segundos me sumerjo en los brazos de Morfeo. Unas enormes ganas de tomar agua se apoderan de mí cuando abro los ojos y veo que son las 2 a.m., así que no me molesto en ponerme una bata, ya que me imagino que Bastián está acostado. Bajo las escaleras y me meto en la cocina para tomar agua.

—Dios, esto sabe a gloria —termino el agua y, cuando voy pasando por el despacho, la puerta se abre, dejando ver a Bastián con cara de cansado, pero al verme, sus ojos me recorren sin disimulo.

—¿Qué... qué haces levantada a esta hora? —¿Bastián nervioso?

—Tenía sed. ¿Y tú qué haces despierto a esta hora?

—Me quedé dormido trabajando —traga algo nervioso—. Oye, no quiero ser grosero, pero no deberías llevar esa clase de pijama aquí.

—¿Por qué? Es cómoda —digo sin prestarle importancia, aunque casi se me ven los pezones con el encaje.

—Joder, Abril, esta pijama descontrola a cualquiera —sin que yo me lo espere, me estampa contra la pared, haciendo que suelte un gemido—. Me volverás loco, Abril, y no quiero eso —esto lo puedo jugar a mi favor.

—¿Y por qué no? —acaricio su mejilla y veo cómo cierra los ojos, disfrutando de mis caricias, mientras él toma mi cintura y la pega más a su cuerpo, pero algo lo hace reaccionar y se separa de golpe.

—Joder, esto es una puta locura.

—¿Por qué?

—Abril, eres una cría. Tu padre te envió aquí para que tomes control de tu vida, no para que yo te folle.

—Mi padre me envió aquí porque quería deshacerse de mí, porque no sabe cómo ser padre.

—Tu padre te adora.

—Ajá, él no me adora, porque si lo hiciera, hubiera estado conmigo en los momentos que más lo necesité —doy la vuelta y camino hacia las escaleras, pero antes le digo—: Descansa, Bastián.

A la mañana siguiente, me levanto sin necesidad de que venga Bastián a despertarme. Entro al baño y, cuando salgo, busco algo que ponerme. Como no estoy de humor para joder a Bastián, me pongo algo normal.

—Hola, Marian —esta se voltea y me sonríe.

—Hola, niña Abril, ¿cómo amaneciste?

—Bien —miro a mi alrededor y no veo a Bastián—. ¿Y Bastián?

—Se fue desde temprano —¿qué? ¿Cómo que se fue?

—Ah, ya. Le diré a Emilio que me lleve —salgo y veo a Emilio ahí, parqueado—. Buenos días, Emilio.

—Hola, Abril, ¿cómo estás?

—Muy bien, ¿y tú?

—Excelente, ¿en qué te puedo ayudar?

—¿Puedes llevarme a la oficina?

—Claro, vamos —abre la puerta y arrancamos. Durante todo el camino pienso en por qué no me esperó. O sea, trabajo con él, ¿será que quiere hacerme la maldad para descontarme las horas como lo hizo ayer?—. Llegamos, señorita Abril —abre la puerta y me ayuda a bajar.

—Gracias, Emilio, eres un sol —le dejo un beso en la mejilla y luego entro a la empresa.

—Hola, Irina —saludo a Irina que también acaba de llegar.

—Hola, Abril, ¿cómo estás?

—Bien, ¿y tú?

—Muy bien, justo te iba a buscar para hacerte una invitación. Aprovechando que es viernes, quería saber si querías ir a tomar unas copas con algunas personas de la empresa, así los conoces —mierda, no creo que Santiago me deje, estoy más que segura.

—Te confirmo ahora.

—Dale —camino a la oficina de Bastián para saber por qué no me despertó, pero cuando voy a tocar, escucho unos gemidos, así que decido tocar. En ese momento paran los gemidos.

—Un momento —dice Bastián, y en ese momento me imagino lo peor—. Adelante —abro la puerta y veo a una rubia bastante guapa que está medio desordenada, y ni hablar de Bastián, que tiene una mancha de labial en el cuello.

—Siento interrumpir, venía para saber si necesitaba algo, señor Stone.

—¿Quién es ella? —habla por primera vez la rubia.

—Ella es la señorita Abril Connor, mi nueva secretaria —ella me observa de arriba a abajo con algo de odio.

—Un placer, señora...

—Señorita, soy Karina Smith, la novia de este bombón —¿novia? Yo no sabía que tenía novia. Miro a Bastián para ver si lo niega, pero no dice nada.

—Un placer, SEÑORITA Smith —digo recalcando el "señorita", pero estoy segura de que esta mujer ya tiene sus 30 años.

—Señorita Connor, puede llamar a estas personas y confirmar su asistencia —me pasa una libreta y yo la tomo sin dejar de verlo.

—Claro, los dejo para que sigan en lo que estaban —parece que entendió que me di cuenta de lo que estaban haciendo aquí adentro.

—Claro que sí, gusto en conocerte, Abril —le doy una sonrisa falsa y salgo hecha humo de la oficina. Perfecto, que se quede con su novia. Esta noche me voy de rumba.

—Oye, Irina, ¿a qué hora nos vemos?

—Qué bueno que irás. A las 8:30 nos vemos, yo te mando la dirección de la disco.

Pasé todo el día pensando en lo que pasó en la oficina de Bastián. No sé por qué siento mi cuerpo lleno de furia, pero es una sensación que no quiero sentir. No me puedo permitir sentir algo por él porque pronto me iré y no me quedaré, así que no quiero sufrir.

—Ya basta, Abril, ¡no pienses más en eso!

—¿En qué piensas? —la voz de Nicolás me hace brincar del susto.

—¡Mierda! Nico, me asustaste —él se ríe.

—¿En qué estás pensando, pequeña? —cuando me dice "pequeña", me acuerdo de mi mejor amigo Leo y me da algo de nostalgia—. ¿Hey, y esa cara?

- Es que así me dice mi mejor amigo Leo. Él vive en Nueva York y lo extraño mucho. Él es como mi hermano mayor; siempre estuvo ahí cuando más necesitaba a alguien que me diera un poco de amor.

- No te sientas mal, pronto podrás encontrarte con él - le dedico una sonrisa.

- Gracias, Nico, eres una buena persona.

- Nicolás - la voz de Bastián nos interrumpe.

- Hola, amigo. ¿Estás ocupado?

- Sabes que para ti no. Abril, si quieres te vas ya a casa, yo me demoro. - Perfecto, así no se dará cuenta de que me fui.

- Ok, adiós a los dos - salgo disparada de la oficina y cuando llego a casa me da justo el tiempo para arreglarme, así que opto por un vestido corto.

Cuando estoy bajando, me encuentro con Marian, que me ve algo sorprendida.

- Niña Abril, ¿a dónde vas?

- Voy a salir con unos amigos de la empresa - esta me mira con cara de desaprobación.

- A Bastián no le va a gustar, mi niña.

- Bastián hoy se demora, así que ni se dará cuenta de que no estoy - esta suelta un suspiro.

- Yo no diré nada, pero ve con cuidado - sonrío y le dejo un beso en la mejilla.

- Eres la mejor - salgo de casa y tomo un taxi que me lleva hasta el bar que me dijo Irina. Al llegar, el bar está lleno, pero al parecer estaba en la lista, así que me dejaron pasar. Busco a Irina por todos lados hasta que la veo con un grupo de personas a las cuales algunas reconozco.

- ¡Hey, aquí estás! Estás preciosa.

- Tú igual, muy sensual - esta me sonríe y toma mi mano.

- Ven, te presentaré a algunas personas - cuando me ven, todos me sonríen.

- Chicos, ella es Abril Connor, la nueva secretaria del señor Stone. Abril, ellos son Thomas, Alejandro, Pedro, y ella es Lía - todos me saludan super formales y me ofrecen algo de beber, así que opto por lo que están tomando, que es tequila.

- ¿Y qué se siente trabajar con el hombre más controlador de todos? - dice Alejandro.

- Pues hasta el momento me ha ido bien, no tengo queja de él, aunque es verdad, es muy controlador.

- Pobre de la mujer que esté con él - dice Thomas.

- Pero hay que admitir que ese hombre es muy caliente - ahora la que habla es Lía, tengo que tener cuidado con ella, al parecer le gusta mi jefe.

- ¡Bueno, vamos a emborracharnos hasta perder la conciencia! - grita Irina y todos le seguimos tomando nuestra copa de tequila seguida de limón y sal. Luego comenzamos a bailar al ritmo de puro reguetón que nos pone más calientes y sudorosos. Estoy muy eufórica, pero esa euforia se cae al ver una llamada entrando de Bastián.

- Joder, joder.

- ¿Qué pasa? - pregunta Irina. Esta mira mi teléfono - ¿Qué hace el jefe llamándote a esta hora?

- Luego te cuento. Lo único que sé es que me matará.

- ¿Por qué? Tú no tienes que rendirle cuentas a él mientras no estés trabajando.

- Sí tengo - en medio de mi borrachera le suelto todo a Irina - Yo vivo con él - esta se atraganta con el tequila.

- ¿¡QUÉ TÚ QUÉ!?

- Vivo con él. Mi padre me envió con él porque estaba supuestamente muy descontrolada, así que le dijo a su socio, o sea Bastián, que me diera una lección.

- ¿Cuántos años tienes?

- Tengo 19 - esta abre sus ojos a más no poder.

- M****a, eres tan joven. Yo tengo 25.

- Eso no importa, ahora me matará él - el teléfono sigue sonando.

- Es mejor que le contestes, Abril - tiene razón, salgo del bar para escuchar mejor y contesto la llamada.

- ¿Hola?

- ¡¿DÓNDE CARAJOS ESTÁS?! - m****a, prácticamente me toco separarme del teléfono por su grito.

- ¡No grites! No puedes controlar mi vida.

- Tú estás bajo mi maldito cuidado.

- No soy una niña, puedo cuidarme sola - joder, las últimas palabras las digo arrastradas.

- ¿Estás tomando?

- Bastián, deja de joder - cuelgo la llamada y no sé por qué una estúpida sonrisa se forma en mi rostro - Ahí tienes, hombre controlador - entro otra vez al bar y ahí Irina me mira preocupada.

- ¿Todo bien?

- Sí, mejor que siga la rumba.

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