Cuando Max dice la palabra "divorcio", siento como si mi mundo se partiera en dos. Es una sensación que jamás había sentido.- Max, ¿qué dices? ¿Por qué?- ¿Y me lo preguntas, Lia? ¡Yo quise confiar en ti, pero al ver esas fotos me di cuenta de que eres una mala mujer! Mejor vete con ese imbécil... quiero el maldito divorcio.- Max, es todo un malentendido. Nunca pasó nada entre Ed y yo. Tienes que creerme.- ¡NO TE CREO, M*****A SEA! ¡POR TU M*****A CULPA SOY EL MARIDO CUERNUDO!- Max, si te preocupa eso, podemos hablar con la prensa y explicar lo que pasó.- ¿Y qué quieres explicar, Lia? ¿Que mi mujer me traiciona con su supuesto amigo? Sabes, Lia, eres lo peor que me ha pasado en la vida. Me arrepiento de haberte recogido ese día. - Siento como cada palabra que dice me perfora el alma hasta lo más profundo de mi ser y, sin pensarlo, las lágrimas empiezan a caer.- ¡NO LLORES! TUS LÁGRIMAS YA NO SIRVEN CONMIGO. - Toma de golpe y trago y luego me mira.- Quiero que tomes tus cosas y t
Tres meses despuésLlevo tres meses instalada en Nueva York. Aquí la vida es un poco agitada, pero me ha gustado. Ahora trabajo como asistente personal del dueño de una empresa de negocios muy reconocida aquí en Nueva York. Mi jefe se llama Daniel, tiene 40 años y ha sido muy comprensivo conmigo, sobre todo por el tema de mi embarazo, que ahora ya es un poco notorio aunque no mucho. Con Carol hablo casi todos los días y adivina, ¡ella y Steven se van a casar este fin de semana! Lo que quiere decir que voy a tener que ver a Máximo. No quisiera ir, pero Carol me suplicó que fuera, y bueno, Carol es como mi hermana, así que no me pude negar. Además, sería bueno ver a mi papá ya que hace mucho no lo veo.—Lia, ¿tienes todos los documentos?—Sí, señor Daniel, aquí están —le paso las carpetas y él me da las gracias.—Daniel, ¿puedo hablar un momento contigo?—Sí, claro, dime.—Es que este fin de semana se casa mi mejor amiga y me gustaría quedarme unos días para estar con mi familia.—Te doy
Miro al hombre que tengo al frente y no puedo creer lo sexy que se ve. Pero, ¿qué dices, Lia? ¡Cálmate!- sí estoy bien, de seguro algo me cayó mal.- Eso pasa cuando comes tanto - ¿Acaso me estuvo observando todo el día?- Bueno, debe ser problema mío si como de más - Siento cómo un mareo me llega, haciendo que pierda el equilibrio, lo que hace que él me sostenga y justo posa su mano en mi vientre, dejándome congelada.- ¿Estás bien? Mejor siéntate, estás pálida - dice sin dejar de mirar mi vientre, pero me ayuda a sentarme.- ¿Quieres que llame a un médico?- No es necesario, yo mejor me voy a casa - Cuando Máximo va a hablar, aparece su novia.- Amor, aquí estás.- Fui al baño, pero Lia se sintió mal y la ayudé - Sonia posa su mirada en mí, y al parecer, me fulmina.- ¿Y tú quién eres? - me mira con desprecio.- Una amiga de Carol.- ¿Sí? Pero ¿de dónde se conocen? - Así que Máximo nunca le habló de mí.- Por Carol y Stiven - interviene Máximo.- Sí, así es.- Bueno, vamos amor. Tú
Me quedo pasmada al ver que estamos al frente de la empresa que maneja Máximo.- Lia, vamos, se nos hace tarde.- Daniel, ¿cómo se llama el nuevo socio?- Máximo Bulton -¡No! Esto no podía ser cierto. Iba a trabajar con mi exmarido y padre de mi hijo.- Lia, ¿estás bien? Te noto pálida.- No, tranquilo, estoy bien. Mejor entremos - Caminamos y, al entrar, las mujeres de la recepción me miran con la boca abierta.- Buenos días, tengo una cita con el señor Bulton.- ¿De parte de quién?- Soy Daniel Muller.- Oh, señor Muller, pase. El señor Bulton lo espera - Cuando vamos a seguir, la chica de recepción me detiene.- ¿Usted a dónde va? Usted tiene la entrada prohibida - Así me prohibió mi entrada. ¡Maldito hijo de puta!- Ella es mi asistente - Daniel me mira sin entender.- Está bien, pase. Nos montamos en el ascensor y Daniel no deja de mirarme, como si buscara respuesta.- Sé que quieres una explicación, pero te la daré luego de que terminemos esto.- Está bien, Lia - Cuando llegamos
Máximo BultonCuando Lia cae desmayada en mis brazos, siento cómo mi corazón comienza a latir rápidamente al pensar que algo le ha pasado.—¡Ayuda! Necesito un médico —el señor Muller entra y, al ver la situación, se arrodilla y toca la mano de Lia.—¿Qué le pasó?—Se desmayó, no sé por qué —él fija su mirada en el estómago de Lia y parece preocupado.—Hay que llevarla a un hospital ahora —asiento y levanto a Lia, pero para mi mala suerte, encuentro a Sonia y esta me mira con ganas de matarme.—¿Por qué la llevas así?—Está mal, la vamos a llevar a un hospital, así que después hablamos —no dejo que siga hablando, continúo mi camino. Durante todo el trayecto, no dejo de mirarla, esperando que despierte. Lo único que escucho es a Daniel susurrar:—Dios, que estén bien —¿Estén? ¿A quién más se refiere?Llegamos al hospital y pedimos una camilla. Se la llevan, dejándonos a Daniel y a mí afuera.—Dios, debí dejarla ir a casa esta mañana. Yo sabía que no estaba bien.—Tranquilo, ella es fuer
Ya han pasado dos días desde que Máximo se enteró de mi embarazo y desde ese día no he tenido respiro por parte de él. Todos los días me llama y me pregunta cómo estoy, pero yo lo único que quiero es que no me hable ni se acerque a mí.- Amiga, arréglate para ir a tomar unas copas.- Carol, estoy embarazada, no puedo tomar.- Sí, tienes razón, pero puedes bailar y además aún no se nota casi tu embarazo.- No sé, Carol, no tengo ánimos.- Por eso mismo, vamos a levantarte ese ánimo.- ¿Stiven no se molesta? - Ella niega.- Justo él fue el que me dio la idea de invitarte a bailar. Es más, dijo que caería más tarde porque está resolviendo unos inconvenientes.- Yo veo... Bueno, pues si no tengo otra opción, vamos a arreglarnos. - Carol pega un gritico y hace un baile raro que me hace reír - Eres loca, Carol.- Lo sé, pero igual me amas. - Ambas nos arreglamos y decidimos ponernos un vestido. Puede que esté embarazada, pero todavía tengo cuerpo para ponerme vestidos pegados - ¡Wow, amiga,
Máximo BultonTengo a Lia plenamente dormida en mis brazos mientras acaricio su vientre, que aún no es tan notorio, pero me emociona saber que ahí está mi hijo o hija. Cuando la encontré en ese estado, quise matar a Julieta con mis propias manos; la pobre estaba fuera de sí, y no sé por qué, pero algo dentro de mí se quería morir al verla así, tan frágil. Ahora tenerla así me causa una sensación que hace mucho no sentía una sensación de paz y tranquilidad. Y la verdad, esto me asusta, porque no debería sentir esto por ella. Todavía recuerdo su traición con su amiguito, y me hierve toda la sangre de solo recordar todo lo que dijeron los reporteros sobre mí; hace que mi estómago se revuelque. Pero ahora que la tengo aquí, ni siquiera soy capaz de actuar con indiferencia. Lo intenté, pero no pude.A la mañana siguiente, me despierto todavía abrazando a Lia. La observo un rato y, no sé por qué, acaricio su mejilla.—Dios, debo levantarme. —Cuando salgo de la habitación, me encuentro de fre
El cuerpo de Max me aprisiona contra la pared mientras su lengua ataca mi boca de una forma salvaje. Sus manos recorren todo mi cuerpo, arrancándome gemidos que solo aumentan su excitación. Por un momento quiero separarme, pero no puedo; mi cuerpo me traiciona. Tomo con fuerza su cuello, pegándolo más a mí.—Me vuelves loco —deja mis labios y comienza a besar mi cuello, dejando leves marcas, pero no importa. Justo en este momento me vale un carajo todo; solo deseo sentirlo. Max posa sus manos en mis senos y les da un leve apretón, arrancándome un fuerte gemido.—¡Ahhh! —Tiro mi cabeza hacia atrás, disfrutando sus toques, hasta que el sonido de un celular nos saca de nuestra burbuja - Max, contesta, es tu celular —él sigue besándome sin apartarse de mí.—Que se espere —posa su mano en mis piernas y comienza a subir, pero el maldito celular no deja de sonar.—Contesta —él se separa algo molesto y, cuando toma su celular, me mira. Ya sé perfectamente quién es - Contesta, no hagas esperar