Una pareja de verdad —¿Qué hiciste qué? Porque pudiste hacer algo tan imprudente como eso, te dije que yo hablaría con ella. Teníamos que hacerlo con inteligencia, ahora la has puesto al tanto de nuestra jugada. —Tú también hiciste cosas a mis espaldas, ¿por qué no me dijiste que llamarías a Elizabet Dumet? Ahora por lo que entiendo y por no contar con mi opinión, resulto ser un fiasco tu plan madre, esa mujer jamás le importo Ismael. —Tienes razón, por una vez en tu vida no te equivocaste... Nunca me imaginé que esa sucia lesbiana fuera tan descarada de dejar tirado todo, hubiera preferido un escándalo interesante después de su regreso. Aun así... ¡Eso no quita lo que hiciste! —Lo hice porque estoy seguro de que, con un poco de presión, Susana sabrá lo que le conviene. Que es volver conmigo... —Dijo mirando aquel cochino anillo, lo tome con brusquedad de su mano y propine. —No te casarás con esa cocinera grasosa de quinta, ya tengo una esposa para ti. Aquí lo único importante es
Una esposa florero —Espera, me está entrando una llamada. Hablamos más tarde. —Bien, bonita, llámame para saber que decides, no quiero dejar a medio escuadrón sin trabajo. —No te preocupes, no dejaré que nos quiten Fucsia —colgué y le di paso a la otra llamada. —¿quién habla? —¿Quién más puede ser, querida esposa? —sorprendida al escuchar su gutural voz por teléfono, me levante como si tuviera resortes en los pies. —Una cosa Susana, ¿cómo me tienes guardado en tus contactos para que no sepas que soy yo. —Bu-bueno... yo... —mire mi celular y decía claramente Ismael Prego —Puse tu nombre... tal cual. —Qué vergüenza, que poco cariñosa eres con tu esposo —Aquellas palabras me recordaron la entrevista y supe que me estaba tomando el pelo como siempre. —De casualidad... ¿Viste la entrevista? —inquirí incómoda. —Sí, hablas muy bien de tu esposo, me gusto. —Estás mintiendo, me catalogan como una esposa florero que su esposo no le atrae, es un escándalo para la familia Prego. Lo sie
Deseos prohibidos Ismael se inclinó hasta mí juntando nuestros labios, un beso demasiado inocente y tranquilo para lo salvaje de su pasión, fue tan raro que me inquiete al instante... que era lo que pensaba su sucia mente, abrí mis ojos de repente, percatándome de donde estábamos, mire el gran ventanal que tenía a mi derecha de la ciudad detrás, y con rapidez pose mi mano en su boca apartándolo para vernos a los ojos. —Alguien puede venir, Ismael... y de paso está esa ventana. Así que mejor paremos aquí, porque ya sé lo siguiente que pasara. —sonrió malicioso. —¿Por mi bien? Estoy con mi esposa... de paso que se enteren de que hay mucha pasión en nuestra relación —fruncí el ceño ante su calmada y pasiva sonrisa, y entonces soltó un suspiro. —No me dejarás divertirme, ¿no? —negué en silencio e inquirió —¿te preocupa que puedan vernos desde abajo? —¿A ti no? —sonrió de medio lado, y con eso me fue suficiente para responderme. —Te prometo que no se puede ver nada desde afuera, no es
El pasado nos separa —¿Ismael por qué te fuiste de la universidad? —la miré sorprendido. —¿Cómo sabes eso? ¿Me investigaste? —¿Por qué me preguntas eso? Sabes a qué me refiero... solo me lastimas fingiendo. —Dijo con una tristeza genuina. Entonces lo supe en aquel momento, lo que había experimentado desde nuestra última reunión no eran imaginaciones mías, Susana me conocía y no era la primera vez que lo decía, ella me reconoció cuando nos vimos la primera vez, toque mi cien un poco adolorido y al alzar la mirada a uno de los solitarios rincones de la oficina asustado la aparte con rapidez. —¿Que quieres saber...? —indique incómodo, arreglando mi ropa, intentando calmar mi respiración. —No quiero indagar en tu vida... solo quiero entender por qué te fuiste sin decir nada, ni dar ninguna explicación a nadie, sé que no éramos los mejores amigos, pero... —Pues tú ya lo dijiste, no debíamos ser tan cercanos ... No me gusta hablar de mi pasado, así que olvídalo Susana, no es interesant
Una ayuda para la esposa —Por favor... no lo hagas, escúchame. —Intente calmarla mientras sostenía mi celular con una mano y el volante con otra, la fuerte lluvia que estaba cayendo me impedía ver el camino. Solo podía escuchar la respiración acelerada de su voz. —Tengo miedo, Ismael... tengo mucho miedo.—Susurro entre lágrimas. —Espérame, ya estoy por llegar. Hablemos... podemos hablar. —¡No! No quiero esperarte más. —¿para qué? Para que me mientas... ¡Te vi! ¡No mientas, estabas con otra mujer! —No es lo que piensas, charlemos... déjame explicarte, pero no hagas nada de lo que podrías arrepentirte —de repente la luz de los faros en aquella tórrida de un auto se atravesó. —Ya es tarde... No hay vuelta atrás. —¡Noooo, Vep! Por favor no hagas esto... —di un volantazo fuerte perdiendo el control del auto mientras la fuerte bocina se metía en mis tímpanos. Tome una fuerte boca de aire, irguiéndome con la respiración acelerada acompasada con el fuerte pitido del claxon. Pip... pip
Mi maldición Di un fuerte volantazo deslumbrado por las luces de los faros del otro auto. Mi auto dio vueltas preso del asfalto mojado de aquel día tan lluvioso. Cuando el auto por fin se detuvo, alce mi mirada con la respiración rápida, el shock de lo que acaba de pasar, me había dejado inerte en mi asiento mirando el percal. Intente salir de mi estupor, tome mi celular y con rapidez salí de mi auto en la fría noche lluviosa que aquel nefasto día que se repetiría en mi mente una y otra vez. Revise mi celular con mis manos torpes, alce mi mirada y grite con fuerza. —¡Velooo! —grite con pánico al no verla, deseando que me respondiera, no podía buscarla en ese espeso bosque, mire mi celular y ancle la ubicación por GPS que horas antes me había enviado y adjuntando una imagen en medio de la nada. Me adentré en las fauces de aquel bosque enlodado por la lluvia, y las secas ramas que me impedían seguir, los truenos retumbaban en el cielo, iluminando de vez en cuando un camino inexistente.
El uno del otro. —Habla. —Le contaré todo, pero prométame que si decide ayudarnos, lo hará de manera discreta. No quiero que Susana sienta que traicione su confianza, ella es una chica que siempre le ha gustado hacerlo todo por sí sola... así que por favor no se lo diga nada. —Bien, ya me estás preocupando. ¿Qué pasa? —Se lo contaré, siéntese porque es una larga historia. —Dígame, señor Ismael. ¿Me llamo? —pregunto shon entrando a mi oficina. —Necesito que me hagas un favor, es sobre el tema Susana, ya sé lo que está pasando con ella y Jeremy. —Dije sin poder esconder mi irritación, no entendía por qué no me había contado nada. Estaba claro que esto me involucraba en el momento en el momento en el que Jeremy la chantajeo suciamente conmigo. —Necesito que llames a mi tía, dile que es urgente que se presente. —Por supuesto lo haré de inmediato. ¿Pasa algo, señor? —solté un fuerte suspiro, pasando mi mano en mi sien, estas malditas jaquecas no se iban. —No la entiendo, Shon... ¡S
Para toda la vida, mi amor —¡aaah! Mi pierna... no la siento. —¡No me sueltes, Velo! Aguanta un poco te subiré — increpé con dificultad sosteniendo su mano en la orilla de aquel precipicio, apuntó de caerse, la fuerte lluvia que caía sobre nosotros me impedían sujetarla, desperado de ver como poco a poco me era más difícil sostenerla solté un grito de auxilio. —¡Ayudaaa! — jalé con fuerza mirándome a mi alrededor. —Ya déjame caer... —¡No! No te dejaré morir. —Porque... ¡Ahora te arrepientes! ¡No seas hipócrita, jamás te importé, Ismael! Suéltame... deja que muera —increpo, sollozando, intente levantarme mientras mi brazo temblaba por la fuerza que ejercía, y con rapidez utilice mi otra mano utilizando las últimas fuerzas para subirla. —No te dejaré morir por mí... —dije con la voz temblorosa. —No des tu vida por un riquillo que no vale la pena, Velo... —indique con esfuerzo, moví mi pierna hacia atrás, arrastrándola y otra adelante para darme el impulso de jalarla hacia mí. Inte