Un plan en marcha Abro la puerta y el salón está sumido en completa oscuridad, me quité mi gabardina y colgándola en el perchero, me pregunté donde estaba Susana, ¿tan molesta estaba para no recibirme? ¿Dónde diablos estaba Susana? Me dirigí hacia el suiche de la luz, cuando escuche una voz de ultratumba detrás de mí. —Buenas noches, señor Prego. —pegue un respingo, girándome con rapidez. —¡Por dios Susana, que haces aquí a oscuras! —estaba en el sillón mirándome con seriedad. —Pareces la mala de una película antigua, me quieres matar de un susto —Dije con media sonrisa acercándome a su estilizada figura que solo llevaba unos pentalonsillos cortos de seda roja y una camisa de botones del mismo color. —Dime una cosa Ismael, ¿tuviste algo que ver con Fucsia? —¿Fucsia? Que eso, ¿un color? —indique con una sonrisa, tomando un mechón de su cabello mojado entre mis dedos, así que de ahí provenía aquel embriagador olor, acababa de salir de la ducha. —Ja, Ja, Ja, qué gracioso. Hablo en
Un secreto a pasos. —¿Luna de miel...? Realmente quieres viajar con lo ocupado que estás, si es por la entrevista olvídalo...—inquirí viéndolo ponerse sus bóxers sin ningún pudor. Me miro, y con una sonrisa soltó. —Ya te dije que me dieron vacaciones. —Tampoco estoy de acuerdo que por mí la madre de Jeremy... —tapo mi boca y negó. —Me prometiste que no ibas a discutirme si te contaba que había acordado con mi tía, yo sé lo que hago... así que confía en mí. —Aparto su mano y agazapando mi mirada, le escuché decir. —¿Dime a donde te gustaría ir? —alce la mirada y con una sonrisa rádiente que me contagio indique vacilante. —No lo sé, algún lugar donde no haya ido con Jeremy, siempre que íbamos de vacaciones, llevaba a sus amigos y yo terminaba pagando todo sin disfrutar nada. —¿por qué lo hacías? —Jeremy me lo pedía, siempre era con la escusa que sería solo esa vez, pero al final siempre se repetiría, y yo lo hacía porque no quería desentonar con sus amigos ricos, no quería ser un
Amor en las alturas. De repente se asomó la azafata y con brusquedad aparte a Ismael casi lanzándolo al suelo, para cuando entro del todo la azafata, cada uno estaba en su respectivo asiento, la risilla Impertinente que tenía Ismael en su semblante era insoportable. Siempre le gustaba jugar con esto. —Disculpen las molestias, quiere una copa de champaña. —No muchas... —¡Yo sí! —tomé una copa e Ismael me miro confuso. Cuando la chica se fue indicó. —Seguimos con lo que... —Wow, tienen para ver películas, jamás había visto esta. —Tome unos audiófonos y prendí la pantalla, sentí un segundo su mirada, pero luego tomo su tablet para ponerse a trabajar, respire con alivio... no quería tener sexo en un avión, era de depravado, y si alguien nos oía, no estábamos totalmente separados de los demás. Por otro lado... lo miré de reojo y una preocupación embargó mi alma. Tenía que averiguar que le había pasado a Ismael... tal vez si lo descubría podía por fin cerrar aquella herida que me provo
—¡Oh, por dios! Esto es precioso... —propine viendo como la piscina del hotel era el mismísimo mar cristalino, jamás había visto un diseño tan curioso. Corrí hacia las aguas, bajando las escalinatas, el frescor que sentí al remojar mis pies en este día caluroso, fue la mejor sensación que necesitaba después de días de estrés. Alce mi rostro tapando mis ojos con mi brazo, era un día hermoso. Mire tras de mí y vi a Ismael con una gorra, camisa amarilla abierta de botones floral, bermudas blancas y sandalias. Se encontraba debajo de una gran sombrilla recostada en una tumbona con los ojos cerrados o eso parecía bajo esos lentes de sol.—¡Ismael, entra conmigo!— llamé con fuerza, bajo sus lentes para mirarme, y con su dedo índice me instó acercarme a él. Con el ceño fruncido me acerqué y propiné cruzándome de brazos.—No puedes responderme desde ahí, siempre tan creído —sonrío de medio lado y subiendo sus lentes me miro con detenimiento.—Bonito bikini... pero lo que más me gusta son esas
Te amo Era yo... tenía fotos mías de la entrevista de aquel día, entonces pensé con realismo y me dije a mí misma que tal vez era para mandarlas alguna revista. —No te dije que me entregaras eso... —tomo su teléfono de mis manos dejándolo aún lado. —Pensé que tendrías fotos tuyas vergonzosas, perdón...—entonces tímida pregunte. —Entonces... tienes esas fotos porque estabas preocupado por la entrevista, supongo que te preocupaba que tu esposa no saliera decente. —Dije manipulando la espuma con nerviosismos. —¿Realmente crees eso? —Bueno, es normal... tú tienes que cuidar tu imagen —lo oí suspirar con fuerza para oírlo decir. —Odio esa palabra... imagen, apellido, la importancia de la familia... lo odio. —Me giré para verlo posar su mano sobre sus ojos, agotado... un agotamiento que parecía cargar por el resto de su vida. Pose mi mano en su rostro y bese la comisura de sus labios, sorprendido me miro y con rapidez dije apartando de mi mente aquellos pensamientos de amor que surcab
El pasado vuelve al presente. Respiraba con rapidez sobre su pecho sudoroso y nuestro placer en fluidos ... Alce mi mirada y sus ojos recayeron en mí al darse cuenta de como lo miraba. Acerque mi mano a su rostro e inquirió. —Y esa mirada... acaso quieres quejarte de mi mala saña. —Ismael... creo... creo que te amo —bese sus labios y al separarme de su rostro su expresión cambio. —Yo... creo que te amó, Ismael... —mi pecho se oprimió sintiendo un intenso dolor de cabeza, flashes me vinieron a la mente tan rápidos y confusos, eran recuerdos... y en todos ellos estaba Susana. —Ismael... no siento que haya confundido nada, tu actitud... la mía, al menos hablémoslo —volvió a decir con tristeza. —Tengo que... lo siento —consternado, me levante apartándola, mientras la confusión surcaba su semblante, se levantó de la cama y propino. —¡Sé que no me recuerdas! Pero tenía que sacarme esta espina que llevaba cargando en mi pecho por tanto tiempo... Esperándote, no era justo que siguiera g
Ella y yo. —Ismael... —¿quién me llama...? —inquirí en medio de aquel oscuro lugar. —Ismael... —¿Quién eres? Porque no te veo... —Volví a preguntar buscando su voz como la luz de un faro en la oscuridad. —Sabes quién soy... muy dentro ti lo sabes... —No... lo sé. —¡Llevas mi sangre en tus manos, ya lo olvidaste tan pronto! —No... no es verdad, Viola por favor... ¡Yo no te mate! —¡Me hiciste amarte hasta la muerte... morí en tus brazos por tu culpa, y me llevarás para siempre como una carga que acongoje tu vida, esa es tu maldición, amor mío! —su risa resonaba en mi cabeza como un eco de la muerte al que no podía escapar de ella. —¡Perdóname! ¡Perdóname ya, por favor....! Me levanté con la respiración acelerada, mientras las gotas de sudor surcaban mi frente mire a mi lado y estaba a ella... mi maldición. Me levanté corriendo al baño y vomité hasta que mis entrañas escupieran el asco que sentía por mí mismo. Desde cuando empezó... desde cuando empecé a verla a mi lado todo el
La mugre debajo de la alfombra —Si no os visite es porque he estado muy ocupada con el negocio de catering. —Ah, sí... pero para casarte y no invitar a tu familia, o simplemente avisarnos, eso no te pareció pertinente. ¡Además, cuantas veces te dije que tener ese negocio te quitaría tiempo... pero haces lo que quieres siempre, no te importa lo que pensemos! —Increpo dejando la bolsa de la compra con fuerza. Suspire con fuerza y me levante hacia la cocina donde estaba rezongando con molestia. —Lo del matrimonio fue tan repentino que ni yo puede gestionar con tiempo, mamá... ni siquiera la familia de Ismael estuvo, así que no es que no contara con ustedes... él lo quiso de esa manera. —¿Y entonces porque te casas con un hombre así? No tiene sentido, Susana... tan poco dedicado, tan poco construido... parece que lo hayas hecho por obligación, siempre haces esto... —al oír esas últimas palabras increpé colérica. —¿El que hago mamá?! ¡Dilo! Independientemente de lo que haga, siempre lo