Capítulo56
Con una calma inquietante, casi fría, Selene empezó a golpear suavemente el volante con sus delicados dedos mientras observaba a Ana, que estaba visiblemente molesta, actuando como una especie de payaso que intenta suicidarse.

Entonces, con su voz suave y agradable, Selene habló de nuevo:

—Señora Herrera, no olvides que fue tu familia la que mató a mi hijo. ¿Tienes la conciencia tranquila después de todo este tiempo?

La respuesta de Selene dejó a Ana sin palabras, mostrando una expresión de pánico extremo.

Con una sonrisa fría, Selene la advirtió:

—Ana, aprecia los días que tienes ahora. Porque lo que te espera en el futuro será una pesadilla sin fin.

Sin más preámbulos, pisó el acelerador y el motor rugió, seguido de unos fuertes golpes. Chocó directamente contra el lujoso coche que bloqueaba su camino y se alejó del estacionamiento subterráneo, dejando a Ana allí parada, con el rostro pálido como el papel.

Selene condujo su vehículo de forma suave por las calles de la ciudad. Pensó
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