Capítulo 128
Ella quedó momentáneamente cegada por las luces del auto y no pudo ver quién estaba dentro. Justo cuando agarraba el volante, preparándose para pisar el acelerador y avanzar con decisión, una cabeza asomó desde el interior del vehículo.

—¡Señorita Soto! ¡Soy Damián!

Al ver que era Damián, Selene dejó escapar un suspiro de alivio, aflojando ligeramente su agarre en el volante.

—Señorita Soto, ¿se encontró con don Andrés?— preguntó apresuradamente Damián.

—Está en el auto, está herido. Llévalo rápidamente a urgencias.

—¿Qué? ¿Don Andrés está herido de nuevo?— Damián bajó del vehículo y corrió rápidamente hacia el auto de Selene.

Miró al Andrés sentado en el asiento del copiloto, con la camisa teñida de rojo por la sangre, y dio un respingo, sorprendido.

—No es nada— dijo Andrés con indiferencia.

—Don Andrés, lo ayudaré a entrar a la sala de urgencias para que lo atiendan— dijo Damián, intentando ayudar a Andrés, pero este lo apartó directamente.

Se acercó a Selene, agarrando su mano lige
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