Planes malvados

Me quedé sumergida en mis pensamientos, ahí estaba acostada en el amplio sillón de la sala. ¿Qué podría hacer para que Aitor se rindiera? Debía de ser algo terriblemente desagradable para que lo hiciera. ¡¿Pero qué?!

Sabía que era un tipo fuerte y tenaz, no se rendiría de la manera fácil… ¿Cuál era su punto débil? Sabía que era alérgico a la pimienta, de niño le tenía miedo.

—Podría prepararle algo lleno de esa especia —pensé en voz alta.

Sería gracioso, su cara se hincharía y se tornaría roja. Tenía una pequeña lista de cosas que podía hacerle.

 

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