Intimidación

—Dímelo de una vez —rugí, mirándolo amenazantemente.

Aitor me miró con risa contenida y juntó las cejas con una mueca de duda. La cabeza me estaba doliendo demasiado y me sentía algo mareada.

—Mmm… no. Creo que no. —se negó con una sonrisa fanfarrona.

Abrí los ojos impresionada, ahora sí estaba segura, ¡Aitor era el diablo en persona!

—¡Maldición! ¡Primero me drogas, me provocas amnesia y te aprovechas de mí! ¿Qué más quieres? ¡¿Mis ojos?! —grité incrédula, no lo entendía, ¿qué quería de mí?

—Tal vez, son lindos. Es el verde que justamente me gusta.

Continuó avanzando a paso lento, rodeando la cama hasta ponerse frente a mí, se colocó en su pose «soy genial e irresistible», parándose algo inclinado al flexionar una rodilla y metiendo sus dedos pulgares en los bolsillos de su pantalón, sin olvidar su sonrisa de lado.

Esa era una típica técnica para conquistar mujeres

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