La abrí y saqué disimuladamente mi cámara, era bueno que todavía siguiera ahí. En un segundo, una mano me la quitó de nuevo.
—Dámela —levantó el brazo demasiado alto sin mirarme a los ojos. Entonces era eso lo que quería y no mi linda bolsa. Esto me daba mala espina—. ¡Espera! ¿Por qué quieres mi cámara?
—Porque es evidencia —aguantó una carcajada y algo en mis ojos me decía que esto sería horrible.
—¿Evidencia de que? ¡¿Me tomaste fotos?! —lo miré incrédula, no era posible que después de todo, me estuviera torturando con las evidencias.
—Tú también me tomaste.
Rayos, sí se había dado cuenta.
—¡Eso ya no importa! Muéstramelas —ordené tratando de quitársela, pero nuevamente la alejó de mí.
—Te las mostraré… sólo si dices que te rindes.
—¡¿Qué?! ¡Ni loca! ¡Entonces no quiero verlas! —me negué, dándole la espalda.
Pero mi curiosi
—Entonces, como por el momento estamos en paz, no me interrumpirás al ver las fotografías, ¿cierto? —divagué, jugando con la cámara entre mis manos.Lo miré disimuladamente, él me observaba con una sonrisa divertida y satisfecha.—Claro, no haré nada, puedes verlas con toda confianza —dijo alzando los hombros y haciéndome una seña de que continuara.Lo miré, estrechando los ojos con suspicacia.—Confianza es lo que menos te tengo —susurré, alejándome y sentándome en el sillón más próximo. Subí una pierna y la doblé debajo de mí, acomodándome hasta estar completamente a gusto.—Míralas, bórralas y listo —gruñó, mientras avanzaba amenazantemente hacia mí.<
Miré a Aitor y su expresión se relajó por fin.—Es una amiga, una vieja amiga —contestó algo deprisa, antes de bufar algo fastidiado.Lo miré confusa, algo me decía que había algo más en esto, pero no le preguntaría, seguro que no me contestaría con la verdad, entonces solo quedaba una cosa: seguir molestándolo.—Y todavía la consideras el amor de tu vida, ¡qué tierno! —hice una voz aguda y chillona, mientras pellizcaba su mejilla. Aitor se puso rojo y apartó mi mano, envarándose firmemente.—¡No es cierto! ¡Estaba bromeando! —se excusó en medio segundo—. Y ahora tú dime, ¿quién es ese tal Owen? —preguntó, pero nuestra diferencia era que yo tan siquiera intentaba sonar desinteresada pero él… sonaba como un esposo celoso, lo cual me provocó una sonrisa.—Un amigo, un actual amigo —susurré mordiéndome el labio, confundiéndolo aún más.Aitor alzó las
No podía creer lo que estaba escuchando, mis amigas pensaban cosas inapropiadas de mí y lo peor de todo es que imaginaban que tenía algo con… ¡Aitor!¡Trágame tierra, que me mate un meteorito o me succionen las arenas movedizas! Sólo de pensarlo se me revolvía el estómago.¿Cómo era posible que pensaran eso? Cuando yo les había dicho cientos de veces cuánto lo odiaba… y lo sigo haciendo aunque ya un poco menos, pero... ¡No! ¡NO! Y ¡NO! Eso nunca y que me oiga toda la galaxia. ¡Jamás va a pasar! ¡Imposible!— ¡Ay, por favor, Chloe! Ya no somos adolescentes, todas sabemos que cuando alguien no llega a dormir es porque algo ocurrió —sonrió Katrina burlescamente.— ¡Y queremos todos los detalles! —canturre&oacut
Aitor POV—Hogar, dulce hogar —suspiré complacido al entrar por la puerta, de nuevo solo sin nadie que me moleste ni siquiera Chloe/Inés.Era magnífico tener un poco de paz en este lugar que antes fue todo un infierno por la visita de mi enemiga íntima.Estiré mis brazos, y me quité los zapatos y la camisa mientras caminaba hasta el baño, necesitaba una ducha fría para despertar bien o quizás luego irme a dormir.Luego de terminar de bañarme, me puse ropa limpia e instintivamente miré hacía el reloj que estaba en mi habitación, marcaba la 1:45 de la tarde.—¡Maldición! ¡Es tarde! Otra vez con esa loca hippie —gruñí, pasándome una mano por mi cabello húmedo.Estaba harto de ir a terapias psicológicas, todo porque una vez…bueno, un par de veces golpeé a los empleados de la empresa donde trabajaba, tenía ciertos arranques de enojo y golpeaba a quien fuera que se me
—Y no trates de huir, quiero que contestes y quiero sinceridad —me advirtió, señalándome con la pluma de su mano. La miré algo molesto y bufé volviendo a recostarme, escarbando en mi cerebro para poder responder…—No sé, confusión —musité perdiéndome en mis cavilaciones.Chloe era tan complicada, había conocido muchas mujeres y la mayoría eran falsas, trataban de verse bien y comportarse para que nos gustaran, aun sin conocerla mucho, había muchas cosas diferentes entre una mujer normal y Chloe, hasta podía decir algunos ejemplos:1) Si yo saliera a comer a un restaurante con la mujer X, ella seguramente ordenaría una ensalada. Chloe, lo más seguro era que pidiera una gran cantidad de comida aún sabiendo que no se la iba a terminar, sólo para que yo gastara mucho dine
Chloe POV—Muy bien, eso es todo. Hasta mañana —dio por terminada la última clase un hombre canoso de lentes de botella.Por fin, ya estaba pensando seriamente en comprar una pistola y darle unos cuantos tiros a los profesores que solo se ponían a hablar y bla, bla, bla…Lo bueno era que mañana sería viernes, los días se habían pasado tan lento y yo seguía recordando el pequeño momento que había compartido con Aitor y su simple beso en mi mejilla.Gruñí asqueada por tanto pensar en ello, cada momento Aitor el diablo se me metía en la mente y me daba una mala pasada.A veces llegaba a pensar que me había lanzado un hechizo para que su presencia atracara mi cerebro, o no sé, tal vez tenía un muñeco vudú con mi nombre y alguna prenda mía con la que me estaba torturando poco a poco hasta dejarme sin fuerzas.Desde que lo escuché decir que nos veríamos el vier
—¡Qué bueno que es viernes! Ya no soportaba más al Señor cara de papa y su estúpido peluquín mal acomodado —refunfuñé cuando salía de bañarme ya con ropa limpia y muy cómoda, lista para acostarme en un sillón, comer palomitas y chocolates, mientras veía la televisión, ese era mi viernes perfecto.Katrina y Amanda terminaban de lavar sus platos luego de comer. Luego se sentaron en una de las sillas del comedor para acompañarme.—Oigan…ya que es viernes ¡Hay que salir a divertirnos! —gritó alegre Amanda, moviendo sus pies de arriba a abajo.—¡Sí! Escuché que abrieron un lugar genial no muy lejos de aquí. ¿Vamos? —preguntó Kat, miró a Amanda y esta aceptó, desde luego, me miró a mí
Nuestra comida llegó y empezamos a probarla casi con nerviosismo. Ambos no prestábamos mucha atención a lo que había en nuestros platos, sino más bien a nuestro acompañante. Yo lo miraba cada minuto para ver si seguía ahí y de vez en cuando me topaba con la mirada de Aitor, mirándome igual con disimulo. Debía admitir que me preocupaba que estuviera aburrido o que ya quisiera irse, ya que ninguno se atrevía a hablar. Picaba mi comida distraídamente con mi tenedor, mientras buscaba un tema de conversación, de vez en cuando me llamaban la atención algunas decoraciones del lugar, aunque había venido decenas de veces, todavía me gustaban. Era raro que Aitor no me