Estuve dando vueltas de un lado a otro buscando la ropa adecuada para ir a mi «plan malévolo» preparado para Aitor. Tenía que llevar algo lindo para fingir que íbamos a una fiesta y no a una simple reunión informal para pasar el rato.
Caminé deprisa hacia mi gran ropero y lo abrí viendo muchos conjuntos. Batí y moví todos pero no hallaba qué ponerme, era tan estresante cuando sabiendo que tienes mucha ropa no sabes qué vestir. Y siempre la frase de una mujer es:
—¡No tengo ropa! —alcé la voz, volviendo a mover los ganchos para ver si mágicamente aparecía un nuevo conjunto.
Solo esperaba que no saliera mi hada madrina, porque no aceptaría su chantaje de «regresa a la medianoche»
¡Pf! Si hubiera sido yo Cenicienta, hubiera agarrado a la hada por el cuel
—¿Qué? —musité, fingiendo que no lo escuchaba.—¿Por qué quisiste salir conmigo, si antes no querías verme? —estrechó los ojos.Era buena pregunta y tenía que contestar de forma amable, si por mi fuera, le habría dicho: “Mejor cállate, di que te invité para que no estuvieras solo como un marginado social”—Es una simple fiesta. Aparte, quiero que nos llevemos mejor, no me gusta estar peleando por todo, Aitor —respondí, mirando distraídamente por la ventana.En parte era cierto, no me gustaba pelear, pero él siempre me provocaba. No era que quería estar más tiempo a su lado, claro que no.—Vaya, qué cambio. ¿No será por lo de la apuesta?¡Rayos! No se había olvidado de ella, lo que me hizo pensar, ¿qué estará planeando para ganar? No lo sabía, pero yo era la que haría la primera jugada.—¿Qué apuesta? —pregunté con mi mejor cara de “¿Qué demonios es eso?” No qu
Aitor POVChloe se apartaba dando cortos pasos hacia atrás, mientras yo intentaba amenazarla con la mirada para que no me dejara. No resultó y se ocultó entre la multitud de personas bailando locamente. Me quedé atónito y con fuego en mis ojos.Sentí otro tirón de mi brazo y otro de mi camisa. Volteé protestando, pero antes de que pudiera soltarme, me jalaron haciendo tambalearme y caer sentado entre las mujeres.Estas me abrazaron fuertemente, mientras que decían cosas como «Qué lindo eres» «No te sientas incómodo» «Qué ternura» Mientras que yo intent
Miré a Chloe de reojo, ella sonrió abiertamente, mientras negaba levemente con la cabeza.Miró el pastelillo de su mano y le dio un pequeño mordisco. Lo saboreó y volvió a comer, tal vez sí estaban buenos. Sonreí y decidí esperar a que llegara el momento.Si no fuera por la música creo que me hubiera quedado dormido, no sé cuánto tiempo pasó exactamente, pero cuando miré a Chloe, ya no tenía nada en la mano y tenía una expresión risueña. Se levantó de golpe y se dirigió a mí.—¡Hey, Aitorsito! ¡Vamos a bailar! —gritó dando brinquitos, mientras me tomaba del brazo para levantarme. La miré con los ojos muy abiertos, era un chiste o ya había causado efecto la marihuana.—¿Qué te pasa? —pregunté con suspicacia.—¡Nada! ¡Estoy feliz! —siguió jalándome, hasta caminar conmigo hasta la pista.—Genial. ¿Me das tu cámara? —pregunté, señalando su bolsa.Ell
—Deja de hacer eso —repetí por enésima vez. Inés seguía brincando de un lado a otro en mi casa y agarrando sin permiso mis cosas, además de comer los postres de mi refrigerador. Llevaba cerca de una hora así de eufórica, parecía no cansarse nunca, no sabía con cuántas dosis de éxtasis o marihuana habían preparado esos brownies, pero estaba seguro de que nunca más se lo daría a una persona. ¡Y mucho menos a Chloe! Estaba muy, muy molesto e irritado. Mantenía mis manos en mi cabeza y con los dedos pulgares tapaba mis oídos para evitar escuchar su escándalo. Había intentado sobornarla con dulces para que se callara, incluso le grité y traté de someterla, pero no lo logré, sus malditas energías era mayores que las mías. —¿Qué es esto? —escuché nuevamente su enfadosa voz, que preguntaba lo mismo desde que llegamos. La miré cerca del buró de
—Ve a dormir —ordené, mirándola con frialdad.Debía de entender que no quería nada con ella. Inés sonrió de lado y tocó mis labios con un dedo.—Te ves encantador cuando te enojas —murmuró, mordiéndose el labio inferior.Estaba usando todas las tácticas con las que una mujer vuelve loco a un hombre. Y para no caer en la tentación, era mejor alejarse de ella.Me moví deprisa hacia la alacena y saqué un envase de leche y la serví en un vaso. Me giré hasta ella y se lo extendí.—Ten, tómatelo —le mandé, incitándola a tomarlo.Inés lo agarró, pero lo miró con desconfianza como si le hubiera echado algo para drogarla… Bueno, esa metáfora ya no me serviría.—¿Qué es? —preguntó inocentemente.—Es leche tibia, para que te duermas de una vez —musité, cruzándome de brazos y esperando que lo bebiera.—¡No quiero! —negó con un p
—Dímelo de una vez —rugí, mirándolo amenazantemente.Aitor me miró con risa contenida y juntó las cejas con una mueca de duda. La cabeza me estaba doliendo demasiado y me sentía algo mareada.—Mmm… no. Creo que no. —se negó con una sonrisa fanfarrona.Abrí los ojos impresionada, ahora sí estaba segura, ¡Aitor era el diablo en persona!—¡Maldición! ¡Primero me drogas, me provocas amnesia y te aprovechas de mí! ¿Qué más quieres? ¡¿Mis ojos?! —grité incrédula, no lo entendía, ¿qué quería de mí?—Tal vez, son lindos. Es el verde que justamente me gusta.Continuó avanzando a paso lento, rodeando la cama hasta ponerse frente a mí, se colocó en su pose «soy genial e irresistible», parándose algo inclinado al flexionar una rodilla y metiendo sus dedos pulgares en los bolsillos de su pantalón, sin olvidar su sonrisa de lado.Esa era una típica técnica para conquistar mujeres
La abrí y saqué disimuladamente mi cámara, era bueno que todavía siguiera ahí. En un segundo, una mano me la quitó de nuevo.—Dámela —levantó el brazo demasiado alto sin mirarme a los ojos. Entonces era eso lo que quería y no mi linda bolsa. Esto me daba mala espina—. ¡Espera! ¿Por qué quieres mi cámara?—Porque es evidencia —aguantó una carcajada y algo en mis ojos me decía que esto sería horrible.—¿Evidencia de que? ¡¿Me tomaste fotos?! —lo miré incrédula, no era posible que después de todo, me estuviera torturando con las evidencias.—Tú también me tomaste.Rayos, sí se había dado cuenta.—¡Eso ya no importa! Muéstramelas —ordené tratando de quitársela, pero nuevamente la alejó de mí.—Te las mostraré… sólo si dices que te rindes.—¡¿Qué?! ¡Ni loca! ¡Entonces no quiero verlas! —me negué, dándole la espalda.Pero mi curiosi
—Entonces, como por el momento estamos en paz, no me interrumpirás al ver las fotografías, ¿cierto? —divagué, jugando con la cámara entre mis manos.Lo miré disimuladamente, él me observaba con una sonrisa divertida y satisfecha.—Claro, no haré nada, puedes verlas con toda confianza —dijo alzando los hombros y haciéndome una seña de que continuara.Lo miré, estrechando los ojos con suspicacia.—Confianza es lo que menos te tengo —susurré, alejándome y sentándome en el sillón más próximo. Subí una pierna y la doblé debajo de mí, acomodándome hasta estar completamente a gusto.—Míralas, bórralas y listo —gruñó, mientras avanzaba amenazantemente hacia mí.<