No encendí la radio, ya que posiblemente sonaría una canción corta venas que lo único que haría es ponerme mucho peor.
Manejé inconscientemente, mientras que mis pensamientos viajan mucho más allá que la carretera frente a mí. Muchas preguntas y pocas respuestas.
Mi mente iba desde la posible hipótesis de que Aitor y Vanessa tenían solo una relación de amigos y ella sólo era manipulada por Carlson, hasta la horrible suposición de que Carlson y Vanessa buscaban arruinarme.
Dejé caer la cabeza en el volante frente a un semáforo en rojo. No tenía idea de cómo enfrentarlos, qué decir y qué no decir, solo sabía que entre más ocultaba es
Los días pasaron tan lentos, tal vez eran mis ansias de volver a ver a Aitor o quizás la razón era que no tenía muchas actividades que hacer en la casa de mi madre.Era un tanto abrumador estar encerrada, y por más salidas de compras o juegos de mesa que me obligaban a jugar, mi ansiedad no se calmaba.En cierta forma la comodidad que antes sentía al estar aquí se había ido disminuyendo sin notarlo. Antes solía estar horas y horas frente al televisor, comiendo cualquier cosa y charlando tonterías con mi mamá, ahora las cosas habían cambiado.No podía decir que fue ella la que cambió, porque sabía claramente que había sido yo. Ya no
Antes de que mi instinto asesino y salvaje me hiciera arremeter contra Amanda, ella se puso a la defensiva mucho antes que yo.— ¡Tú estás de testigo! ¡Yo no dije nada! ¡Nada! —levantó las manos y dio un paso atrás.Ni siquiera miré a Aitor, solo clavé la vista a la nada, mientras que me preguntaba internamente, ¡¿cómo diablos se enteró?!—¿Cómo…? —gemí sin completar mi pregunta.—Es más que obvio, está cargando tu equipaje —respondió con obviedad, señalando la cara de sufrimiento de Aitor.
Aitor me miró intrigado, noté algo de incomodidad y miedo en sus ojos. Se removió en la banca y metió las manos en sus bolsillos.—¿Qué sabes de ella? —preguntó con el ceño fruncido.—Más de lo que piensas —musité, desviando la mirada.—Bien…entonces dilo—presionó, acercando su rostro.Titubeé un par de segundos.—No, antes debo preguntarte algo… —negué con la cabeza y lo miré a
—¿Entonces le dijiste todo lo que sabes de esa tal Vanessa? —preguntó Katrina, después de tomar un sorbo de su té helado.—Sí... más o menos —susurré, mirando mi taza de café, mientras agitaba con una cuchara el líquido casi blanco por tanta crema.—¿Cómo que más o menos? ¿Qué no le dijiste? —su voz se tornó más aprehensiva.Inmediatamente me puse nerviosa, Katrina podía ser muy persuasiva e intimidante cuando lo deseaba y aún más cuando sabía casi toda mi vida.—Me faltó algo realmente importante, pero creo que es mejor que no se entere —hablé con rapid
Tuve miedo de girar y mirarlo, sabía que era mejor ignorarlo y entrar deprisa al departamento.Pero yo no era así, siempre enfrentaba situaciones complicadas y les daba la cara. Solo que ahora era más complicado, no deseaba ver a Carlson, sus malditos juegos manipuladores me hacían ceder con demasiada facilidad.Y como siempre, controlaba mi orgullo.Decidí saltarme la parte en donde Carlson comenzaba a molestarme con sus discursos infantiles, y me di la vuelta para enfrentarlo.Lo miré y de nuevo sentí ese extraño sentimiento de odio y ner
Parte 2Katrina POVChloe y Aitor llevaban vario rato peleando y me preguntaba cuánto tiempo les tomaría y si había alguna posibilidad de que todo acabara bien.No contaba con esa suerte, pero rogaba a los cielos que mi amiga esté bien.—¿Qué están haciendo ahora? —pregunté mordiéndome las uñas, mientras venía a Amanda con unos binoculares asomarse por la pequeña ventana.—Ella le grita —respondió con pocos detalles, haciendo que me pusiese ansiosa. Aitor POVLlegué quince minutos antes a mi cita con la psicóloga, jamás pensé que tuviera tantas ganas de hablar con alguien de lo que me pasaba y mucho menos creí ser capaz de llegar temprano con Camila.Simplemente lo que me había ocurrido ayer, había sobrepasado los límites de estabilidad emocional.Entré a paso rápido, ignorando a la nueva recepcionista que me decía que no era mi turno, no me importó y abrí la puerta de su consultorio.—Necesito su ayuda —solté sin más preámbulos, olvidando por completo que a esa hora tenía una cita con otrDesesperado por ayuda
La alarma sonó estrepitosamente, haciendo que me sobresaltara y mirara a todos lados buscando a quién agredir.Me restregué la cara con fastidio y luego le di un golpe seco al despertador, haciéndolo parar. Me levanté con pereza y caminé hasta el baño.Había olvidado lo que se sentía asistir a clases; esa horrible sensación de querer cerrar los ojos por dos minutos más, aquel estremecimiento por saber que te esperan siete horas más de aburrimiento, y en mi caso, la tediosa monotonía de convivir con otras empalagosas personas.—Odio la universidad —musité, mientras me miraba al espejo.