Ángel trató de abrir los ojos pero no lo consiguió al instante y algo en él, un instinto básico y asertivo, lo hizo permanecer con los ojos cerrados mientras intentaba identificar las voces que sonaban a su alrededor.No recordaba mucho, solo que había llegado al departamento de su madre y ella le había ofrecido un café mientras le preguntaba por su hermano. Después de eso el maldit0 de Guillermo había aparecido y había tratado de pelear contra él pero era como… como si no tuviera fuerzas.Lo último que había sentido había sido un golpe al costado de la frente y luego solo oscuridad.Intentó identificar qué había pasado con él. Estaba atado a una silla, a una mala porque le dolía el trasero, así que eso también significaba que llevaba bastante tiempo allí. Tenía las manos atadas a la espalda por detrás de la silla, y tampoco podía mover los pies. Por el momento al menos no tenía una mordaza en la boca, pero eso no era un buen indicio, porque significaba que nos les importaba si gritab
La camioneta Hummer, grande, la militarizada, había tardado solo cuatro horas en llegar después de que Kolya hiciera un pedido especial. Incorporarle un rastreador había sido cuestión de minutos, y para las siete de la mañana ya estaban esperando instrucciones con todo listo.—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —le preguntó Norton a Darío mientras cargaban las maletas del dinero en la Hummer—. Tengo gente entrenada para estos casos…—Y tu gente va a estar ahí, Norton, pero no voy a dejar la vida de Sammy en manos de nadie más —replicó Darío—. Ese trasero es mi responsabilidad, y créeme que no lo voy a dejar salir de mi vista.—Esto es una locura. ¿De verdad todo esto es dinero? —preguntó Norton viendo aquellas cincuenta maletas pequeñas.—Pues sí, eso es lo que la gente no entiende, el dinero pesa. Cada millón son diez kilogramos, multiplica eso por cincuenta y verás —le explicó Darío.—Es media tonelada…—Y va a ser la perdición de Guillermo, creéme. Si cree que puede escapar a
La resolución estaba retratada en el rostro de Guillermo cuando apretó aquel gatillo. Ya no estaba dispuesto a dejar que ganara nadie más que no fuera él.Sammy solo reaccionó, se levantó cubriendo a Ángel con su cuerpo y el primer disparo hizo eco en la habitación, impactando a la muchacha en plena espalda.—¡Sammy… no! —gritó Ángel sosteniéndola porque el disparo la había empujado hacia él, pero cuando el segundo disparo resonó, lo único que sintió Ángel fue el impacto de un cuerpo que los hacía rodar por el suelo.Darío se volvió de frente a Guillermo, haciéndoles de escudo desde el piso, y empezó a disparar a una velocidad que hizo a Guillermo salir corriendo de la casa.El Diablo suspiró mirándose el brazo donde había rozado el segundo disparo de Guillermo, le dolía como el demonio pero estaba saliendo poca sangre así que no era grave.Pero a su lado Ángel parecía desesperado mientras sacudía con fuerza a Sammy, que estaba tirada entre ellos dos.—¡Sammy…! ¡Sammy! ¡Darío…!—No me
La voz de uno de los paramédicos se alzó entre la multitud y llamó la atención de Norton.—Teniente, ¿a quién me estoy llevando? —quiso confirmar.—A los gemelos Rivera, Ángel y Darío, y a la señora Sahamara Reyes —le dijo Norton mientras subían a cada uno a una ambulancia y le ponían los collarines de inmovilización.Sammy fue la última en entrar a la sala de urgencias del hospital, y ya estaban los gemelos haciendo su berrinche y bajándose de sus camillas.—Pero que yo no necesito eso… —rezongaba Darío—. Yo estoy perfectamente.—Yo también estoy bien, ¡no me vaya a pinchar con esa aguja…!—Señores, por favor… —se impacientaba un médico—. Acaban de tener un accidente de auto, el protocolo es pasarlos por la TAC y hacerles una tomografía…—Oiga, doc… —Sammy levantó la voz haciendo que los gemelos la miraran—. Se pegaron fuerte en la cabeza y están desvariando. Si siguen haciendo berrinche los duerme y ya. Yo soy la esposa, yo autorizo la tomografía esa.—¿La esposa de cuál? —preguntó
Darío estaba aturdido. Cerró los ojos y respiró pesadamente mientras intentaba encajar aquel golpe. Había más de seis médicos en aquella habitación y parecía que todo el mundo estaba preocupado y concentrado en él.—¿Un… tumor? —balbuceó—. ¿En mi… en mi cabeza?El doctor frente a él asintió con un gesto de tristeza.—Así es. Es un tumor… relativamente grande.—¿No se puede operar? —preguntó Darío mientras sus ojos se cristalizaban.—Sí, sí se puede… —dijo el médico, pero por su tono el Diablo sabía que no era muy optimista.—¿Pero?El doctor miró a sus colegas y luego a él de nuevo.—El glioma está en un lugar de difícil acceso. No voy a mentirle el riesgo es muy grande —le explicó—. Las probabilidades de éxito para una operación como esta son del doce por ciento…—¡Joder! —Darío se inclinó hacia adelante porque hasta náuseas le había dado—. Eso quiere decir… que hay ochenta y ocho por ciento de probabilidades de que me muera en una mesa de operaciones…El médico pasó saliva, dar aque
Ángel se quedó mudo durante un segundo tan largo, sin moverse, sin pestañear, que Darío se echó atrás de nuevo en su asiento y suspiró. —Sí, así exactamente me quedé yo cuando me lo dijeron —murmuró y su hermano se sentó despacio frente a él. —¿De qué…? ¿De qué estás hablando, Darío? ¿Cómo que te vas a morir…? —La cochina tomografía de ayer. Cuando fuiste a pagar la cuenta del hospital el doctor me llamó. Me dijo que encontraron un tumor en mi cabeza. Los ojos de Ángel se cristalizaron en un segundo y arrugó el ceño. —Pero… ¿un tumor…? ¿Cómo? ¿No es operable? —balbuceó. —Pues sí y no. Tengo doce por ciento de probabilidades de sobrevivir a una operación y aun así me quedaría medio tonto. No me acordaría de ti, ni del abuelo, ni de Sammy… ni siquiera recordaría como atarme los zapatos —gruñó Darío—. De lo contrario, si no me opero, quizás tenga un año en buena condición. —¡Por Dios! —Ángel escondió la cabeza entre las manos, intentando procesar aquello. —Casi era mejor que no me
Sammy estaba sentada en el salón principal, teniendo una de sus charlas con Lory, cuando los gemelos se asomaron.—¿Se puede? —preguntó el Diablo.—Claro, amor, vengan —les sonrió Sammy y Darío saltó al sofá, acomodándose tras ella y abrazándola.—Oye princesa, quería pedirte un favor importante —dijo el Diablo pero Ángel lo interrumpió.—De hecho, el que quiere pedirte el favor soy yo. Hace mucho tiempo que no descanso y me gustaría tomarme unos días, ¿crees que puedas quedarte a cargo de la empresa?—¿Quién? ¿Yo? —se sorprendió Sammy, pero los gemelos asintieron.—Sí tú. ¿Qué tiene? —respondió Ángel—. La empresa marcha sobre ruedas, además estás haciendo un muy buen trabajo, no veo por qué no puedas quedarte una semana a cargo de todo.Pero no era solo el hecho de que necesitara salir, Ángel también necesitaba asegurarse de que podía hacer aquel trabajo sola.—¡Vamos, chica, tienes que tener más confianza en ti misma! —Lory le abrió los ojos—. Si ellos dicen que tú puedes es porque
Una aventura alrededor de las islas cercanas a la ciudad no era tan drástico, hasta en una de ellas el Diablo encontró las tirolesas, los arrecifes, la pesca con lanza, y Ángel recordó las palabras de Sammy mientras había estado hospitalizada por el veneno: él también creía que allá abajo había cosas que mordían.Casi encallaron el barco del abuelo dos veces, Ángel había gritado como un poseso cuando Darío lo había obligado a lanzarse de un puente, y a escondidas había acabado comprándole una anguila a un pescador para no tener que pescarla él mismo.Regresaron bronceados y cansados… ¡Y nadie se comió esa anguila!—¡Te juro que no recordaba lo divertido que era navegar! —murmuró Ángel—. Deberíamos hacer un viaje alrededor del mundo…—Yo ya lo hice —declaró Darío dibujando en el aire una palomita, como si fuera una tarea cumplida.—¿Cuánto demoraste? —se interesó Ángel.—Pues yo no iba apurado, así que… ¿siete meses? Siete… ocho… más o menos por ahí —recordó Darío—. Lo único que necesi