La mansión estaba llena de tensión cuando Alice, Richard, John, James y Tatiana se reunieron en la espaciosa sala de estar. Solo el cantar de los grillos se hacía presente, ya que la servidumbre de la mansión Clark se había retirado a sus respectivas habitaciones.La chimenea crepitaba, proyectando sombras parpadeantes en las paredes, reflejando la inquietud que impregnaba la habitación. La ausencia de Margaret y del pequeño Ben flotaba pesadamente en el aire, dejando un vacío que necesitaba ser llenado con respuestas.Richard, con el rostro marcado con líneas de preocupación, caminaba de un lado a otro, su mente llena de preguntas. — ¿Por qué Margaret se iría así? ¿Y por qué diría esas cosas hirientes? Sonaba... no como ella, ¿me entienden? Su voz temblaba con una mezcla de confusión y dolor. Alice, con el ceño fruncido, trató de entender la situación. — Richard, en serio, ¿pasó algo? ¿Tuvieron una discusión antes de que ella se fuera? Debes tratar de recordar cada detalle, no pue
La habitación cayó en un silencio atónito, roto solo por el sonido del jadeo de Alice. — ¿Mamá? ¿Papá? ¿Qué... qué se habían hecho? — Alice tartamudeó, con los ojos muy abiertos por la incredulidad. Su madre, Rose, dio un paso adelante, su expresión era una mezcla de alivio y preocupación. — Alice, regresamos tan pronto como pudimos. Albert se sumó al abrazo familiar.Mientras Alice abrazaba a sus padres con fuerza, las lágrimas corrían por su rostro, Richard no pudo evitar unirse a la emotiva reunión. Sin embargo, el peso de su desaparición y las preguntas persistentes superaron la alegría inicial, y tanto Alice como Richard pronto se lanzaron a una andanada de interrogatorios. — ¿Dónde estaban? ¡Estábamos muy preocupados! — La voz de Alice tembló con una mezcla de alivio y frustración.La expresión de Richard se endureció cuando miró a sus padres, su voz se llenó de una mezcla de ira y dolor. — Desaparecieron sin dejar rastro, dejándonos preguntándonos qué pasó. Merecemos sab
Mientras Alice guiaba a John a una habitación de invitados en la enorme mansión Clark, el peso de las emociones no expresadas flotaba en el aire. Entraron en la habitación tenuemente iluminada, sus corazones latían con anticipación. En ese espacio íntimo, su conexión llegó a un punto de inflexión, y Alice reunió el coraje para actuar según sus sentimientos.En el suave resplandor de la luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas, Alice se volvió hacia John, sus ojos color avellana llenos de una mezcla de vulnerabilidad y determinación. A medida que el silencio se extendía entre ellos, reunió el coraje para cerrar la distancia, con el corazón acelerado. Sin una palabra, Alice se inclinó, sus labios rozando suavemente los de John. La electricidad que la atravesó era palpable, una chispa que encendió un fuego en su interior. John se quedó atónito por un momento, sus ojos color avellana se abrieron con sorpresa, pero pronto, se derritió en el beso, correspondiendo a la cali
En un lugar apartado en Beaufort, lejos de las miradas indiscretas, Alexander se paró frente a Margaret, con una sonrisa en sus labios. Margaret, con los ojos llenos de una mezcla de ira y tristeza, sostuvo a Ben con fuerza en sus brazos, tratando de consolarlo mientras lloraba incontrolablemente. Alexander sonrió en plena oscuridad de aquella lujosa sala.— Bueno, Margaret, parece que has hecho tu elección. Has elegido huir de Richard y de todos los que se preocupan por ti. Pero ya ves, no puedes escapar de la verdad para siempre.La mirada de Margaret se endureció cuando miró a Alexander, su voz se llenó de veneno. — No tienes derecho a juzgarme, Alexander. Eres la última persona que debería estar hablando de opciones — dijo Margaret entre dientes.Alexander pegó una carcajada.— Ah, pero querida, todos estamos impulsados por nuestros deseos. Y en el fondo, sé que todavía me deseas. No puedes negarlo.Los ojos de M
Richard se despertó con el corazón apesadumbrado, un peso que lo oprimía como una niebla sofocante. La noche de insomnio lo había dejado inquieto, su mente consumida por los pensamientos de Margaret y Ben. Al levantarse de la cama a tropezones, una incomodidad desconcertante se instaló en sus huesos, parecida a una resaca pero sin los placeres fugaces de la noche anterior.Se duchó apresuradamente, el agua caliente no logró eliminar la inquietud que carcomía su alma. Richard se vistió apresuradamente y descendió la gran escalera, con el peso de sus emociones aumentando con cada paso. Cuando entró al comedor, sus padres estaban sentados allí, absortos en su desayuno como si el mundo fuera de su opulenta mansión no tuviera importancia.— ¿Cómo pueden sentarse aquí con tanta indiferencia, saboreando su desayuno mientras Margaret y Ben no están? — alegó Richard, temblando de ira.Albert, con el rostro convertido en una máscara de tranquila compostura, levantó la vista de su comida y se
En sus sueños, fragmentos de su pasado se mezclaron con visiones de un futuro más brillante, un rayo de esperanza que alimentó su determinación de recuperar a su hijo y exponer la siniestra red de mentiras que los había atrapado. Con cada respiración, prometió luchar, superar la desesperación y salvaguardar la inocencia de su precioso hijo.Los ojos de Margaret se abrieron, su mente aún nublada por los eventos de la noche anterior. Mientras trataba de ordenar sus pensamientos, la realidad de su situación se derrumbó sobre ella. Ben se había ido, tomado por el mismo hombre en el que una vez había confiado, de quien jamás hubiera esperado tanta maldad. Una oleada de pánico corrió por sus venas, alimentando su determinación de recuperar a su hijo. Margaret: 《¿Cómo pude dejar que esto sucediera? Debo encontrar una manera de recuperar a Ben, sin importar el costo》, susurró para sí misma.Inspeccionó su entorno, su corazón se hundió cuando se dio cuenta de la alta estructura en forma de
El comedor estaba bañado en una luz brillante y cálida, destacando la elegante decoración y resaltando la deliciosa comida dispuesta sobre la mesa. Margaret ahí sentada en el extremo de la mesa, justo frente a Alexander, con una mirada cautelosa en sus ojos y una mezcla de desconfianza y temor palpable en el aire.Los platos de desayuno, meticulosamente dispuestos, eran una obra de arte culinaria. Las fresas frescas brillaban con un rojo intenso, los croissants recién horneados exhalaban un aroma tentador, y los huevos revueltos estaban suavemente espolvoreados con hierbas frescas. El ambiente en el comedor era sereno pero cargado de tensión, como si cada detalle estuviera cuidadosamente orquestado para ocultar los secretos que se escondían entre sus muros.Alexander, con una sonrisa encantadora en los labios, extendió su mano hacia Margaret, invitándola a unirse a la mesa.— Margaret, bienvenida. Me complace que hayas decidido unirte a nosotros esta mañana. Lucimos como la familia
Richard golpeaba con insistencia y gritaba desesperadamente frente al apartamento de Tatiana. Sus nudillos se resentían con cada golpe, pero la urgencia de obtener respuestas superaba cualquier dolor físico. Finalmente, después de un breve instante interminable, Tom abrió la puerta. Su rostro mostraba sorpresa y preocupación al ver a Richard en tal estado de desesperación.—¡Richard, ¿qué demonios te sucede?! —exclamó Tom, intentando contener al agitado Richard.—Necesito respuestas, Tom. No puedo soportar esta incertidumbre. ¿Has sabido algo de Margaret y Ben? ¿Los encontraron? —Richard hablaba con voz entrecortada, llena de angustia.James, Tatiana y Tom estaban preparándose para desayunar una escasa y modesta comida: panes recalentados con mantequilla y agua pura. Richard miró el desayuno con desdén, incapaz de pensar en algo más que en la seguridad de Margaret y su hijo.—¡Esto es inaceptable! —exclamó Richard, señalando el desayuno—. Ordenaré algo decente para todos. Pero antes,