Richard, aún acostado en su cama, se encontró evaluando el mensaje de Margaret: «Hay mucha información en la habitación», sus intentos de analizarlo solo lograron confundirlo más, y su mente se enredaba en un mar de especulaciones y teorías.

Mientras luchaba por encontrar respuestas, el sonido de su teléfono lo sobresaltó sobremanera. Era una llamada de Alice, su hermanastra. Richard sabía que debía ser algo urgente, así que rápidamente respondió.

—Alice, buenos días, ¿qué sucede? —contestó Richard, su voz sonaba somnolienta aún.

—Ay, Richard, qué bueno que respondes —dijo ella, sonaba agitada su voz.

—¿Por qué suenas tan preocupada? No me asustes si no es necesario —sentenció él, sabiendo que su hermana solía ser bastante bromista.

—Richard, ya soy una mujer, no esperes que todo sea una broma —Alice rodó sus ojos, mientras le intentaba explicar—. Sabes… te llamo porque, nuestros padres acaban de hablar con alguien por teléfono y se comportaron de manera sospechosa. Parece que tienen