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Escogí el drama como género literario. Las novelas me han alimentado el ego en los últimos veinte años. Sin embargo, ni en veinte más sería capaz de describir el escenario que tengo frente a mis ojos: una madre derrotada que se aferra al pecho de su marido, ignorando que él también está destruido. Igual la reman juntos. Lloran, aunque de sus ojos no salen lágrimas. Llevan las mejillas sonrojadas y el cuerpo les tiembla, mas la pena no es lo suficientemente fuerte como para separarlos. El médico los observa, como queriendo decir algo con el peso necesario para suavizarles el dolor, pero los años de experiencia debieron enseñarle que en estos momentos no hay consuelo que alcance.

—¿Qué hacemos? —le pregunto a Blanca mientras caminamos hacia el estacionamiento.

No puedo no acordarme del viejo Martín. E

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