Al día siguiente, desperté, y deseé que todo fuera una pesadilla; que en realidad estuviera en mi cama, lejos de Alexander.
Abrí los ojos y me encontré con la triste realidad de que todo era verdad. Me desperecé unos instantes y poniéndome de pie me quité el camisón que Sam me había prestado, para reemplazarlo por el vestido que usé ayer.
Sin muchas ganas, bajé a la cocina para comer algo.
Nadie me había dado permiso para salir de la habitación, pero tampoco me habían prohibido hacerlo.
Entré con tranquilidad a la cocina y me relajé al ver que estaba sola. Fui abriendo distintos estantes hasta hallar lo que buscaba: café. Calenté un poco de agua y tomé una taza de color rojo que estaba en una de las alacenas.
Estaba sirviendo el agua caliente en la vasija, cuando una voz femenina me sobresaltó.
-A
-¿Ves qué fácil es hacer lo que digo?- se atrevió a decir.¡El maldito continuaba burlándose de mí! Inspiré hondo recordando que tenía un arma y que éste no era el momento de actuar… Pronto llegaría ese día.Comencé a caminar para abandonar la habitación, cuando Alexander sujetó con fuerza, pero sin lastimarme, mi brazo izquierdo.Furiosa volteé para encararlo.-Déjame. Ya hice lo que querías-Sus labios se movieron, como si fuera a decir algo... Pero en lugar de eso, con su mirada confundida, me soltó.Dejé la habitación a paso apresurado y subí por las escaleras.Estúpido psicópata. Demente. Bastardo.¿Quién se creía que era? En cuanto me pudiera escapar de este maldito lugar, lo metería en la cárcel.Estaba atrav
-Anne… Anne... Despierta--Mmm- balbuceé.-Joder Anne, cómo duermes- murmuró una voz con pesadez.Abrí los ojos intrigada y todavía medio dormida. ¿Quién me despertaría si yo vivo sola...?Hasta que lo vi y recordé. Pero eso no fue lo peor. Lo más grave fue que me encantó lo que estaba viendo.Alexander tenía una remera blanca, pegada a su cuerpo, lo cual hacía que sus músculos se notaran más. Su pelo estaba mojado y sus ojos brillaban reflejando la luz del sol que entraba por la ventana de la habitación.Antes, los primeros días que estaba aquí, habían cerrado esa ventana con una madera, por temor a que me escapara.Ayer, por fortuna, había logrado que la quitaran, y por fin podía saber si era de día o de noche.- ¿Qué pasó? - murmuré sent&a
POV AlexanderSuspiré mientras me recostaba en la silla que había traído al lado de la cama de Anne.Joder, ¿Cómo todo se había ido tan rápido al carajo? Froté mi rostro con la mano izquierda.Sentía que la cabeza me iba a explotar y, para colmo, ella todavía no abría los ojos.Después de que se desmayara en la calle, no llegué a sostenerla antes de que su cabeza golpeara contra el pavimento, porque estaba lejos de su figura.La trajimos con toda la velocidad del mundo hacia acá y llamamos a un médico cualquiera, fingiendo que ella se había desmayado solo por no comer. Él nos dijo que el golpe no parecía haberle hecho un gran daño, pero que debíamos esperar.Y esperar no era mi fuerte.Quería que abriera sus ojos ya. Era una necesidad que sentía la de volver a verlos
POV AnneNo sabía si mi piel erizada era por el ardor o por lo que acababa de decirme.-Alexander, ésta vez no fue tu culpa...--Si lo fue Anne, nada de lo que digas va a quitar mi responsabilidad-Suspiré fastidiada pero no respondí. No quería que se sintiera mal por algo que un maldito me había hecho. Ya bastante confundida me sentía como para agregarle la culpa.Sabía que había hecho bien en salvar al niño, no me arrepentía para nada. Pero, ver su rostro decepcionado y asustado... Joder, no podía quitarlo de mi mente.Terminó de curarme los cortes del brazo y me colocó una gasa para cubrirlos. En silencio, se puso de pie y me tendió una bolsa de gel congelada. Le agradecí murmurando y, al colocarlo en mi cabeza, comenzó a doler al instante. Lo retiré tan pronto como lo puse.Alexander me mir
Comencé a ser consciente de que tenía mucho calor... Abrí mis ojos con pesadez y observé que el brazo de Alexander estaba enredado sobre mi torso, acercándome peligrosamente a él.No voy a negar que me gustó despertar así... Pero ni siquiera quise disfrutarlo. Él siempre sería la persona que arruinó mi vida, no debía olvidarlo.Giré mi rostro unos centímetros y lo ví descansar. Tenía los labios un poco entreabiertos, respiraba con suavidad, y en su rostro se notaba la calma que lo invadía. Sus cabellos estaban alborotados y, se veía aún mejor que cuando se peinaba.En ese momento me pregunté cómo se sentiría ser amada por Alexander…Se veía como un tipo duro, frío, más que el hielo... Pero también protector y divertido, al menos así parecía cuando hablaba
Caminé junto a Alexander hasta llegar a su oficina en la planta baja, la misma donde había firmado aquel papel que me obligaba a trabajar para ellos.Cerró la puerta una vez que estuve dentro y un escalofrío me recorrió. Nunca olvidaba que estaba con un mafioso.Se sentó en su escritorio, en silencio, y cruzó sus dedos mirándome fijamente.Con seguridad, le mantuve la mirada. No sabía qué había hecho ahora, pero no le demostraría miedo.-Quiero que seas mi acompañante en una cena el sábado a la noche- soltó de repente.Espera, ¿Qué?- ¿Qué? – repetí en voz alta.-No lo voy a volver a decir- musitó un poco... ¿Avergonzado?-Discúlpame Alexander, pero ese no es mi trabajo...--Claro que sí, es una reunión de trabajo- me interrumpió.<
Finalmente, llegó el bendito sábado a la noche.Me encontraba observando mi figura en el espejo; llevaba un vestido rojo, con algunas partes de encaje y un tajo bastante atrevido en la pierna derecha.Yo había insistido en ponerme algo que me tapara desde el cuello a los tobillos, pero Sam no me dejó. Según ella tenía “un cuerpo con las curvas perfectas” y debía disfrutarlo. Así que, en cuanto vimos ésta prenda en la vidriera de una importante casa de ropa, exigió que me lo probara.Y para ser honesta, me encantó en cuanto me lo ví puesto; de modo que estaba muy a gusto con mi look ésta noche.No me interesaba seducir a nadie, solo iba a hacer mi trabajo y listo. Uno que, por cierto, ni siquiera había elegido. Pero no veía por qué no podría arreglarme como me quisiera.Además, Sam era muy insistente cuando quer&i
Alexander soltó una "inocente" risita.-Aún no tenemos planes, pero va a ser dentro muy pronto- contestó con mucha seguridad.Por mi parte, mi rostro estaba morado, y no decía ni una palabra.-Alex, ¿Qué te parece si vamos a mi oficina a hablar? - lo invitó con cortesía el anfitrión.-Por supuesto- contestó mientras ambos se ponían de pie.¿Qué? ¿Me iba a dejar sola acá?Lo iba a matar.Me volteé para encontrarme con su rostro y abrí los ojos en señal de desesperación.El jefe se acercó suavemente a mi oído, dejó un beso sobre mi mejilla y murmuró: Tranquila.Y así se fue... Dejándome en un profundo silencio con la señora Gaspo. Le dirigí una incómoda sonrisa mientras bebía un poco de agua.Necesitaba actuar de un