Capítulo #3

Alana

—Te lo juro Caeli, a veces Guido me saca tanto de quicio, que no sé cómo es que aún no le he sacado un par de dientes—mi amiga ríe con fuerza del otro lado de la línea y yo solo ruedo los ojos con exasperación, ella encuentra todo esto divertido.

—¿No crees que te estás siendo una reina del drama Alana?, sabías muy bien desde un principio que Guido nunca acepto a Orlando como tu novio, no sé qué puedo haber hecho el pobre para ganarse el rechazo de él, pero no te quejes ahora—Ella suspira con cansancio como siempre lo hace cada vez que habla de mi novio—solo que yo de ti abandono ese tonto plan que tienes de casarte con él, eso es algo que no se puede deshacer así no más, amiga tu familia no es cualquier cosa, quien logre casarse contigo se lleva el premio gordo y nunca se te ha ocurrido pensar que quizás Orlando no te quiera como asegura—eso es ilógico, él tiene dinero no es que tenga problemas o ni nada parecido, aunque su familia no están poderosa como la mía nunca he sentido que él me quiera de esa manera, tenemos un año juntos, pero es que todo ha sido tan lindo y perfecto, siento que él es la persona ideal para mí, prefiero casarme con él a que me arreglen un matrimonio con alguien que no conozco y no sé qué me vaya a esperar a manos de esa persona, por eso cuando Orlando me hizo la propuesta de matrimonio haces unos meses, acepte sin dudarlo.

—Caeli ya te dije que no es así, él me ama no tengo dudas de eso y además no ha intentado forzarme a tener sexo con él, acepta de buena gana hasta donde quiero llegar, sí solo quisiera usarme por mi posición hubiera aprovechado el sinnúmero de oportunidades que ha tenido, pero me ha respetado—ella rompe a reír con más fuerza que antes, que tengo que alejar un poco el celular para que no lastime mis oídos su risa y como grita, sí, mi amiga es muy ruidosa y a ella no la han obligado como a mí a tener clases de etiqueta para ser una dama en todo momento.

—Jesús, Alana eres una cosita tan dulce e inocente a veces que es imposible no quererte amiga, pero tengo una duda—Ella va a salir con alguna estupidez muy típica de ella— ¿Orlando te respeta antes o después de vaciar su carga en tu abdomen o cualquier otra parte de tu cuerpo? —Es una tonta, juro que a partir de hoy no le contaré más mis cosas, cierro la llamada sin molestarme en responder eso.

Me acuesto en mi cama y cierro los ojos un momento para desconectarme de todo unos minutos, mi celular suena y es un mensaje de texto, no necesito abrirlo para saber que es de mi mejor amiga, debe de haber enviado algún emoticón o más risas, sigo así un momento más hasta que después de lo que parecen haber sido solo unos pocos segundos, siento que alguien me sacude por el hombro de malas maneras.

Abro mis ojos de golpe para ver que es mi hermana Gianella la que me ha estado sacudiendo,  tiene  cara de pocos amigos, me siento y observo a mi alrededor solo para comprobar que ya ha oscurecido.

¡Pero si solo cerré los ojos un momento!

Ella se acerca a mi mesita de noche y enciende mi pequeña lámpara—Guido te está buscando por toda la casa, le dije que puede ser que estés en tu habitación pero el muy necio no me hizo caso, como siempre—Teclea algo en su celular, para luego poner su atención nuevamente en mí.

— ¿Alana no me escuchaste?, Guido quiere verte, mejor ve ahora mismo que parecer estar con un humor igual que el tuyo o peor, a esté paso van a envejecer más rápido ustedes dos solo viven enojados y dando órdenes, parece ser que una vez que sea adulta me volveré igual de amargada que ustedes—con eso se retira de mi habitación.

Ojala que el motivo por el que me está buscando mi hermano sea para algo de verdad importante y no para seguir escuchando sus quejas,  me lavo el rostro y arreglo mi cabello un poco antes de bajar a verlo, estoy ya cerca de su despacho cuando él sale haciendo que me lleve un buen susto.

— ¡Jesús Guido!, parece que siempre me sientes cuando estoy cerca de ti porque apareces de la nada—Él solo me hace un gesto de que entre a su despacho, así lo hago pero sin cerrar la puerta.

—Cierra la puerta Alana porfavor, vamos a tener que hablar de cosas muy serias—Eso no me gusta nada, pero me pongo de pie y hago lo que me pide, cierro la puerta.

— ¿Qué pasa hermano?, hay algún problema serio con los negocios de papá o es otra cosa lo que te tiene buscándome—Él tiene la cabeza apoyada en su silla, inclinada para arriba con los ojos cerrados, antes de frotarlos y abrirlos para enfocarse en mí.

—Alana no sé qué pensaba papá cuando hizo ese tonto contrato, pero cuando llegué el momento te lo diré, solo deja de insistir con ese estúpido tema de que te vas a casar con ese perdedor que tienes por novio, porque no va a suceder—aquí vamos con el mismo tema, esto parece ser una jodida broma de mal gusto.

—Basta Guido, no tengo tiempo para esto, ya te dije que acepte su propuesta de matrimonio y no hay nada que puedas hacer, he dado mi palabra y eso es suficiente—Mi hermano golpea fuerte su escritorio, pero eso a mí no me da miedo en lo absoluto.

—¿Escuchaste en algún momento si te pregunte que opinabas o qué era lo que tú querías?, no, no lo hice y eso es porque tu destino ya está trazado desde hace años atrás mientras papá aún estaba con vida, no soy yo quien te lo imponiendo y no, no hay nada que puedas hacer al respecto, entre más rápido lo aceptes mejor será para ti Alana—Yo no tengo nada que entender, es mi hermano el que debe de aceptar que no voy a hacer lo que me está exigiendo.

—No olvides con quien estás hablando, ni tú ni nadie me va a decir que puedo y que no hacer, ya elegí con quien voy a compartir mi vida y eso no va a cambiar por nada del mundo.

—Alana no voy a discutir eso contigo ahora como te dije cuando llegue el momento lo sabrás y además no fue para eso que te llamé aquí, vamos a tener que asistir a algunas reuniones sociales donde se requiere nuestra presencia empezando desde hoy, te pido que no causes problemas con ninguna familia o integrante de ella que te haga enojar, ahora ve arreglarte que en una hora tenemos que asistir a una fiesta—Voy a decirle que no pero se adelanta en hacer un gesto de que guarde silencio.

—Tú problema hermana menor es que no sabes cuándo debes cerrar la boca y obedecer, te dije que vayas a cambiarte que vamos a salir, apúrate y ve a hacerlo, porque si no te llevo con lo que tienes puesto en este momento—Me levanto de ahí hecha una furia, pero lo que él no sabe es que se va a arrepentir de llevarme con él a su fea fiesta.

No veo la hora de casarme para que dejé de decirme que debo hacer todo el tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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