Gracias por leer y seguir ¿QUÉ SIENTES POR MÍ?
Cerré los ojos y los apreté con fuerza, conteniendo el inusual sonido que luchaba por escapar desde el fondo de mi garganta. Me contuve, mientras sentía su lengua deslizarse caliente por mi piel, recorriendo mi cuello, despertando un no sé qué desde el fondo de mi ser. —A juzgar por la manera en que te mantienes tan rígida, puedo asegurar que no has llegado demasiado lejos con nadie... ni siquiera con él —musitó con seducción, presionándome contra sí. No respondí nada, pero jadeé de sorpresa cuando de improvisto me tomó de los muslos y me cargó. Por simple instinto rodeé sus caderas con mis piernas, temiendo caer. Abrí los parpados y lo miré, directo a esos invasivos ojos azules y, aunque su cercanía seguía asustándome, en ese momento sentía algo más que miedo, algo intenso. Él sonrió un poco al verme tan sorprendida como asustada. —Lo que viene a continuación... no prometo que vaya a gustarte, eso dependerá de ti. En cuanto lo dijo, se sentó en el borde de la cama, y yo qued
Sollocé con el rostro ocultó en las sábanas, aferrándome a las almohadas y a un espacio en mi mente; un espacio donde él no existía, dónde yo aún era soltera, donde iba a la universidad y salía a bailar con Matt... Sin embargo, ese refugio en mi imaginación se desvanecía en cuanto el hombre sobre mí me embestía sin piedad, aplastándome contra el colchón y haciéndome llorar. Entonces mi corazón golpeaba mi pecho y era plenamente consciente de su sexo dentro de mí, entrando y saliendo una vez tras otra. También era consciente del golpe entre nuestros cuerpos, de los jadeos que emitía en mi oído intencionalmente, de la manera en que me clavaba los dedos en la cintura... Pero, sobretodo, era consciente de lo mucho que disfrutaba tirándome del cabello mientras arremetía contra mí. Al menos, así fue por casi toda la noche; él se balanceó sobre mí con violencia y brusquedad, sin importarle que esa fuese mi primera vez con un hombre. Y yo permanecí quieta bajo su cuerpo, jadeando y sollo
La guapa mujer inclinó un poco la cabeza, analizándome de pies a cabeza, estudiándome a detalle. Hasta que, finalmente exhaló y sonrió con claro alivio. —Es increíble lo que puede llegar a hacer... Mira que casarse con una chiquilla sin gracia y sin ningún atractivo, excepto por su importante nombre. Aquel comentario fue ofensivo, pero yo no repliqué. No quería discutir, y tampoco es que tuviera el valor para decirle algo, cuando todo lo que decía era solo la verdad. —¿Sabes? Me preocupaba que, por ser la hija y heredera de un Ceo como el ya muerto señor DeRose, fueras hermosa y despampanante —hice un gesto de dolor ante su insensibilidad—. Pero ahora que te veo bien, solo eres bonita y pequeña, una chiquilla común. No tienes ninguna cualidad que a Julián le interese en una mujer. Cerré las manos en puños sobre las rodillas y permanecí sentada en el sofá, apenas atreviéndome a mirarla. Ella era más que solo atractiva, y por la forma en que hablaba, lo sabía muy bien. —Creo qu
Al día siguiente, el hambre me hizo despertar, y después de pensarlo y pensarlo, nuevamente salí de la habitación, temiendo toparme con una escena como la de la noche anterior. Pero, afortunadamente, la mujer no estaba allí. Pues al bajar al comedor, solo encontré a Julián; se encontraba vestido con un impecable traje azul oscuro muy cercano al negro, a juego con el color de sus ojos. La mesa de cristal oscuro frente a él estaba vacía. Y no había nadie más allí aparte de él, eso me llenó de inquietud. Una casa tan grande sin personal, solo nosotros... Solo él y yo. Inspiré deteniéndome a una distancia prudente. —Siéntate. No lo hice, no quería compartir el mismo espacio que él. Y menos después de todo lo que había escuchado por la noche. —Pareces no saber que las parejas duermen en la misma recamara —dijo y cruzó los brazos sobre el pecho, su comentario fue vacío, tanto como su expresión al mirarme—. No vuelvas a dormir en otra parte de la casa, a menos que yo te lo ordene. Y
A pesar de lo ocurrido entre Gianna y él, Julián no me dio ninguna explicación. Solo me hizo entrar a la mansión mientras el resto de los invitados susurraban y hablaban sobre ello. Al vernos llegar, un hombre maduro y sonriente se nos acercó. —Julián Ferrer, me alegra verte después de tantos meses. Julián extendió una mano y estrecho la del hombre. —Señor Blanc, le presento a Elaine DeRose. El señor Blanc me miró y de inmediato me sonrió con calidez. —Un gusto, Elaine. Eres tan hermosa como dicen. Bienvenida a la mansión Blanc. Me ruboricé un poco ante su halago, incluso se me olvidó momentáneamente lo que acababa de ocurrir. —Gracias, señor. —Lamento mucho el descenso de su padre —agregó él—. Y, la felicitó por su boda. Julián es un socio extraordinario, y un hombre que seguro la hará feliz. Mi sonrisa se volvió tensa, pero no le dije que mi esposo me era infiel y que me despreciaba, humillándome siempre que podía. —Dejemos eso de lado por ahora, Jack —dijo Julián y su br
—¿Algo sucedió entre mi familia y la de Julián? —inquirí sin creerlo. Hasta ese momento, yo ignoraba que nuestras familias estuviesen relacionadas. Antes de que mi padre hiciera negocios con Julián, yo nunca había escuchado sobre los Ferrer. Jamás los había visto ni oído sobre ellos. A decir verdad, aun no los conocía. Eran la familia de mi esposo, pero no habían estado en nuestra boda ni se habían presentado conmigo. —Querida Elaine... —la señora Blanc se removió, incomoda—. Sí aun no lo sabes, yo no creo ser la persona adecuada... Pero guardó silencio bruscamente cuando la puerta se abrió y por ella entró mi esposo. De inmediato me puse de pie con expresión culpable. Julián nos miró un momento con recelo. —Hijo, qué agradable es verte otra vez —lo saludó la señora Blanc con expresión maternal. De inmediato la tensión en el aire se aligeró. —Anabel, parece que has conocido a mi mujer —dijo Julián acercándose y tomando la mano de la mujer. Ella le sonrió y me miró.
Jadeé en busca de aire, mis mejillas estaban rojas y mi respiración se volvía cada vez más rápida. Pero, aun así, luché por bajarme de su regazo y no perder la cordura con él. No podía fallarle a Matt de esa manera. No podía dejar que se enterará. —Basta... Suéltame... En lugar de escucharme, Julián me bajó el escote del vestido y con destreza me desabrochó el escote. Apreté los dientes cuando me lo quitó y hundió la cara entre mis senos, mientras sacaba los dedos de mi interior y tiraba suavemente de mi clítoris. —Eres bastante hipócrita —me acusó lamiendo en valle entre mis pechos—. Apenas hace algunos días llorabas por él, y ahora te retuerces encima de mí al igual que una... Negué y me esforcé por detener todo eso. —¡No...! ¡Yo es así! Él levantó la cabeza hasta encontrarse con mirada. Lentamente me sonrió. —¿Y cómo justificas la humedad entre tus piernas? —inquirió burlón—. ¿Intentaras decir que no es por mí, sino por él? Sonrojándome todavía más, abrí los labio
Apenas aparcó en chofer estacionó el auto frente a la residencia, salí de él y entré para después cerrar de un portazo. Había dejado a Julián con su amante, pero la humillación me había seguido hasta allí. Con andar rápido, subí las escaleras y luego de entrar a nuestra habitación, me arranqué el vestido y entré a la ducha. No me importó que estuviese fría, solo me enjaboné el cuerpo frenéticamente, ansiosa por limpiar de mi cualquier rastro suyo. —Te odio Julián, te odio... ¡Te odio! —grité bajo el chorro de agua. Sin embargo, luego de unos minutos, me detuve con estupefacción. Mi cuerpo estaba enrojecido y lleno de marcas ocasionadas por mis propias uñas. Entonces apoyé la espalda en la fría pared y me deslicé hasta el suelo. Miré mis pies descalzos con expresión vacía. —Te odio mucho.... —musité—. Ya cánsate de mí... te lo suplico. Él no se había equivocado al decir que todos hablarían de mí. Y lo harían no solo por habernos escuchado tener relaciones dentro de esa peque