Lo siento

Edan apretó los puños con rabia, ¿Hasta qué punto tenía que soportar los arrebatos de Vivian? Él no estaba dispuesto a ceder a sus amenazas.

Sin embargo, en el momento en que pensaba responder, Edan sintió una suave y cálida mano en el hombro, que llamó su atención.

— Está bien, no queremos molestar…

— ¿Qué?. — Volteó él, ceñudo, ante el comentario de Alma.

— No te preocupes, será solo por unos días hasta que encuentre un buen lugar en donde rentar.

Edan la miró con preocupación, si el punto de todo esto era que Alma se quedara en su apartamento, con él, y el que la familia de Alma estuviera allí, le aseguraba eso.

— No… — Fue él a refutar, cuando Alma lo interrumpió.

— Edan, debes pensar primero en tu familia… En tu padre y en tu hijo. — Murmuró Alma, sintiendo el nudo en la garganta, aunque soportando hasta donde podía.

Edan apretó los labios, Vivian lo había logrado, pero fue más por la intervención de Alma, que por su propia amenaza.

Ese mismo día, Vivian mandó a pedir a
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