Todos se quedaron paralizados, todos pensaban lo mismo, ¿Alma era acusada de fraude? ¿Pero como ocurrió eso?. Y lentamente, una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de Vivian, eso era mejor de lo que ella esperaba.—¡Lo sabía!. — Vocifero Vivian, rompiendo el silencio. — ¡Te lo dije Edan y tú no me creías! ¡Esa mujer es una vulgar arribista y ladrona! ¡Oficial, yo también quiero poner mi denuncia!. — Vivian caminó hacia los oficiales.—¿Ocurre algo, señorita?. — El policía se mostró intrigado.—Sí, esa mujer me robó mi anillo de compromiso y quiero denunciarla por ladrona. — Explicó Vivian irguiéndose con orgullo y señalando a Alma.—¡Vivian, basta!. — Gruñó Edan a la mujer, para dirigirse a los oficiales. — Disculpe, es un error, todo esto debe tratarse de un gran error.—De eso nada, querido. — Interrumpió Vivian. — Pasen adelante, oficiales… Y verifíquenlo por ustedes mismos, ella tiene mi costoso anillo de compromiso en su habitación, lo sé, estoy segura.—Eso no e
—Tiene cinco minutos. — Gruñó el oficial, abriendo la reja de la celda de Alma, y de inmediato, la joven se lanzó en los brazos de Edan, temblorosa, perturbada, llorando.—Edan… ¿Qué han dicho? Es muy grave, ¿Verdad?. — Alma levantó la vista, con los ojos llorosos.—Me temo que sí. — Murmuró Edan en respuesta, apretándola contra su pecho.—¿Qué voy a hacer, Edan? ¿Y mi familia? ¿Ahora que será de ellos?. — Musito ella, restregando su rostro en el pecho de él.Edan se quedó un segundo en silencio, pensativo, con todo lo que Alma pasaba, ella no pensaba en su futuro, sino en lo que sería de su familia.Él respiró profundo, Diego debía estar equivocado con sus deducciones, Alma no podría ser capaz de hacer todo lo que él pensó.—No te preocupes por ellos, estarán bien, yo me encargaré de que así sea, lo prometo. — Le susurró Edan, acariciándole el cabello.—Gracias. — Murmuró Alma apretándolo.—Te sacaré de aquí, ya lo verás…—Pero, ¿Cómo? Es evidente que todo es obra de
Fueron varias horas de vuelo en las que Edan sentía que perdía el tiempo, él estaba ansioso, quería y necesitaba sacar a Alma de prisión lo más pronto posible y cada minuto, contaba.Diego le había dado la última ubicación verificada de Ricardo hacía algunos días, y Edan esperaba poderlo encontrar en ese lugar, apenas pudiera llegar. Al llegar al aeropuerto, Edan alquiló un auto para conducir por una hora más hasta la casa en donde, se suponía, estaba Ricardo.La villa con la que Edan se encontró, era majestuosa, un rincón apartado y exclusivo que destacaba, todavía más, por la enorme casa que se imponía en lo alto de una loma.Las manos le temblaron de impotencia, ese desgraciado se había marchado y había dejado a toda su familia, para dárselas de rico.Con mucho afán, Edan no dejó de tocar la puerta varias veces, pero nadie salía. Sin embargo, él no se daría por vencido, Edan no estaba allí para volver con las manos vacías, y con mucho sigilo, comenzó a rodear la casa, buscando
Edan llegó al aeropuerto y Diego ya lo esperaba con varios policías, quienes se encargarían de llevar a Ricardo a prisión.Solo fueron diez minutos, en los que Edan se sintió triunfante, al ver con sus propios ojos como esposaban a Ricardo, le leían los derechos y los cargos por los que sería acusado.Además de entregar al verdadero culpable, Edan les entregó a los oficiales un par de vídeos, el primero, en dónde Ricardo confesaba, y el segundo, en dónde Rebeca, la mujer con la que convivía, verificaba la confesión hecha por Ricardo, en calidad de testigo.Pero fueron solamente diez minutos, en los que Edan sintió completo alivio, en los que quería correr al destacamento para contarle personalmente a Alma que pronto sería libre y al verla salir, abrazarla como no lo había hecho antes… Y solo diez minutos después, Edan se sintió aturdido, ante las palabras de Diego.—Alma ya salió de prisión. — Le avisó, apenas los policías se marcharon.—¿Qué? Pero, ¿Cómo?.—Le dieron una fia
Haciendo una profunda inhalación, Edan entró en la mansión O’Connor, su madre no necesitó decir nada, en cuanto Edan le dijo con mucha seriedad que necesitaba hablar con ambos, Erick y Angélica juntos. Entonces, ella entendió que había llegado el momento.Con mucha paciencia, Edan le contó a su padre todo, absolutamente todo, desde el inicio del contrato en aquel hospital, pasando por el embarazo de Vivian, hasta el encarcelamiento de Alma por culpa de Ricardo, por supuesto, Edan lo dijo tratando de usar mucho tacto y estando al pendiente de cada una de las reacciones de su padre.Porque apenas viera un vestigio de alteración en Erick, Edan se detendría para llevarlo de inmediato a la clínica, no obstante, su padre pareció tomar el asunto mejor de lo que esperaba.—¡Lo sabía!. — Bufó Angélica. — ¡Te lo dije, ese sujeto no me agradaba y mi instinto no falla! ¡No es un buen hombre!.—Pobre Alma, como pudo hacerle algo así, su propio padre, esa niña, ha pasado por tanto… — Comentó
Habían sido días duros para Alma, el despedirse de su padre y afrontar que no volvería a ver a Edan, la tenía destruida, pero para ella, no había tiempo para sufrir, ni descanso, sobre todo, cuando tenía a toda su familia prácticamente encima de ella.Ahora que toda la familia de Alma vivía en el pequeño apartamento de Mateo, ella no estaba dispuesta a mostrar su pesar frente a su familia, por eso, el único momento que se tomaba para llorar, era cuando se duchaba, en dónde las lágrimas se enjuagaban al mezclarse con el agua de la regadera.Y aunque el apartamento de Mateo era pequeño y estaban algo apretados, Mateo siempre se ocupó de que todos se sintieran cómodos, como en casa, estando muy atento a todas sus necesidades.Solo había algo incómodo en el ambiente, y es que parecía, que cada día que pasaba, Mateo intentaba acercarse cada vez más a Alma, y no con la intención de amistad, pues él era cada vez más empalagoso e insinuante, y aunque ella le estaba muy agradecida, esa situ
Llegaron hasta la planta más alta, una joven secretaria las hizo esperar por largo rato, pero al final, les permitió pasar. Un hombre de mediana edad, con rasgos muy masculinos y vestido con un elegante traje, las esperaba tras un escritorio.—Buenas tardes, señor. — Saludó Carlota, apenas abrió la puerta.—¿Carlota? ¿Hay algún problema?. — Preguntó el hombre, mirando extrañado a Alma.—No, señor… Es solo que, ella es Alma. — Carlota la señaló. — Alma, él es el señor Rafael Montalvo, el gerente de la empresa. — Alma se acercó, algo nerviosa, estrechando la mano de ese hombre que se veía tan severo.—Mucho gustó, señor Montalvo.—Mucho gusto. — Respondió este. — Carlota, sigo sin entender, ¿Cuál es el problema?.—Bueno, ella es la joven de la que le hablé para el puesto de gerente de diseño y…—¿Ah, sí? Felicidades, jovencita, esta es una gran oportunidad para usted… — Murmuró el hombre con algo más de amabilidad.—Señor, si me permite… — Comenzó Alma a refutar. — Todav
—¿Edan?. — Exhaló Vivian, sintiendo un sobresalto en su corazón. — Yo… Vino tu hermano… Y yo… Lo recibí, pensaba que no estabas aquí, lo acompañe por un rato… Y… — Balbuceó Vivian en un intento desesperado, dando patadas de ahogado.—No te molestes en explicarme, Vivian, me di cuenta de que recibiste muy bien a mi hermano… — Afirmó Edan, dando un sorbo a su taza de té, para luego dejarla sobre la mesa de centro.—¿Qué? No entiendes cariño, yo… — Entonó ella suplicante, siendo interrumpida por Edan, quien no pudo soportar su descaro. ¿Cómo podía llamarlo cariño después de lo que acababa de hacer?.—¡Ya basta, Vivian!. — Edan se levantó, cansado de estuchar tanta estupidez. — ¡¿Cuánto más me quieres ver la cara de idiota?! ¡YA LO SÉ TODO! ¿¡CÓMO TE LO TENGO QUE EXPLICAR PARA QUE LO ENTIENDAS!?. — Gritó con todas sus fuerzas, dejando a Vivian estática.—No me tienes que hablar así… Edan, yo no quería… — Refutó Vivian, indignada, sintiendo como le ardían los ojos.—¡¿Qué no que