El olor salino del mar inundo sus fosas nasales, la playa lucia prácticamente desierta, aquello no le pareció extraño, en ese lado de la playa no se solía acercar la gente, al menos no los locales que sabían lo que había ocurrido años atrás allí cuando la guerra entre Figlio Di Satana y La Sacra Spina estaba en su punto mas álgido, en una de aquellas bodegas que alcanzaba a divisar y a las cuales el caminaba, se habían encontrado cerca de tres docenas de cuerpos…entre ellos las victimas más jóvenes habían sido niños de doce o trece años…si aquello había sido su culpa, aunque, claro estaba, jamás lo quiso así, nunca imagino que Luciano Berlusconi realmente se atreviese a asesinar niños, niños que ayudaban a Ares…aquella culpa silenciosa lo había acompañado siempre, el fue quien le dijo a aquel viejo asque
Ambos hermanos se miraban el uno al otro mientras la camarera traía su comida, habían llorado, se habían abrazado después de una eternidad de años de no hacerlo, y ahora, había llegado el momento de hablar del gran enemigo que ambos tenían en común, aquel era un lugar seguro para ello, el restaurante de comida china no era el mas lujoso ni estaba en un barrio de primera, pero pertenecía a uno de sus seguidores en Figlio Di Satana, Ares estaba completamente seguro de que allí, podrían hablar tanto como lo necesitaran…había demasiado para discutir…demasiado en juego.– Entonces, exactamente qué es lo que sabes – cuestiono Apolo con seriedad.– Antonella…el proceso legal en su contra sobre la custodia de Dante se ha reanudado – dijo Ares también serio.Apolo apretó los puños, eso era completamente su culpa, en
Antonella miraba hacia fuera de los ventanales de aquel lujoso piso en que su historia con Ares había comenzado, su amado esposo había hablado con ella, le había contado todo, lo que Apolo y el planeaban contra aquel cruel hombre que era su padre, meditaba en silencio todo aquello que había pasado y pensaba en lo que estaba a punto de pasar, las maletas estaban hechas, escuchaba a sus hijos correr de un lado a otro alistándose para el viaje que estaban por emprender rumbo a los Estados Unidos, Ares tenia razón, en todo lo que había concluido, tenía razón, Zeus D´Angelis no se detendría en su búsqueda de tomar a sus hijos para luego moldearlos a su gusto, su esposo era en verdad un hombre sumamente brillante, no era extraño que en pocos años, se hubiese convertido en el poderoso y temido líder de mafia que era, aun así, sabia bien que sus amados hijos estaría a salvo bajo la protección de los hermanos Slorach y los Beaulieu, eran buenas personas y Helena era una mujer confiable, sabi
Se habían marchado, Antonella se sentía reconfortada de saberlos lejos, el timbre estaba sonando, acudiendo hasta la puerta, pudo ver a Jaqueline sonriéndole en la entrada.– Te tardaste, casi creí que me habías abandonado – dijo Antonella entre risas.– Vamos, no seas tan dramática, ahora que se han ido es momento de una noche de chicas…en el museo – dijo Jaqueline como broma.Antonella miro a la chica que se había convertido en una mejor amiga junto a Aitana, sabia bien, aunque no se lo dijera, que Apolo y ella se habían involucrado finalmente y estaba mas que feliz por ello, consideraba que el carácter firme y decidido de la médica, le sentaría excelente al hermano mayor de su amado, mirando su mano, pudo admirar aquel hermoso anillo…un anillo de promesa.– Aitana tardara un poco mas en llegar, les agradezco sinceramente por acompa&n
Antonella sentía la brisa fresca de la noche golpeando con gentileza en su rostro, todo en aquella elegante gala de inauguración para su nueva exposición de arte, estaba saliendo a pedir de boca, se sentía mucho mas tranquila ahora que sabia que Apolo le había cedido la custodia de su hija, el, le había demostrado su total confianza en ella con aquel gesto, Luciana Berlusconi había sido básicamente secuestrada, pero sabia bien las razones por las cuales Ares había ordenado aquello, la mujer de cabellos rubios era un verdadero peligro para todos, así que no cuestiono aquella decisión. Miraba a Aitana bailar con Charlie, a Jaqueline hablando amablemente con los invitados, realmente, las adoraba a las dos, y se sentía realmente afortunada de tener a todas aquellas hermosas personas en su vida. – Luces muy pensativa, por supuesto, eso no resta a tu belleza – La voz de Haruka la sorprendió un momento, el joven pianista, por supuesto, era uno de sus invitados de ho
Antonella los vio, aquellos ojos tan parecidos a los suyos, aquellos que tanto odio y desprecio le habían mostrado siempre, desee que eran niñas había sido igual, los celos de Agatha hacia ella eran francamente enfermizos, ella la odiaba, ya lo sabía, pero lo cierto era, que ella no sentía lo mismo, aun cuando ella era la menor de las dos, siempre quiso ayudarla y protegerla…aun a pesar de saber que ella la aborrecía.– Bienvenida Agatha, padres – saludo con frialdad Antonella.La madre de ambas no pudo evitarlo y envolvió en un cálido abrazo a la menor de sus hijas, Antonella, correspondió aquello, sabia que su madre no le tenía mala fe, así como tampoco tenia la voluntad para oponerse a los intereses egoístas de su hermana y de su padre.– Veo que tendrás otro hijo, y con ese delincuente, tu hermana ya nos ha contado sobre &ea
Antonella miraba a su madre, Ares se lo había dicho, no había querido regresar con su padre, sentía si corazón dolerse, la había extrañado tanto, aun cuando ella nunca la defendió, entendía muy bien porque razón era aquello, no la odiaba, ni siquiera estaba enojada con ella, después de tantos años, frente a ella se hallaba la mujer que le dio la vida, y a la que amaría por siempre.– Hija, yo – dijo aquella mujer de cansada mirada.Antonella no la dejo terminar de hablar cuando camino hasta ella para abrazarla, había extrañado tanto aquello, de aquellos días de infancia, la recordaba a ella y a su dulzura, sus tés de manzanilla con miel, las tartas que quedo que le cocinaba para premiarla por sus buenas notas a escondidas de su padre y hermana, recordaba los cuentos, las cosas buenas…no quería recordar las malas.– Mam&a
El dolor de traicionar no es nunca comprendido, algunas veces, no se traiciona por rencor, egoísmo o un beneficio, a veces, aquel horrendo acto se hace por razones justificadas, donde la vida de alguien a quien amas está en peligro. Rodríguez sabia bien aquello, siempre había sido fiel a Ares desde el momento en que lo conoció, había estado orgulloso de ser su mano izquierda, el mas fiel de sus hombres…y le había partido el alma tener que traicionarlo…sin embargo, su familia, era todo su mundo. Para nadie era un secreto la vida dura que se llevaba en un país como México, él había crecido en un ejido alejado de la ciudad, en donde el hambre y la miseria eran el pan de cada día, donde no existía la ley y la muerte por hambre no era nada extraño, él había sido el mayor de seis hermanos, y por ende, le tocaba salir a trabajar en el campo, durante algún tiempo durante su infancia y temprana juventud, aquello había sido todo cuanto quería, tener un pedacito de tierra para
Se miraban fijamente a los ojos sin decir palabra alguna, él lo había traicionado, él había sido traicionado, quería escucharlo de sus labios, ¿Por qué? ¿Por qué después de tantos años, había actuado en su contra? Sus actos, casi habían costado la vida de Antonella y de Dante…incluso la de Ares Jr…frente a él se hallaba Rodríguez, uno de los hombres a quien mas respetaba y apreciaba, su mano izquierda, confidente y amigo…aun no podía creerlo.– Se porque estás aquí Ares, y es verdad, te he traicionado – dijo Rodríguez mirando a su amigo.– Eso lo se mi amigo, lo que no entiendo, ¿es por qué? – respondió Ares tomando de aquella botella de tequila que Rodríguez le ofrecía.– Hay cosas que son incomprensibles Ares, muchas veces también me preg