Se miraban fijamente a los ojos sin decir palabra alguna, él lo había traicionado, él había sido traicionado, quería escucharlo de sus labios, ¿Por qué? ¿Por qué después de tantos años, había actuado en su contra? Sus actos, casi habían costado la vida de Antonella y de Dante…incluso la de Ares Jr…frente a él se hallaba Rodríguez, uno de los hombres a quien mas respetaba y apreciaba, su mano izquierda, confidente y amigo…aun no podía creerlo.
– Se porque estás aquí Ares, y es verdad, te he traicionado – dijo Rodríguez mirando a su amigo.
– Eso lo se mi amigo, lo que no entiendo, ¿es por qué? – respondió Ares tomando de aquella botella de tequila que Rodríguez le ofrecía.
– Hay cosas que son incomprensibles Ares, muchas veces también me preg
La luz del sol se filtraba por aquellos enormes ventanales que daban una vista perfecta hacia las montañas, el silencio incomodo y doloroso reinaba en aquella cabaña, la misma en que Antonella y el se habían casado años atrás, y que también fue el primer hogar de su madre, Apolo miraba aquellas paredes, las viejas fotografías que habían en ellas dolían demasiado, el, hasta ese momento había desconocido por completo la existencia de ese lugar, el que habían decidido usar como refugio y cuartel en lo que planeaban contra Zeus, Ares había guardado muy bien aquel sitio, estaba seguro de que ni siquiera el progenitor de ambos sabia sobre él, en aquellas fotos demasiado viejas, podía apreciar la figura de la madre amada y añorada cuando era apenas una niña y una muy hermosa jovencita…su hija en verdad era muy parecida a ella.El aroma del café comenzaba a se
Todo era lujo, demasiado lujo, un esplendor inigualable como era bien esperado y acostumbrado, la opulencia y magnificencia de los D´Angelis no era cuestionable, siempre estaban a la altura de lo que se esperaba de ellos, los millonarios mas prominentes e importantes de Italia, Zeus se sentía demasiado orgulloso de ello, las ramas inferiores de su familia habían llegado, las torres de copas con el mas costoso y fino champagne recibían a sus invitados, exquisitos platillos y postres de lujo regalaban una vista agradable y mas aun, un sabor exquisito al paladar, la decoración con detalles en oro era tal cual él había ordenado que fuese, y simplemente se sintió muy reconfortado, eso eran los D´Angelis, solo opulencia y excelencia, nunca había sido menos y nunca seria menos, recordó a su padre, a su abuelo, los hombres de su familia siempre habían conseguido todo lo que querían, por ello, es que su
El sol en lo alto alcanzaba los enormes ventanales en su lujoso departamento, la mañana recién comenzaba y el, Ares apenas si había dormido la noche anterior, tener a Antonella Ferrara entre sus brazos sin nada más que sentirla durmiendo, había sido una nueva experiencia, no se habían desnudando, no habían tenido una noche de sexo, sin embargo, se sentía extrañamente complacido.Colocando aquella bonita pintura en su habitación, Ares observaba su propio rostro detallado por las talentosas manos de Antonella, no era una simple pintura, era en realidad, una obra de arte que expresaba mucho de la confusión que su persona provocaba en la hermosa mujer, trazos fuertes, definidos, como si de alguna manera ella supiese como era el en realidad, su mirada lucia salvaje, apasionada, y no pudo evitar preguntarse si así la miraba a ella, y por eso, la profesora de arte, había plasmado aquello con l
La mañana los recibía juntos después de aquella dramática salida de la mansión D´Angelis, habían actuado tan bien que cada persona en ese sitio había quedado verdaderamente aterrada, Apolo bebía el café que amablemente Antonella le había preparado, de nuevo se hallaban en aquel refugio que una vez fue el hogar de su madre, Ares aun dormía como un tronco en el suelo de aquella sala con enormes ventanales, por supuesto, para ambos había sido duro escuchar a ese infeliz de Zeus hablando sobre su madre, pero Ares, siempre había sido mucho más sensible que él, había bebido hasta muy tarde quejándose de ello y el, le había hecho compañía para evitarle a la bella Antonella un mal momento, comprendía a su hermano, por ello, se encargo de cuidarlo hasta el alcohol hizo lo propio, Jaqueline había salido a trabajar, debían dar es
Se sentía miserable, Ares, como siempre, había ido un paso delante de ella, aun cuando se encontraba bastante cómoda, estaba prisionera, estaba segura de que su joven amor mexicano iría por ella, pero, si estaba allí, era porque Ares ya tenia algo planeado, lo conocía lo bastante bien para saberlo, sea como fuese estaba perdida, había perdido…de nuevo. Mirando fuera de la ventana de ese hotel, la hermosa rubia suspiro, había sido mucho mas humilde en donde habían pasado muchas cosas juntos, aquel hotel, si es que se le podría llamar de esa manera, era horrendo, pero también, había sido el mejor refugio de su vida…no podía olvidarlo, ese sucio muchacho con olor a verdura y fruta podrida que se lavaba en el bebedero del parque…aquel mismo que sin conocerla, la acogió bajo su cuidado…ella realmente lo amaba, realmente lo había amado desde aquel instante en que lo conoció y el decidió protegerla…Ares D´Angelis, incluso, había asesinado para defenderla y ella…ella se había equivo
El sonido de la pala en aquel cementerio resonaba, Ares, miraba sin expresión alguna en su rostro como la tierra cubría aquel ataúd rojo, lo había mandado hacer con premura, aquel había sido el color predilecto de la mujer que yacía dormida dentro de él, sin dejar ninguna nota, sin dar mayor explicación sobre el porqué lo había hecho, Luciana se había suicidado, solo él y su esposa, estaban en ese solitario y siempre doloroso sitio, y el, aun no comprendía porque ella había preferido morir…simplemente no lograba entenderlo. El sacerdote recitaba sus oraciones, había tenido básicamente que obligarlo a punto de pistola para que ofreciera el servicio, ya que, en un principio, el hombre de “dios” se había negado a ofrecer los sacramentos debido a que se trataba de un suicidio, pero al tener su arma apuntando directo a su cabeza, el hombre acepto “de buena gana” hacerlo, aunque para él, no era necesaria la presencia de un religioso, aun así, lo forzó a hacerlo, eso, solo porque A
El día daba comienzo, Ares, había despertado de un mejor ánimo, el aroma a comida recién preparada inundo sus fosas nasales, Antonella aun estaba durmiendo, no se había atrevido a despertarle después del mal rato que la hizo pasar todo el día anterior y parte de la noche…después de todo, había llorado por la misma mujer que le había disparado…y aunque no era lo correcto, no podía evitar sentir tristeza por aquella. Bajando a la cocina, pudo ver a Jaqueline cocinando, ella y Apolo tenían un temple serio, algo había pasado. – ¿Que ocurre? ¿Por qué las caras largas? – cuestiono. Apolo miro a su hermano, se veía mucho mejor, y eso, era realmente bueno. – Tenemos que hablar – dijo Apolo con seriedad y Ares escucho atentamente. Antonella se levantaba, sentía una pesadez como ya la conocía, ese, definitivamente no era el mejor de los momentos, saliendo de la cama, camino despacio hacia el enorme baño de la habitación en la que se halla
Adriano caminaba en los largos pasillos del museo de su familia y que él había heredado, loa Benedetto eran de la clase alta, su especialidad, eran las artes, él había aprendido a amarlas desde que era muy pequeño, admiraba mucho la mano talentosa de un gran artista, el mismo lo era, aunque, debía reconocer, no era tan talentoso como Antonella Ferrara, la amada esposa de Ares D´Angelis, cuyas obras eran las que se hallaba admirando en esos momentos. – Fascinante, ¿No lo crees? – la voz de Haruka Sato lo arrebato de sus pensamientos. El medio japones estaba admirando la misma pintura que él. – Si, Antonella es realmente una mujer brillante – admitió Adriano sin mirar a aquel hombre. – Sabes, es curioso que los Benedetto exhiban su arte, podría decir que solo lo haces por es una buena amiga tuya – dijo Haruka con burla. Eran bien sabido que la familia de Adriano era basta