Todo era lujo, demasiado lujo, un esplendor inigualable como era bien esperado y acostumbrado, la opulencia y magnificencia de los D´Angelis no era cuestionable, siempre estaban a la altura de lo que se esperaba de ellos, los millonarios mas prominentes e importantes de Italia, Zeus se sentía demasiado orgulloso de ello, las ramas inferiores de su familia habían llegado, las torres de copas con el mas costoso y fino champagne recibían a sus invitados, exquisitos platillos y postres de lujo regalaban una vista agradable y mas aun, un sabor exquisito al paladar, la decoración con detalles en oro era tal cual él había ordenado que fuese, y simplemente se sintió muy reconfortado, eso eran los D´Angelis, solo opulencia y excelencia, nunca había sido menos y nunca seria menos, recordó a su padre, a su abuelo, los hombres de su familia siempre habían conseguido todo lo que querían, por ello, es que su
El sol en lo alto alcanzaba los enormes ventanales en su lujoso departamento, la mañana recién comenzaba y el, Ares apenas si había dormido la noche anterior, tener a Antonella Ferrara entre sus brazos sin nada más que sentirla durmiendo, había sido una nueva experiencia, no se habían desnudando, no habían tenido una noche de sexo, sin embargo, se sentía extrañamente complacido.Colocando aquella bonita pintura en su habitación, Ares observaba su propio rostro detallado por las talentosas manos de Antonella, no era una simple pintura, era en realidad, una obra de arte que expresaba mucho de la confusión que su persona provocaba en la hermosa mujer, trazos fuertes, definidos, como si de alguna manera ella supiese como era el en realidad, su mirada lucia salvaje, apasionada, y no pudo evitar preguntarse si así la miraba a ella, y por eso, la profesora de arte, había plasmado aquello con l
La mañana los recibía juntos después de aquella dramática salida de la mansión D´Angelis, habían actuado tan bien que cada persona en ese sitio había quedado verdaderamente aterrada, Apolo bebía el café que amablemente Antonella le había preparado, de nuevo se hallaban en aquel refugio que una vez fue el hogar de su madre, Ares aun dormía como un tronco en el suelo de aquella sala con enormes ventanales, por supuesto, para ambos había sido duro escuchar a ese infeliz de Zeus hablando sobre su madre, pero Ares, siempre había sido mucho más sensible que él, había bebido hasta muy tarde quejándose de ello y el, le había hecho compañía para evitarle a la bella Antonella un mal momento, comprendía a su hermano, por ello, se encargo de cuidarlo hasta el alcohol hizo lo propio, Jaqueline había salido a trabajar, debían dar es
Se sentía miserable, Ares, como siempre, había ido un paso delante de ella, aun cuando se encontraba bastante cómoda, estaba prisionera, estaba segura de que su joven amor mexicano iría por ella, pero, si estaba allí, era porque Ares ya tenia algo planeado, lo conocía lo bastante bien para saberlo, sea como fuese estaba perdida, había perdido…de nuevo. Mirando fuera de la ventana de ese hotel, la hermosa rubia suspiro, había sido mucho mas humilde en donde habían pasado muchas cosas juntos, aquel hotel, si es que se le podría llamar de esa manera, era horrendo, pero también, había sido el mejor refugio de su vida…no podía olvidarlo, ese sucio muchacho con olor a verdura y fruta podrida que se lavaba en el bebedero del parque…aquel mismo que sin conocerla, la acogió bajo su cuidado…ella realmente lo amaba, realmente lo había amado desde aquel instante en que lo conoció y el decidió protegerla…Ares D´Angelis, incluso, había asesinado para defenderla y ella…ella se había equivo
El sonido de la pala en aquel cementerio resonaba, Ares, miraba sin expresión alguna en su rostro como la tierra cubría aquel ataúd rojo, lo había mandado hacer con premura, aquel había sido el color predilecto de la mujer que yacía dormida dentro de él, sin dejar ninguna nota, sin dar mayor explicación sobre el porqué lo había hecho, Luciana se había suicidado, solo él y su esposa, estaban en ese solitario y siempre doloroso sitio, y el, aun no comprendía porque ella había preferido morir…simplemente no lograba entenderlo. El sacerdote recitaba sus oraciones, había tenido básicamente que obligarlo a punto de pistola para que ofreciera el servicio, ya que, en un principio, el hombre de “dios” se había negado a ofrecer los sacramentos debido a que se trataba de un suicidio, pero al tener su arma apuntando directo a su cabeza, el hombre acepto “de buena gana” hacerlo, aunque para él, no era necesaria la presencia de un religioso, aun así, lo forzó a hacerlo, eso, solo porque A
El día daba comienzo, Ares, había despertado de un mejor ánimo, el aroma a comida recién preparada inundo sus fosas nasales, Antonella aun estaba durmiendo, no se había atrevido a despertarle después del mal rato que la hizo pasar todo el día anterior y parte de la noche…después de todo, había llorado por la misma mujer que le había disparado…y aunque no era lo correcto, no podía evitar sentir tristeza por aquella. Bajando a la cocina, pudo ver a Jaqueline cocinando, ella y Apolo tenían un temple serio, algo había pasado. – ¿Que ocurre? ¿Por qué las caras largas? – cuestiono. Apolo miro a su hermano, se veía mucho mejor, y eso, era realmente bueno. – Tenemos que hablar – dijo Apolo con seriedad y Ares escucho atentamente. Antonella se levantaba, sentía una pesadez como ya la conocía, ese, definitivamente no era el mejor de los momentos, saliendo de la cama, camino despacio hacia el enorme baño de la habitación en la que se halla
Adriano caminaba en los largos pasillos del museo de su familia y que él había heredado, loa Benedetto eran de la clase alta, su especialidad, eran las artes, él había aprendido a amarlas desde que era muy pequeño, admiraba mucho la mano talentosa de un gran artista, el mismo lo era, aunque, debía reconocer, no era tan talentoso como Antonella Ferrara, la amada esposa de Ares D´Angelis, cuyas obras eran las que se hallaba admirando en esos momentos. – Fascinante, ¿No lo crees? – la voz de Haruka Sato lo arrebato de sus pensamientos. El medio japones estaba admirando la misma pintura que él. – Si, Antonella es realmente una mujer brillante – admitió Adriano sin mirar a aquel hombre. – Sabes, es curioso que los Benedetto exhiban su arte, podría decir que solo lo haces por es una buena amiga tuya – dijo Haruka con burla. Eran bien sabido que la familia de Adriano era basta
Apolo y Ares miraron a aquel anciano que los miraba a cambio con dolor y melancolía, se veía cansado, sus ojos grises escudriñaron sin recato alguno a ambos, una sensación de melancolía les llego con aquel olor a rosas frescas, había un jarrón muy grande repleto de ellas, blancas, las favoritas de su madre, aquel viejo era el hombre con el cual la amada Zinerva estuvo comprometida antes de…antes de que Zeus la tomara para si mismo.– Tienen sus ojos, en realidad, ambos se parecen mucho a su madre…no creí vivir tanto para conocer a los hijos de mi amada Zinerva – dijo aquel hombre que con dificultad tomaba asiento.Ares observo el rostro de aquel hombre y guardo silencio…ahora entendía porque Rodríguez le dijo que era muy importante que hablaran con el…había comprendido demasiadas cosas con tan solo verlo…los ojos de la
El sol del atardecer rayaba el cielo con sus tonalidades naranjas y rosas, Ares y Apolo estaban sentados en el porche, cada uno perdido en sus pensamientos…aquella revelación no se la habían dicho aun a las mujeres a las que amaban…no tenían sangre D´Angelis, pero lo eran por derecho y crianza…ambos habían decidido callar aquello hasta acabar con lo que habían empezado…y tan solo se lo dirían a ellas…a Antonella y Jaqueline…no querían que nadie más supiera…deseaban que Zeus muriese con el engaño…deseaban que ese infame, lo supiera por labios de satanás cuando lo recibiese en el infierno…deseaban ser los únicos que resguardaran ese secreto de la madre de ambos… Jaqueline los observaba a ambos, habían regresado demasiado serios, apenas y si habían probado bocado y tampoco charlaban entre ellos, algo había pasado…algo que no les estaban diciendo. – Ejem – carraspeo Jacky llamando la atención de ambos hermanos. Ares y