Ira, dolor, desconcierto, una marea de emociones que lo golpearon sin piedad justo en el momento en que, con su hijo en brazos, entro en aquella habitación que ahora estaba vacía, mil interrogantes se repetían una y otra vez dentro de su mente, ¿Qué había pasado?
– Papi, ¿En dónde se encuentra mami? – cuestiono Dante con voz inocente aun sosteniendo aquel ramo de azahares entre sus manos.
– Quizás, la cambiaron de habitación, ven, vamos a buscar a la doctora que esta cuidando de mami – respondió Ares con enojo y teniendo el peor de los presentimientos después de haber visto aquel ramo de rosas sobre la cama, rosas que reconoció de inmediato como idénticas a las del jardín de su madre en la mansión D´Angelis.
Caminando apresurado e intentando controlar la ira que crecía como una bestia incontrolable dentro de él, casi derribo la puerta de la oficina de Jaqueline, quien se hallaba al teléfono.
– ¿En dónde está? – cuestiono con enojo el apuesto tatuado.<
El canto de las aves sonaba tranquilo, el paisaje era algo verdaderamente hermoso, regalaba a la vista un espectáculo de mil formas y colores que tenían de fondo a la belleza de las montañas, no sabía en donde se encontraba, aun sentía un dolor punzante que le atravesaba el pecho, había recibido un disparo, o eso era lo que le había dicho el hombre que aseguraba ser su esposo, también, aseguraba que estaba embarazada, comenzaba a dolerle nuevamente la cabeza, haciendo de nuevo un esfuerzo más para recordar todo lo que había olvidado, el joven médico que la atendía, le había dicho que estaba sufriendo pérdida de memoria que se derivaba del estrés post traumático que le dejo como consecuencia aquel evento que la tenía convaleciente, un enfrentamiento entre mafias, no tenía ningún recuerdo de su vida, no tenía idea con certeza de su identidad, tan
Antonella, miraba por los grandes ventanales la hermosa vista de las montañas, sintiendo de nuevo ese horrible vacío que le decía una y otra vez que algo estaba terriblemente mal, anunciándole que algo le estaba haciendo falta y no lograba recordar que.Mentiras y sospechas, ¿Por cuánto tiempo podría Apolo mantener aquel cruel engaño?, mientras tanto, en Palermo, la ira de Ares yacía cada vez más incontrolable.– Hola hijo, me complace mucho recibirte, dime, ¿En que puedo ayudarte? – cuestiono Zeus D´Angelis con una sonrisa cruel.– No te pases de listo conmigo, dime ¿En donde demonios se esconde Apolo? – exigió saber Ares apuntando su arma contra su progenitor.Capítulo 54: Lo que más amaZeus, miraba fijamente a los ojos enardecidos en una ira atroz del menor de sus hijos, Ares siempre había s
Dante miraba con insistencia el retrato donde su sonriente madre aparecía junto a el abrazándolo, de nuevo, las lágrimas escapaban desde sus pequeños ojos agua marinos, se la habían llevado, aun cuando su padre le decía una y otra vez que la traería de vuelta, se sentía demasiado triste, quería verla otra vez, abrazarla, y no volverla a soltar jamás.– Tranquilo, si papá dijo que la traerá, eso hará – dijo Zinerva intentando consolar al pequeño.– ¿Tu no extrañas a tu mami? – cuestiono Dante entre sollozos entrecortados.Zinerva, medito durante solo un momento.– No lo sé, mi madre nunca fue demasiado amorosa conmigo, solo me regalaba libros, montones de ellos, y me decía que tenía que ser una mujer fuerte, nunca me gusto abrazarla o que me abrazara, y aunque si la quiero mucho, hace cosas a vec
La mañana llegaba un día más, un día a la vez…el sol se colaba levemente por los ventanales y las finas cortinas de seda blanca, una semana más había transcurrido, Antonella, había mejorad bastante en cuanto a su estado de salud, pero, no podía decir lo mismo de su estado mental, cada día que pasaba, parecía mas lejana, ajena a todo lo que la rodeaba, perdida en sus pensamientos, cada mañana le servía el mismo vaso de jugo, que contenía aquel fármaco que la mantendría en ese estado amnésico, no se hablaba de arte, no se hablaba de familia, solo eran platicas ya rutinarias sobre su trabajo, haciendo un esfuerzo por demostrar interés, aunque, por supuesto, esto no estaba dando los mejores resultados, al menos no los que el esperaba.Apolo, admiraba el hermoso rostro de Antonella durmiendo, últimamente también dormía demasiado, aunque
La noche había caído y el, como siempre hacia desde aquel día en que la secuestro, la observaba dormir hipnotizado por el vaivén lento y pasmoso de su tranquila respiración que se entrecortaba a ratos, Ares, ese había sido el primer nombre que había llegado a la mente de Antonella en cuanto aquel médico le cuestiono sobre como llamaría a su hijo…aquello, se había sentido igual que si le hubiesen enterrado un puñal en pecho, demasiado dolor, demasiado desespero, se sentía como la hoja que cae desde lo alto hasta el cause de un violento rio, flotando a la deriva mientras el rio lo revolcaba una y otra vez sin poder detenerlo, sin poder levantarse jamás y a la merced de todo lo que estaba viviendo desde hacía demasiado tiempo ya.Levantándose de la cama, beso los labios de Antonella con ternura, la amaba demasiado, estaba eterna e irremediablemente enamorado de ella, y
Aquella mañana se sentía fría, más fría que las otras, como si, de alguna manera, sintiera que algo estaba a punto de pasar, se había levantando de la cama, colocándose aquella bata semi transparente que dejaba ver su cuerpo en ropa interior por debajo, Apolo aún se encontraba durmiendo, y ella, sintiendo el estómago vacío, se había levantado para buscar algo para comer, el hijo dentro de su vientre estaba creciendo, y ella, se sentía emocionada de tenerlo al fin entre sus brazos…sin embargo, un sentimiento de profunda tristeza, de vacío, la invadía cada vez que pensaba en ello, algo grande le estaba haciendo falta, algo que le oprimía el pecho con demasiado dolor, tomando aquel vaso de jugo de naranja, un nombre llego hasta ella atravesándola como una bala, el vaso había resbalado de sus manos, sus ojos se habían llenado de lágrimas, ¿C&
Una vez, hacia ya demasiado tiempo, dos hermanos se abrazaron el uno al otro, el mayor protegiendo al menor de ellos, el menor aferrándose al mayor, buscando refugio en sus brazos.– Todo estará bien, no llores, yo te protegeré – El hermano mayor le prometía al menor el protegerlo, mientas cubría sus oídos para que no escuchase los gritos de su madre, una golpiza más, una marca más en los pequeños corazones de ambos, el más pequeño que no rebasaba los cuatro años, se acurrucaba entre los brazos del mayor que no tenía más de siete, escondidos en el armario de su habitación infantil, en medio de los lujosos juguetes, usando aquellas finas pijamas de seda, los hermanos D´Angelis, solo unos niños aun, temblaban de miedo ante los gritos furiosos de su padre y los sollozos de su madre…una noche más, los ni&ntil
No podía dejar de llorar, simplemente no podía, aquellas semanas que estuvo junto a Apolo D´Angelis, le habían mostrado la verdadera cara de este, aun a pesar que la había secuestrado, aun a pesar de que la separo de Dante y Ares, aquel dolor plasmado en sus ojos zafiro, tan profundos, tan tristes, era algo que no olvidaría jamás, ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué Ares disparo en su contra sin hablarlo primero? ¿Por qué el odio debía ser más que el perdón y el amor? Antonella se sentía devastada, había visto como Apolo recibía aquel disparo en la cabeza, y ahora, no podía dejar de llorar.– Tranquila mi amor, ya estas a salvo conmigo, veras a Dante, volverás a verlos a todos, este infierno ya termino – dijo Ares intentando consolar a su devastada esposa.Antonella, comenzó a golpear con sus dé