Aquella mañana se sentía extrañamente diferente, de hecho, desde que había aceptado aquellos sentimientos demasiado reprimidos por Jaqueline, Apolo sentía su pecho de alguna extraña manera mucho más ligero, era como si se hubiese sacado un enorme peso de encima, había dejado el lujoso hotel en donde había permanecido hospedado de su llegada a Palermo, y en su lugar, había pedido que se habilitara a su adecuado uso uno de los muchos departamentos de su propiedad, este, tenía la particularidad de que absolutamente nadie sabía de su existencia y se hallaba cerca de la zona centro de Palermo, las personas que había contratado para su limpieza y adecuamiento, no tenían idea de que era el quien lo ocuparía, el nombre Apolo D´Angelis era demasiado conocido, se había hecho pasar por alguien más cuando mando a limpiar aquel sitio…no quería que nadie supiese que el estaría viviendo allí.
Recorriendo las cortinas, miro todo a su alrededor, las calles lucían algo vacías muy seguramente
Ares marcaba nuevamente aquel número, no entendía, Apolo no le estaba respondiendo, quizás, era demasiado el odio que el aun sentía, después de todo, le había disparado no una, si no dos veces, sin embargo, necesitaba verlo, hablar con el…después de todo, ambos buscaban lo mismo. Caminando un poco frustrado en su oficina, el apuesto tatuado se sentía inquieto…aun cuando Zeus creía ir un paso delante de él, no era de tal manera, sabia ya lo que aquel monstruo estaba planeando, y no podía tomarlo simplemente a la ligera, sus contactos le habían avisado de manera oportuna, Henry Pines había comenzado de nuevo la batalla legal contra Antonella por la custodia de Dante, y no era un abogado cualquiera, si no, aquel maldito infame que cubría el trasero de su progenitor desde hacia varios años…era mas que claro lo que el infeliz de Zeus pretendía, el era demasiado astuto para no darse cuenta, su miserable progenitor, deseaba hacerse con la custodia del niño…y muy seguramente no solo
El olor salino del mar inundo sus fosas nasales, la playa lucia prácticamente desierta, aquello no le pareció extraño, en ese lado de la playa no se solía acercar la gente, al menos no los locales que sabían lo que había ocurrido años atrás allí cuando la guerra entre Figlio Di Satana y La Sacra Spina estaba en su punto mas álgido, en una de aquellas bodegas que alcanzaba a divisar y a las cuales el caminaba, se habían encontrado cerca de tres docenas de cuerpos…entre ellos las victimas más jóvenes habían sido niños de doce o trece años…si aquello había sido su culpa, aunque, claro estaba, jamás lo quiso así, nunca imagino que Luciano Berlusconi realmente se atreviese a asesinar niños, niños que ayudaban a Ares…aquella culpa silenciosa lo había acompañado siempre, el fue quien le dijo a aquel viejo asque
Ambos hermanos se miraban el uno al otro mientras la camarera traía su comida, habían llorado, se habían abrazado después de una eternidad de años de no hacerlo, y ahora, había llegado el momento de hablar del gran enemigo que ambos tenían en común, aquel era un lugar seguro para ello, el restaurante de comida china no era el mas lujoso ni estaba en un barrio de primera, pero pertenecía a uno de sus seguidores en Figlio Di Satana, Ares estaba completamente seguro de que allí, podrían hablar tanto como lo necesitaran…había demasiado para discutir…demasiado en juego.– Entonces, exactamente qué es lo que sabes – cuestiono Apolo con seriedad.– Antonella…el proceso legal en su contra sobre la custodia de Dante se ha reanudado – dijo Ares también serio.Apolo apretó los puños, eso era completamente su culpa, en
Antonella miraba hacia fuera de los ventanales de aquel lujoso piso en que su historia con Ares había comenzado, su amado esposo había hablado con ella, le había contado todo, lo que Apolo y el planeaban contra aquel cruel hombre que era su padre, meditaba en silencio todo aquello que había pasado y pensaba en lo que estaba a punto de pasar, las maletas estaban hechas, escuchaba a sus hijos correr de un lado a otro alistándose para el viaje que estaban por emprender rumbo a los Estados Unidos, Ares tenia razón, en todo lo que había concluido, tenía razón, Zeus D´Angelis no se detendría en su búsqueda de tomar a sus hijos para luego moldearlos a su gusto, su esposo era en verdad un hombre sumamente brillante, no era extraño que en pocos años, se hubiese convertido en el poderoso y temido líder de mafia que era, aun así, sabia bien que sus amados hijos estaría a salvo bajo la protección de los hermanos Slorach y los Beaulieu, eran buenas personas y Helena era una mujer confiable, sabi
Se habían marchado, Antonella se sentía reconfortada de saberlos lejos, el timbre estaba sonando, acudiendo hasta la puerta, pudo ver a Jaqueline sonriéndole en la entrada.– Te tardaste, casi creí que me habías abandonado – dijo Antonella entre risas.– Vamos, no seas tan dramática, ahora que se han ido es momento de una noche de chicas…en el museo – dijo Jaqueline como broma.Antonella miro a la chica que se había convertido en una mejor amiga junto a Aitana, sabia bien, aunque no se lo dijera, que Apolo y ella se habían involucrado finalmente y estaba mas que feliz por ello, consideraba que el carácter firme y decidido de la médica, le sentaría excelente al hermano mayor de su amado, mirando su mano, pudo admirar aquel hermoso anillo…un anillo de promesa.– Aitana tardara un poco mas en llegar, les agradezco sinceramente por acompa&n
Antonella sentía la brisa fresca de la noche golpeando con gentileza en su rostro, todo en aquella elegante gala de inauguración para su nueva exposición de arte, estaba saliendo a pedir de boca, se sentía mucho mas tranquila ahora que sabia que Apolo le había cedido la custodia de su hija, el, le había demostrado su total confianza en ella con aquel gesto, Luciana Berlusconi había sido básicamente secuestrada, pero sabia bien las razones por las cuales Ares había ordenado aquello, la mujer de cabellos rubios era un verdadero peligro para todos, así que no cuestiono aquella decisión. Miraba a Aitana bailar con Charlie, a Jaqueline hablando amablemente con los invitados, realmente, las adoraba a las dos, y se sentía realmente afortunada de tener a todas aquellas hermosas personas en su vida. – Luces muy pensativa, por supuesto, eso no resta a tu belleza – La voz de Haruka la sorprendió un momento, el joven pianista, por supuesto, era uno de sus invitados de ho
Antonella los vio, aquellos ojos tan parecidos a los suyos, aquellos que tanto odio y desprecio le habían mostrado siempre, desee que eran niñas había sido igual, los celos de Agatha hacia ella eran francamente enfermizos, ella la odiaba, ya lo sabía, pero lo cierto era, que ella no sentía lo mismo, aun cuando ella era la menor de las dos, siempre quiso ayudarla y protegerla…aun a pesar de saber que ella la aborrecía.– Bienvenida Agatha, padres – saludo con frialdad Antonella.La madre de ambas no pudo evitarlo y envolvió en un cálido abrazo a la menor de sus hijas, Antonella, correspondió aquello, sabia que su madre no le tenía mala fe, así como tampoco tenia la voluntad para oponerse a los intereses egoístas de su hermana y de su padre.– Veo que tendrás otro hijo, y con ese delincuente, tu hermana ya nos ha contado sobre &ea
Antonella miraba a su madre, Ares se lo había dicho, no había querido regresar con su padre, sentía si corazón dolerse, la había extrañado tanto, aun cuando ella nunca la defendió, entendía muy bien porque razón era aquello, no la odiaba, ni siquiera estaba enojada con ella, después de tantos años, frente a ella se hallaba la mujer que le dio la vida, y a la que amaría por siempre.– Hija, yo – dijo aquella mujer de cansada mirada.Antonella no la dejo terminar de hablar cuando camino hasta ella para abrazarla, había extrañado tanto aquello, de aquellos días de infancia, la recordaba a ella y a su dulzura, sus tés de manzanilla con miel, las tartas que quedo que le cocinaba para premiarla por sus buenas notas a escondidas de su padre y hermana, recordaba los cuentos, las cosas buenas…no quería recordar las malas.– Mam&a