Las nubes que se alcanzaban a ver desde la ventanilla parecían borlas de algodón, sus pensamientos vagaban de uno a otro sin lograr concretar uno solo en realidad, estaban a solo una hora de aterrizar y luego, de nuevo Palermo los recibiría, no había mucho por decir, regresaban para ver a Apolo, para entender que en verdad no había muerto, Ares desviaba su mirada hasta Antonella quien contaba un cuento a sus hijos, no quería perder aquello que después de tanto tiempo había conseguido, aun cuando en el pasado se dijo así mismo hasta el cansancio que no podía ni debía formar una familia, allí estaba en ese justo momento, viendo a sus tres hijos y el abultado vientre de Antonella junto a él, una sonrisa se dibujaba en su rostro, al mismo tiempo que las muchas dudas volvían a asaltarlo, ¿Era correcto regresar? El sabia la respuesta…no lo era, arriesgaría de nuevo a todos por su afán de venganza y aun así…no estaba dispuesto a dar un paso atrás, quizás, para cualquiera fue
Aquel departamento lucia tal cual lo habían abandonado después de que Antonella volviera sana y salva de aquel secuestro sufrido en manos de Apolo, sus figuras hindúes que hacían un homenaje a la diosa Kali, lucían tan solemnes como siempre, nada había cambiado, tan solo se habían empeñado en que el sitio se mantuviese limpio e impecable, no había brizna de polvo que delatase el abandono que el sitio había sufrido durante tres años, Antonella había anunciado ofrecer una conferencia de prensa en el Palazzo Abatellis, museo en donde había estado trabajando bajo la supervisión de Adriano Benedetto antes de que todo aquel desastre con Luciana y su hermano ocurriera, se sentía orgulloso, su amada esposa había progresado mucho, en poco tiempo, se había vuelto una reconocida pintora y una famosa violinista, ella…realmente había cambiado desde aquel evento en
Había visto a su hermano una noche atrás, habían hablado sin realmente hablar, aquel odio entre ambos, era menor que el habían sentido desde que su madre murió, sin embargo, ninguno podía perdonarse aún por Antonella, él no podía perdonarlo por haberla tomado para sí mismo, él no podía perdonarlo por llevársela y alejarla de su lado…ambos deseaban lo mismo sin embargo, acabar la vida de Zeus D´Angelis, aquel que había comenzado aquella rueda de odio y dolor infinitos de la cual ninguno había logrado escapar todavía…no podían perdonarse…no todavía, aquellas heridas aun las sentían en carne viva sin nunca llegar a cicatrizar por completo, habían brindado juntos por primera vez en toda su vida, eran ya demasiados años de odio y dolor y tan solo por esa noche, habían hablado como hermanos de su dolor, hab&iac
La delicada mano femenina sostenía con gracia aquella copa de fino y costoso vino, el calor agradable de las playas paradisiacas en la Riviera Maya de México, bronceaba su piel fina de blanca porcelana, todos estaban a su merced, atendiendo a la hija de un multimillonario recién fallecido, había quedado amparada desde la muerte de su padre, por supuesto, y aquella amasada fortuna le había provisto de una vida de excesos y lujos como siempre había estado acostumbrada, era un sueño perfecto para una joven con altas expectativas de vida, eran ya tres años desde que había escapado de las garras de la muerte, eran ya tres años desde que disparo contra Antonella Ferrara en un intento desesperado para deshacerse de ella…no lo solo no lo había conseguido, si no, que la maldita perra a la que ya aborrecía con su alma le había dado un hijo propio a Ares, además, y para gran f
Los gemidos demasiado escandalosos inundaban aquella suite de lujo en el hotel, risitas traviesas y sonidos extraños, dejaban muy claro lo que allí estaba ocurriendo, dos mujeres jugueteaban con su miembro haciéndolo sentir demasiado placer, Apolo se había vuelto adicto a las mujeres por las cuales tenía que pagar, ninguna nunca se negaba a hacer lo que el deseaba, y, además, se esmeraban en complacerlo, ellas mismas se lo decían, siempre era un placer atenderlo como cliente, no las maltrataba demasiado y era también muy atractivo, había llegado a saber, que incluso las chicas se peleaban por ser quien lo atendiera cuando solicitaba ese servicio.Toquidos en la puerta interrumpieron su diversión haciéndolo rechistar y fruncir el ceño, levantándose de la cama completamente desnudo, Apolo abrió la puerta solo para encontrar a la hermosa medica de cabellos castaños que lo mir
Ojos verdes como esmeraldas miraban a sus zafiros con una extraña mezcla de añoranza y rencor, aquel encuentro había sido repentino, mas no inesperado, ya esperaba que la odiada rubia hiciera su aparición en cualquier momento, nadie más que el conocía a la perfección a Luciana Berlusconi…después de todo, había cuidado de ella demasiado tiempo, además, siendo tan predecible ante sus ojos como era, sabía que la rubia de ojos verdes no podría dejar el reflector sobre Apolo luego de su aparición, estaba bastante seguro que no tardaría en aparecer después de aquello, después de todo, Hilda adoraba ser el centro del espectáculo, aquella mujer a la que una vez quiso, quien lo había traicionado de la peor de las maneras y que, además de ello, se había atrevido a casi asesinar a su esposa e hijo…la odiaba, en verdad, la odiaba y jamá
Hacía tiempo que no los miraba, no desde un último encuentro que se había suscitado hace años, cuando aún era un principiante a la orden de Luciano Berlusconi y su Sacra Spina, aquella mafia que había destruido para alzar a Figlio en el poder, ellos, ocultos desde las sombras, le habían ayudado a que su traslado a los Estados Unidos, fuese más sencillo, ellos también, se habían asegurado que nadie los traicionara en ese suelo extranjero…Marian y Sokolov, una mujer y un hombre forjados al calor de la guerra, sin familia, sin un apellido, niños que crecieron en el abandono total para luego crecer y ser mafiosos…no habían tenido oportunidad alguna de ser nada más, ese, era su estilo de vida.Recordaba la ocasión en que se hizo pasar por muerto, cuando Damián, el tercero de ellos y un valiente que había muerto en aquella misión suicida a la que Luci
Había pasado mas de una semana desde que había escuchado de los hermosos labios de Jaqueline que la muy despreciable e infame Luciana Berlusconi estaba de vuelta en Palermo, hasta ese momento no había tenido el disgusto de verla, sin embargo, esperaba que eso terminaría ocurriendo tarde o temprano…después de todo…ellos tenían algo en común, algo que llevaba nombre y unos hermosos ojos color zafiro.Apolo sabia bien que la bella y pequeña Zinerva Berlusconi era su hija, aquella que engendro con la mujer más frívola y despreciable que existía…sin embargo, no tenia nada en contra de la pequeña que, al parecer, o ignoraba o no recordaba que su padre era el y no Ares…no tenia aun el valor de decirle la verdad a la pequeña, además, de que no se consideraba un buen hombre, no alguien digno de tener a una hija tan hermosa como era ella, después de todo,
Miraba por fuera del gran ventanal que había en el balcón de su lujosa habitación, la vista de la ciudad era inigualable y privilegiada desde las alturas, su padre, era un hombre poderoso, eso ya lo sabía, no se necesitaba en realidad saber demasiado para adivinar el tipo de negocios en los que se encontraba, era más que obvio.A Zinerva no le agradaba mucho Palermo, prefería su vida en Estados Unidos siendo la hija de un médico y una violinista famosa, sin embargo, entendía que había muchos asuntos sin resolverse que los tenían allí, su “madre” biológica, era uno de ellos…Luciana Berlusconi, la recordaba demasiado bien, apretando sus puños, la niña en su pubertad con solo 12 años, sabía bien que llegaría el momento de volver a verla…honestamente, no quería hacerlo, no podía perdonarla a un por haberla traicionado, era